A medida que la pandemia de coronavirus barría el mundo, inevitablemente surgieron preguntas sobre sus orígenes. Sí, el virus salió de China, y los primeros análisis sugieren que surgió de un «mercado húmedo» en Wuhan. Pero ahora están surgiendo nuevas teorías: algunos afirman que el virus puede haberse escapado de un laboratorio chino de armas biológicas; otros sugieren que podría haberse escapado de otras instalaciones de investigación no militares.
En cuanto a la posibilidad de que sea un arma biológica que se haya escapado, los científicos familiarizados con los últimos avances en la investigación virológica no encuentran pruebas de que nadie haya desarrollado la capacidad de crear un nuevo virus, el equivalente a crear una nueva vida desde cero. Esto es diferente a replicar o modificar los virus existentes. Sin embargo, varios análisis sugieren que el coronavirus no encaja en el perfil estructural de un organismo para este propósito. Además, hay candidatos mucho mejores para las armas biológicas (como la viruela, la peste bubónica o el hantavirus) que los coronavirus adaptados, que se parecen más al resfriado común.
Más plausible es la posibilidad de que haya salido accidentalmente de una de las otras instalaciones de investigación cerca de Wuhan. El Centro de Control y Prevención de Enfermedades de Wuhan, que estudia los virus de murciélagos, se encuentra ubicado cerca del ahora famoso «mercado húmedo». Los accidentes ocurren en todo el mundo, por lo que no es imposible que haya habido uno en las instalaciones del centro de control de Wuhan. Los periódicos chinos también han informado en el pasado de incidentes de venta de animales de laboratorio para la alimentación.
Sin embargo, el hecho de que algo sea posible no significa que sea lo que sucedió. Es muy probable que nunca haya un recuento completo del brote de coronavirus, especialmente de cómo se propagó en la población humana hasta que China abra sus archivos y proporcione un recuento completo de los acontecimientos de finales de 2019 y principios de 2020.
Irónicamente, precisamente porque es poco probable que Beijing y el Partido Comunista Chino (PCCh) sean tan transparentes, la resaca constante de teorías de conspiración y rumores permanecerá intacta. Lo que las autoridades del PCCh no reconocen es que la ausencia de información no conduce al silencio. Por el contrario, crea un vacío en el que fluyen rumores y susurros.
Sin embargo, los funcionarios chinos han tratado sistemáticamente de ocultar el alcance del problema, no solo a los observadores externos sino también a sus propios ciudadanos. Por ejemplo, el Dr. Li Wenliang, un oftalmólogo de 34 años de edad, trató de advertir a sus superiores de un nuevo virus que no se había visto antes y que infectó a los pacientes a finales de diciembre. Él y varios colegas fueron detenidos y, según se informa, fue obligado a firmar un documento en el que admitía haber hecho declaraciones falsas que perturbaron el orden público. Una fuente china informa que se ordenó la destrucción de las muestras iniciales del nuevo virus.
De manera similar, el alcalde de Wuhan declaró en la CCTV (televisión estatal china) que había ocultado información deliberadamente, afirmando que tenía que seguir los procedimientos antes de divulgar cualquier información. Declaró esto el 27 de enero. Casi dos semanas antes, ya había pruebas crecientes de la transmisión del coronavirus de persona a persona, sin embargo Wuhan había seguido adelante con una cena «potluck» a nivel de distrito en la que participaron cuarenta mil familias. Y lo que es más importante, hasta cinco millones de personas habían abandonado la ciudad antes de que fuera cerrada.
A los cuatro meses de la pandemia del coronavirus, Beijing continúa con este patrón. Los funcionarios chinos afirman que no ha habido nuevos casos ni muertes. Pero tomar esto al pie de la letra es creer que los líderes chinos pueden saber lo que está sucediendo en cada cuarto de una nación del tamaño de los Estados Unidos pero con cuatro veces la población. Es creer que no hay casos del coronavirus en los campos de prisioneros que albergan a un millón de uigures. Y requiere tomar la palabra de los funcionarios chinos, que han expulsado a los periodistas americanos que podrían investigar de forma independiente.
Una mayor transparencia por parte de China contribuiría en gran medida a silenciar los rumores más extravagantes, así como a ayudar a China a cumplir con sus responsabilidades internacionales frente a una amenaza global para la salud. Pero no aguante la respiración esperando que eso suceda.