Moscú está lista para desplegar nuevas armas cuando Rusia y Estados Unidos se retiren oficialmente del tratado de Fuerzas Nucleares de Alcance Intermedio de la era de la Guerra Fría el viernes, dicen los analistas, lo que eleva el espectro de otra carrera armamentista.
Washington y Moscú se han acusado mutuamente de violar el tratado de 1987 y ambas partes han estado planeando la retirada mutua durante muchos meses.
El presidente ruso Vladimir Putin suspendió la participación en el acuerdo, que limita el uso de misiles de mediano alcance, en marzo, después de que la Casa Blanca de Donald Trump dijera que estaba abandonando el acuerdo.
Además de las supuestas violaciones rusas, Washington dice que el tratado de Fuerzas Nucleares de Alcance Intermedio (FNI) le ata las manos y da rienda suelta a otros países, principalmente a China.
“Ahora que el tratado ha terminado, veremos el desarrollo y despliegue de nuevas armas”, dijo a AFP el analista militar Pavel Felgenhauer, quien agregó: “Rusia ya está lista”.
Putin discutió por primera vez las nuevas armas a finales del año pasado frente a oficiales de alto rango y dio más detalles en febrero, justo cuando los EE.UU. lanzaron el procedimiento para deshacerse del acuerdo INF.
Además de la creación de un misil terrestre de alcance medio, Moscú tiene previsto desarrollar una versión terrestre de los misiles Kalibr que ya han sido utilizados con éxito por la armada y probados en Siria.
Pero Rusia tiene limitaciones financieras.
Ha luchado por salir de la crisis económica de 2014 causada por las sanciones y la caída de los precios del petróleo. Su presupuesto militar es una décima parte del de Washington.
Putin ha especificado que los nuevos misiles deben ser desarrollados “sin aumentar el presupuesto de defensa”. Los observadores dicen que esta renuencia a aumentar el gasto puede ser una resaca de la Unión Soviética, que se derrumbó en parte bajo la carga de su enorme gasto militar.
Otro acuerdo importante que expirará
Washington ha denunciado durante los últimos cinco años el desarrollo de sistemas rusos que, según dice, violan el tratado.
El misil en cuestión, el 9M729, tiene un alcance de unos 1.500 kilómetros (900 millas) según la OTAN, pero Moscú insiste en que solo puede volar 480 kilómetros.
Cuando Trump anunció su intención de abandonar el acuerdo, el Kremlin hizo poco para disuadirlo.
Los funcionarios rusos habían estado criticando el acuerdo INF durante años, diciendo que le daba a Washington una ventaja injusta.
“Rusia ha estado jugando durante mucho tiempo, primero negando que este misil existe, luego reconociendo que existe, pero diciendo que está en línea con el acuerdo”, dijo el analista militar Alexander Golts.
“Ya en 2007, cuando Rusia se retiró del tratado FACE (sobre armas convencionales en Europa), el ejército ruso y el Kremlin dijeron que el tratado INF no era un buen acuerdo, que no era justo”, añadió el analista Felgenhauer.
Cada vez que Estados Unidos anunciaba el despliegue de un nuevo sistema de defensa antimisiles a sus aliados en Europa o Asia, se volvían a plantear preguntas sobre el acuerdo.
Los EE.UU. dicen que estos sistemas son puramente defensivos, pero para Moscú están demasiado cerca para su comodidad y son vistos como un intento de contener las capacidades nucleares de Rusia.
El acuerdo INF fue visto como uno de los dos acuerdos de armas clave entre Rusia y Estados Unidos, el otro es el nuevo tratado START, que mantiene los arsenales nucleares de ambos países muy por debajo de su pico de la Guerra Fría.
Sin embargo, este acuerdo también expira en 2021 y parece que hay poca voluntad política para negociar una prórroga.
“Las posibilidades de que esto continúe son bajas”, dijo Alexander Savelyev, del grupo de expertos del Consejo de Asuntos Internacionales de Rusia.
“Nada limitará la nueva carrera de armas nucleares entre Estados Unidos y Rusia”.