Ucrania está en guerra con Rusia. A diferencia de los conflictos más convencionales de siglos anteriores, esta guerra híbrida no puede entenderse únicamente a través de las banderas en los mapas o el estudio de los movimientos de tropas. Por el contrario, implica elementos informativos, económicos, cibernéticos y de infraestructura que son tan importantes como los resultados en el campo de batalla.
El gas ha sido durante mucho tiempo uno de los frentes clave en esta guerra. En los últimos días, Rusia ha ampliado el frente de batalla para incluir la electricidad. Ucrania suele ser un exportador neto de electricidad, pero se encuentra en una situación difícil. Necesita importar más carbón o electricidad. El Kremlin ha prohibido no solo la exportación de electricidad rusa, sino también la bielorrusa, ya que se basa en el combustible ruso. Moscú bloquea incluso las exportaciones kazajas de carbón a Ucrania a través de la red ferroviaria rusa.
En tiempos más tranquilos, en 2002, Anatoly Chubais, entonces director general de RAO UES, la compañía eléctrica estatal rusa, me mostró la central de despacho de UES. Me quedé atónito. Un mapa en una enorme pared cubría toda la antigua Unión Soviética, mostrando cómo la electricidad fluía desde las centrales eléctricas hasta los consumidores. Un despachador de Moscú podía apagar una central eléctrica, por ejemplo, en Ucrania.
Muy poco ha cambiado. El continente europeo, dejando de lado las islas (Reino Unido, Irlanda y Chipre), está dividido en cuatro sistemas de transmisión eléctrica diferentes: continental, postsoviético, nórdico y báltico. Los sistemas de transmisión nórdicos y bálticos se están unificando gradualmente. Pero Ucrania, Moldavia y otras antiguas repúblicas soviéticas siguen perteneciendo al sistema de transmisión controlado por Moscú.
Deben liberarse de la zona eléctrica rusa por una cuestión de seguridad nacional. Los despachadores de Moscú ya no controlan el trabajo de las centrales eléctricas ucranianas, pero la red de Ucrania sigue estando técnicamente conectada con Rusia y Bielorrusia. Si necesita importar electricidad, solo puede hacerlo desde Rusia o Bielorrusia.
Ucrania necesita pasar de la antigua red soviética a la continental europea. Por tanto, necesita sincronizar su sistema de transmisión de electricidad con la Unión Europea.
Al igual que Dios, la UE actúa de forma a menudo misteriosa. La base de la integración de Ucrania en la UE es su amplio Acuerdo de Asociación con la UE, que entró en pleno vigor en septiembre de 2017. Pero ya en 2011, Ucrania se incorporó a la Comunidad Europea de la Energía, cuyo cometido es aplicar el tercer paquete energético europeo, que prescribía la desagregación del transporte y la producción de energía y la comercialización.
Para la electricidad, la UE creó en 2008 la Red Europea de Gestores de Redes de Transporte (ENTSO-E). Está formada por 42 operadores de transmisión de electricidad de 35 países europeos, entre los que se encuentran los 27 miembros de la UE, todas las antiguas repúblicas yugoslavas y Turquía, pero hasta ahora ni Ucrania ni Moldavia.
Además de reforzar la seguridad nacional de Ucrania, la sincronización de su sistema de transmisión eléctrica con la Europa continental tendría muchos otros efectos positivos.
Haría posible que Ucrania comerciara libremente con la electricidad de Europa. En la actualidad, solo la pequeña isla occidental de Burshtyn, controlada por DTEK, puede hacerlo. En general, Ucrania es un exportador neto de electricidad, pero a veces necesita importarla. Si en el futuro Ucrania sufriera una escasez de electricidad, Rusia ya no podría chantajear al país. En su lugar, Ucrania se limitaría a importar del vasto mercado continental.
Desde la Revolución de la Dignidad de 2014, Ucrania ha llevado a cabo importantes reformas energéticas, pero este proceso ha sido azaroso. Un paso hacia la reforma ha sido seguido a menudo por un tope de precios inesperado, nuevas subvenciones gubernamentales u otras interferencias en el mercado. Si Ucrania se integra en el mercado europeo de la electricidad, las normas de la UE bloquearán ese capricho gubernamental.
Otra consecuencia sería una muy necesaria nivelación de las numerosas tarifas eléctricas en Ucrania. Los dos beneficiarios más evidentes serían Energoatom y Ukrhydoenergo, los productores estatales de energía nuclear e hidroeléctrica, cuyas deprimidas tarifas podrían elevarse. También habría que poner fin a la regulación arbitraria de las tarifas de los consumidores. Las elevadas tarifas ecológicas son más difíciles de frenar legalmente, pero se podrían moderar las tarifas de los nuevos productores de renovables. Ya no serían admisibles los topes de precios repentinos o arbitrarios, y el gobierno tendría que ordenar sus obligaciones de servicio público.
La integración europea llevaría a reforzar la independencia e integridad de la Comisión Nacional Reguladora de la Energía y los Servicios Públicos de Ucrania (NEURC), que actualmente no es lo suficientemente fuerte como para hacer frente a los repentinos caprichos de la oficina presidencial o del parlamento. En 2020, el gobierno recortó primero las tarifas para los productores de energía eólica y solar en Ucrania. Luego no pagó ni siquiera las tarifas reducidas. En la actualidad, los atrasos del operador de transmisión estatal ucraniano Ukrenergo a los productores de energía renovable ascienden a casi 1.000 millones de dólares. Como consecuencia, prácticamente toda la inversión extranjera directa en Ucrania ha cesado. La entrada de Ucrania en la ENTSO-E puede garantizar unas normas de mercado decentes, creando un entorno en el que los inversores extranjeros se atrevan a volver a Ucrania.