El martes por la mañana se produjo el lanzamiento de un satélite iraní de fabricación rusa desde Kazajistán, lo que hizo temer que Moscú lo utilizara para aumentar su vigilancia de objetivos militares ucranianos.
El lanzamiento del cohete Soyuz-2.1b que transportaba el satélite Khayyam desde el cosmódromo de Baikonur, controlado por Rusia, a la hora prevista de las 05:52 GMT, fue visible en una transmisión en directo de la agencia espacial rusa Roscosmos.
Su posterior llegada a la órbita fue confirmada por el control de la misión rusa.
Irán se ha esforzado por disipar la preocupación de que Moscú utilice a Khayyam para espiar a Ucrania manteniendo sus relaciones con Moscú y absteniéndose de criticar la invasión de Ucrania.
El periódico estadounidense The Washington Post dijo la semana pasada que fuentes de inteligencia occidentales no identificadas habían afirmado que Rusia “planea utilizar el satélite durante varios meses o más” para apoyar sus esfuerzos bélicos antes de entregarlo a Irán.
Sin embargo, la República Islámica controlaría el satélite Khayyam “desde el primer día”, según una declaración realizada el domingo por la Agencia Espacial Iraní.
Debido al “algoritmo encriptado” del satélite, “ningún tercer país puede acceder a la información”, afirmó.
Según la agencia espacial, Khayyam “vigilará las fronteras del país”, mejorará la productividad agrícola y vigilará los recursos hídricos y las calamidades naturales.
El lunes, la ASI elogió “el fuerte factor de fiabilidad del lanzador Soyuz” en un comunicado previo al lanzamiento.
El lanzamiento del satélite Khayyam ha sido confiado a Rusia, según un comunicado publicado en el sitio web de la agencia espacial. Esto se debe a que el satélite pesa más de media tonelada y el lanzador Soyuz tiene una tasa de éxito muy alta.
El Kremlin está intentando reorientar a Rusia hacia Oriente Medio, Asia y África con el fin de encontrar nuevos clientes para el problemático programa espacial del país, mientras Moscú se encuentra cada vez más aislado en la escena mundial como consecuencia de las sanciones occidentales por Ucrania.
En uno de sus pocos viajes al extranjero desde que comenzó la invasión, el presidente ruso Vladimir Putin se reunió el mes pasado en Teherán con su homólogo iraní, Ebrahim Raisi, y con el líder supremo, el ayatolá Alí Jamenei.
Una asociación a largo plazo
Khayyam, que supuestamente lleva el nombre del polímata persa Omar Khayyam, que vivió en el siglo XI, no es el primer satélite iraní que Rusia ha puesto en órbita. El satélite iraní Sina-1 fue lanzado en 2005 desde el cosmódromo de Plesetsk (Rusia).
Irán intenta actualmente salvar un acuerdo de 2015 destinado a frenar las aspiraciones nucleares de Teherán mediante negociaciones con las principales potencias extranjeras, incluida Moscú.
Estados Unidos, que se retiró del histórico Plan de Acción Integral Conjunto (JCPOA) en 2018, cuando Donald Trump aún era presidente, ha acusado a Irán de ayudar activamente al conflicto de Rusia con Ucrania mientras mantiene un “velo de neutralidad”.
El iraní Jamenei pidió una “colaboración a largo plazo” con Rusia durante su reunión con Putin el mes pasado, y Teherán ha declinado sumarse a la condena mundial por la invasión de Moscú a su vecino prooccidental.
Irán sostiene que su programa espacial no viola el acuerdo nuclear de 2015 ni ningún otro pacto internacional porque solo se utiliza con fines de defensa y civiles.
A las naciones occidentales les preocupa que los sistemas de lanzamiento de satélites contengan componentes que puedan usarse indistintamente en misiles balísticos capaces de transportar ojivas nucleares, algo que Irán ha negado sistemáticamente que intente desarrollar.
En abril de 2020, Irán logró lanzar con éxito su primer satélite militar al espacio, lo que le valió duras críticas de Estados Unidos.