El ministro turco de Asuntos Exteriores, Mevlut Cavusoglu, se reunió el miércoles en Washington con el secretario de Estado estadounidense, Antony Blinken. La tardía visita oficial del jefe de la diplomacia turca se centrará en la probable venta de cazas F-16 y en la negativa de Ankara a aprobar el ingreso en la OTAN de Suecia y Finlandia.
Los dos ministros de Asuntos Exteriores han hablado anteriormente al margen de cumbres de la OTAN y de reuniones de la ONU, pero la administración Biden ha tardado casi dos años en invitar formalmente a Cavusoglu, lo que muchos analistas consideran muestra de una relación tensa.
Funcionarios de EE.UU. y Turquía afirmaron que también se tratarán la invasión de Ucrania por Rusia, la política sobre Siria, la cooperación energética y cuestiones de seguridad regional.
Aunque elogia a Turquía por algunas de sus actividades durante el conflicto en Ucrania, como la mediación en las negociaciones sobre un corredor de cereales, a Estados Unidos le preocupan, sin embargo, los crecientes lazos de Ankara con Moscú.
El plan de Turquía de llevar a cabo una operación militar en Siria y su intención de reparar las relaciones con Damasco son otros puntos de discordia entre ambas naciones. Turquía pide a Washington que cese su ayuda a las fuerzas kurdas sirias, a las que considera terroristas.
Las relaciones con la OTAN se ponen a prueba
Desde que Turquía compró sistemas rusos de defensa antimisiles en 2019, lo que provocó que Ankara quedara fuera del programa del avión de combate de última generación F-35, las relaciones entre los aliados de la OTAN se han deteriorado.
A pesar del apoyo de la administración Biden, algunos miembros prominentes del Congreso se oponen a los planes actuales de Turquía de comprar aviones F-16 a Estados Unidos.
El deficiente historial en materia de derechos humanos y la postura de Turquía respecto a Siria son dos de las razones aducidas por los políticos estadounidenses para su oposición a la venta. Pero últimamente ha surgido un factor más importante en su rechazo: La negativa de Ankara a reconocer la pertenencia de Suecia y Finlandia a la OTAN.
Según Jonathan Schanzer, vicepresidente senior de la Fundación para la Defensa de las Democracias en Washington, “el ministro de Asuntos Exteriores de Turquía está intentando cerrar el trato sobre la venta de F-16 a su país”. Sin embargo, añadió, “existe una creciente y genuina ansiedad bipartidista en el Congreso sobre dicho acuerdo”.
“Turquía ha demostrado ser un aliado profundamente poco fiable, desde el apoyo de Ankara a Hamás, Irán y el ISIS hasta su negativa a permitir que los Estados europeos elegibles se unan a la OTAN. En Washington, la reputación de Turquía se ha visto gravemente empañada. Por tanto, incluso con el apoyo de la Casa Blanca, no tengo claro que Cavusoglu pueda completar su tarea”.
Continuó diciendo que Turquía había prestado una ayuda desigual a Ucrania. “Y esa podría ser otra vía de interacción”. Sin embargo, es poco probable que incluso una cooperación completa convenza a los legisladores que rechazan castigar a Turquía por su mala conducta anterior.
Schanzer también se refirió a la posibilidad de que Israel reciba presiones de la administración Biden para pronunciarse más a favor de Ucrania. La postura de Israel sobre Ucrania “no puede cambiar significativamente”, añadió Schanzer. La información y otros apoyos no cinéticos fluirán. La cúpula de hierro, sin embargo, está fuera de los límites. Si Rusia se hace con una batería en el campo de batalla, los israelíes tienen todo el derecho a preocuparse por su eficacia. Es muy probable que los rusos se la proporcionen a Irán para que puedan aplicar ingeniería inversa y encontrar sus puntos débiles.