Según numerosos expertos y una investigación de la Universidad de Yale, el efecto de las sanciones occidentales en la economía rusa es mucho mayor de lo que indican las estadísticas oficiales del país.
Según las últimas predicciones del FMI, anunciadas el pasado martes, la economía rusa se comportaría mejor de lo previsto inicialmente este año, con un descenso del PIB del 6,0 % en 2022. El Fondo había previsto anteriormente un descenso del producto interior bruto del 8,5 % en abril.
Sin embargo, a pesar de que los efectos a corto plazo de las sanciones son menos graves de lo previsto inicialmente, los verdaderos problemas para la economía rusa no saldrán a la luz hasta después de 2022, según Ian Bremmer, presidente de Eurasia Group y uno de los analistas internacionales más reconocidos del mundo.
“Según datos anecdóticos, las interrupciones industriales están aumentando a medida que se agotan las existencias y la escasez de piezas internacionales se hace inevitable. Entre las industrias identificadas están la de los chips y la del transporte, que en ciertos casos refleja la demanda de productos militares de doble uso”, dijo Bremmer el lunes a la CNBC.
La escasez más amplia puede verse agravada por los retrasos del gobierno. Dijo que, aunque se están importando menos artículos intermedios y de inversión, las importaciones de bienes de consumo están aumentando.
Los individuos con más talento están abandonando Rusia, según Bremmer, que también destacó la importancia de las sanciones comerciales sobre la tecnología sensible y la “escala de tiempo más larga en la que las sanciones dañan la productividad y el crecimiento de la tendencia”.
Según él, “la fuga de cerebros disminuye directamente la población en edad de trabajar, sobre todo la de alta productividad, lo que reduce el PIB”.
También repercute en la productividad global, dificulta la innovación y disminuye la confianza económica general, lo que repercute negativamente en la inversión y el ahorro.
El Grupo Eurasia predice que una caída sostenida y a largo plazo de la actividad económica provocará un descenso del 30-50 % del PIB ruso respecto a su nivel de antes de la guerra.
Informe de Yale
De forma similar, una reciente investigación de la Universidad de Yale advierte contra la “narrativa común” de que las sanciones económicas impuestas a Rusia tras invadir Ucrania habrían causado “desastres para Occidente, en vista de la supuesta “resistencia”, incluso “prosperidad”, de la economía rusa.
Los especialistas de la Escuela de Administración de Yale critican los “números elegidos” por el presidente ruso Vladimir Putin, diciendo: “Esto es simplemente erróneo”.
“Las salidas de empresas y las sanciones dañan la economía rusa a corto y largo plazo”, concluyen sus investigaciones.
Muchas empresas y países dejaron de hacer negocios con Rusia o dejaron de operar en ella. Además, el país tiene problemas para adquirir componentes, materias primas e incluso ciertas tecnologías necesarias.
La situación es grave: “A pesar de los delirios de autosuficiencia y sustitución de importaciones (…), la producción nacional rusa ha cesado por completo y es incapaz de reemplazar las empresas, bienes y talentos perdidos”, añade la investigación.
Sostienen que las empresas que huyeron de la nación destruyeron “casi tres décadas de inversiones extranjeras” y “representan aproximadamente el 40 % de su PIB”.
Putin “recurre a una intervención financiera y monetaria insostenible” para hacer frente a estos problemas, prosiguen, y las finanzas del Kremlin “están en un estado mucho más crítico de lo que reconoce la administración”.
El “pivote hacia China” del líder ruso puede estar basado en “suposiciones poco realistas”.
La investigación afirma que “Rusia es un pequeño socio comercial de China (…) y la mayoría de las empresas chinas no pueden arriesgarse a quedar bajo las sanciones de Estados Unidos”.
También señalan que, a pesar de los estrictos controles de capital, los mercados financieros nacionales de Rusia han tenido un rendimiento inferior al del resto del mundo en lo que va de año, “una debilidad económica sostenida y continua, con contracción del crédito y la liquidez, así como la exclusión efectiva de Rusia de los mercados financieros mundiales”.
Los titulares derrotistas que afirman que la economía rusa se ha recuperado son sencillamente falsos; la economía rusa está en caída libre según todos los criterios y a todos los niveles, y aún no ha llegado el momento de aplicar los frenos”.
Así, los economistas de Yale llegaron a la conclusión de que “Rusia seguirá experimentando un colapso económico mientras las naciones aliadas sigan comprometidas a mantener y aumentar la presión de las sanciones contra Rusia”.