La aparición de Europa como nuevo epicentro de la pandemia de coronavirus está relacionada no solo con el fracaso de la Unión Europea para superar la crisis, sino también con la resistencia del propio virus.
Cuando el mundo supo por primera vez de la existencia del coronavirus en China a principios de año, la respuesta de la UE, como la de la mayoría de los demás países del mundo, fue adoptar un enfoque de esperar para ver su desarrollo.
El problema de la UE, sin embargo, es que este enfoque inadecuado se siguió adoptando mucho después de que se hizo evidente que el virus estaba a punto de convertirse en un problema mundial, no específicamente chino. Lo que es más pertinente, el hecho de que la Unión Europea no haya podido mejorar su juego tras la rápida propagación del virus ha llevado a la mayor parte de Europa a un punto muerto, lo que significa que ahora la Unión Europea está tratando de recuperar el terreno perdido reclamando el liderazgo.
Después de varias semanas de evasiva, la Unión Europea ha impuesto finalmente una prohibición de 30 días a los viajeros procedentes de fuera del bloque. Esta medida se aplicará en 26 Estados de la UE, así como en Islandia, Liechtenstein, Noruega y Suiza. La prohibición no se aplicará a los ciudadanos británicos e irlandeses.
“Esto es bueno”, comentó la Presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, quien anunció las nuevas medidas antes del 18 de marzo. “Tenemos un enfoque unánime y unificado para el tema de las fronteras exteriores”.
El hecho de que la UE haya actuado hasta ahora cuando tantos grandes países europeos como Francia, Italia y España ya están en bloqueo ilustra la insuficiencia de la respuesta de la Unión Europea a la crisis. También ayuda a explicar por qué Europa ha sustituido a Asia como principal epicentro de la pandemia.
Cuando la Sra. von der Leyen finalmente anunció a principios de esta semana que la UE planeaba imponer una prohibición de viajar, la mayoría de los Estados miembros ya habían tomado sus propias manos y tomado sus propias medidas para restringir el acceso a las fronteras.
Además, al adoptar sus propias medidas unilaterales, la decisión de algunos Estados miembros de la UE, como Austria y la República Checa, de imponer una prohibición específica de viajar a los ciudadanos de otros Estados de la UE, como la vecina Italia, es una violación flagrante de uno de los principios fundacionales fundamentales de la UE, a saber, la libre circulación de sus ciudadanos a través de las fronteras de otros Estados miembros.
Por consiguiente, el hecho de que la Unión Europea no haya abordado el problema del coronavirus había dado lugar anteriormente a la retirada del Acuerdo de Schengen, en el que se estipula que los nacionales de cualquier Estado miembro de la UE pueden circular libremente por el territorio de la Unión.
El compromiso de la Unión Europea con Schengen fue uno de los factores clave que convencieron al Presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, de imponer su prohibición original de viajar a Europa continental, alegando -y con razón- que la Unión Europea estaba reaccionando en exceso ante el virus.
Ahora, gracias a la ineptitud de la UE, la alianza ha entrado en una nueva era en la que se ha sentado un precedente para que sean los gobiernos de sus distintos Estados miembros, y no Bruselas, quienes decidan quién puede y quién no puede cruzar sus fronteras.
La repentina introducción de nuevos controles fronterizos en Europa ya está teniendo un gran impacto en los acuerdos comerciales entre los distintos Estados miembros de la UE. Esta semana, por ejemplo, se siguió a los camiones que intentaban entrar en Polonia desde Alemania durante decenas de kilómetros, mientras que los guardias fronterizos polacos insistieron en comprobar la temperatura, la salud y los documentos de los conductores que deseaban entrar en el país.
Además, el hecho de que la Unión Europea no haya podido ejercer un liderazgo eficaz para hacer frente al problema del coronavirus ha aumentado las tensiones entre los principales Estados miembros, lo que en última instancia podría poner en peligro la supervivencia de la Unión Europea en su forma actual.
Tal vez el episodio más vergonzoso en las relaciones de la Unión Europea desde el brote de coronavirus haya sido la negativa de Alemania a permitir la exportación de las tan necesarias mascarillas y ventiladores a Italia, después de que el gobierno italiano hiciera un llamamiento directo al resto de la UE. En lugar de demostrar la llamada solidaridad que debería sustentar la creación de la UE, el Gobierno alemán ha prohibido la exportación de equipos a Italia.
Se dejó a Italia en manos del gobierno chino, que suministró a los italianos 31 toneladas de suministros médicos urgentes.
El tratamiento de la Unión Europea del coronavirus no solo fue incompetente. Planteó serias dudas sobre si era otra víctima de una pandemia mortal.