El Senado de Estados Unidos ha aprobado la Ley de Autorización de la Defensa Nacional (NDAA) para el año fiscal 2020, que obliga a la Casa Blanca a imponer sanciones a los gasoductos Nord Stream 2 y Turkish Stream de Rusia.
El 11 de diciembre, la Cámara de Representantes votó a favor de la NDAA, y ahora el documento de 3.500 páginas está en el escritorio del presidente Donald Trump, a la espera de su firma.
Algunos puntos del documento, que elevan el gasto militar anual de Estados Unidos en un 3.1% hasta los 738.000 millones de dólares, imponen “disuasión” a Rusia: Un embargo sobre la cooperación militar directa, la prohibición de reconocer oficialmente la anexión de Crimea y sanciones contra los proyectos de gas rusos.
Las sanciones estipuladas en la NDAA pueden aplicarse a las empresas que suministran buques para la construcción de oleoductos de exportación. En el caso de la rusa Gazprom, los proveedores son las empresas suizas Allseas y Saipem, propietarias de los buques de tendido de tuberías más rápidos del mundo, que pueden recorrer hasta 5 kilómetros al día.
Según las enmiendas a la NDAA redactadas por el senador republicano Ted Cruz y la demócrata Jeanne Shaheen, tales restricciones salvaguardarán la seguridad energética de Europa.
La versión inicial incluía severas sanciones a la deuda del gobierno ruso, con restricciones en el mercado secundario y bonos denominados en rublo, de los cuales 44.000 millones de dólares están en manos de no residentes en Rusia.
El proyecto de ley da al Departamento de Estado de los Estados Unidos 60 días para compilar una lista de las empresas que se verán afectadas por las sanciones. Las empresas dispondrán entonces de otros 30 días para cesar su actividad.
Los Estados Unidos podrían haber impuesto sanciones a las empresas participantes incluso antes: Se establecieron en la Ley de Contrarrestar los Adversarios Mediante Sanciones de Estados Unidos (CAATSA, por sus siglas en inglés), que fue aprobada en 2017, destaca Gerhard Mangott, profesor de política en la Universidad de Innsbruck y experto en Europa del Este.
Sin embargo, la Administración Trump decidió no hacerlo, a pesar de que la posición de Alemania en la disputa con los Estados Unidos era intrínsecamente débil: “Si Alemania hubiera intentado vengarse castigando a los estadounidenses por las sanciones del Nord Stream 2, se habría encontrado en una posición muy vulnerable con respecto a las restricciones contra la industria automotriz alemana”, dijo Mangott.
Incluso sin sanciones estadounidenses, las oportunidades de exportación de Gazprom se han visto mermadas. En septiembre, el Tribunal de Justicia de las Comunidades Europeas prohibió a la empresa rusa utilizar más de la mitad de la capacidad del oleoducto OPAL, el ramal terrestre de la primera línea de Nord Stream.
La decisión se tomó sobre la base de una demanda de Polonia, que insistió en que, al permitir a Gazprom el acceso al gasoducto que bombea desde Nord Stream a países de Europa Central y Occidental, la Comisión Europea violó los principios de la directiva de la UE sobre el gas, que prohíbe que una empresa sea tanto el proveedor de gas como el propietario del gasoducto.
Para Gazprom, esta decisión supone una pérdida de 18.000 millones de metros cúbicos al año, un tercio de la capacidad diseñada de Nord Stream 1 (55.000 millones de metros cúbicos).