Egipto se retiró de una alianza defensiva árabe planeada con la intención de unir a las naciones árabes sunitas contra la influencia chiíta de Irán en la región, dijo una fuente en El Cairo el jueves.
La última reunión de la Alianza de Seguridad del Medio Oriente (MESA, por sus siglas en inglés) respaldada por Estados Unidos se llevó a cabo el domingo en la capital de Arabia Saudita, Riad.
Egipto no envió una delegación, informó el servicio de noticias Reuters.
La alianza, una iniciativa saudí concebida por primera vez en 2017 que ha sido etiquetada como “OTAN árabe”, también incluye a Jordania, Omán, Kuwait, los Emiratos Árabes Unidos, Qatar y Bahrein.
Citando a una «fuente árabe», el informe dijo que El Cairo le dijo a los funcionarios estadounidenses a principios de esta semana que, en la paráfrasis de Reuters, “dudaba de la seriedad de la iniciativa, aún no había visto un plan formal, y debido al peligro de que El plan aumentaría las tensiones con Irán”.
«No se está moviendo bien», dijo una fuente saudí, y muchos gobiernos árabes estaban preocupados por la posibilidad de que la iniciativa no sobreviva a un cambio potencial en la administración en Washington después de la carrera presidencial de 2020.
A pesar del apoyo entusiasta del gobierno de Trump, la iniciativa ha sido acosada por las disputas y la desconfianza entre los árabes.
Desde junio de 2017, los países liderados por Arabia Saudita han cortado lazos con Qatar, afirmando que apoya el terrorismo y quiere una mejor relación con Teherán. Qatar niega los cargos, dice que está siendo castigado por seguir una política exterior independiente y que sus enemigos quieren un cambio de régimen en Doha.
Arabia Saudita y los Emiratos Árabes Unidos han adoptado un enfoque más conflictivo con el rival chií de Irán en los últimos años, acusándolo de apoyar a los grupos terroristas y alimentando la agitación en los países regionales. Los dos Estados sunitas encabezan una coalición militar en Yemen con el objetivo de derrocar al grupo rebelde hutí respaldado por Irán y devolver al poder al gobierno internacionalmente reconocido.
Bajo el presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, Estados Unidos adoptó una postura mucho más agresiva hacia Teherán que bajo su predecesor Barack Obama, que culminó con su decisión de abandonar el acuerdo de 2015 destinado a frenar el programa nuclear de Irán y restablecer las sanciones punitivas.