El 19 de abril, las Fuerzas de Defensa de Israel llevaron a cabo un ataque contra el sistema de misiles antiaéreos S-300 de Irán en respuesta a más de 300 amenazas aéreas lanzadas por Teherán los días 13 y 14 de abril. Este ataque disuadió de manera significativa a Irán y a Hezbolá durante el mes de agosto, según informaron fuentes al Jerusalem Post.
Estas fuentes destacaron que el efecto disuasorio fue distinto para cada actor. Hasta ahora, Irán no ha realizado represalias militares directas contra Israel por el asesinato de Ismail Haniyeh, líder de Hamás, ocurrido el 31 de julio en Teherán, acción atribuida a Jerusalén. Según algunas fuentes, el líder supremo de Irán, el ayatolá Ali Jamenei, percibió el ataque al S-300 como una gran pérdida y tanto él como sus fuerzas armadas están perturbados por no saber cómo Israel logró llevarlo a cabo.
El valor del ataque al S-300 no radica solo en que Teherán tardó una década en adquirir este sistema de Rusia, ni en el avance que representa en términos de defensa antiaérea. Su importancia también reside en su ubicación cercana a las instalaciones nucleares de Natanz y a un aeropuerto militar estratégico. Según las fuentes, Jamenei entendió claramente que Israel podría haber destruido otros sitios estratégicos de igual relevancia.
La situación se agravó cuando Israel y sus aliados derribaron el 99% de las amenazas aéreas lanzadas por Irán en abril y reactivaron su coalición a principios de agosto. Pese a las semanas de amenazas de la República Islámica, que prometía un ataque masivo contra Israel en venganza por la muerte de Haniyeh, septiembre comenzó sin señales de que Jamenei estuviera dispuesto a cumplir esas amenazas.
En cuanto a Hezbolá, las fuentes describen un panorama más complejo. El grupo quería tomar represalias por la muerte de su jefe militar, Fuad Shukr, el 30 de julio. A pesar del poderío mostrado por Israel contra Irán en abril, Hezbolá finalmente optó por una respuesta más limitada en lugar de lanzar una guerra total con 6.000 a 8.000 cohetes diarios y atacar centros civiles en Tel Aviv, Haifa y otras zonas. El grupo libanés optó por lanzar unos cientos de cohetes contra 11 bases de las FDI, incluidos los cuarteles de las FDI y el Mossad.
Este cambio en la estrategia de Hezbolá, motivado por el temor a las capacidades de Israel demostradas en abril, evitó una guerra de mayor escala y proporcionó a Jerusalén una ventaja táctica significativa. Si Hezbolá hubiera usado toda su capacidad de cohetes y misiles de precisión contra centros poblacionales clave de Israel, las FDI habrían tenido que lanzar ataques preventivos en el sur del Líbano, así como en Beirut, Baalbek y el valle de Bekaa. Aunque más de 100 aviones de las FDI destruyeron miles de cohetes de Hezbolá el 25 de agosto, el 90% de los ataques se centraron en el sur del Líbano.
Este enfoque permitió a las FDI concentrarse en proteger las aldeas del norte de Israel de los cohetes de corto alcance, en lugar de tener que desviar más recursos hacia Tel Aviv y el centro de Israel, lo cual habría dejado las aldeas del norte más vulnerables.
El poder combinado de las ofensivas y defensivas de Israel en abril contra Irán, junto con el ataque preventivo del 25 de agosto contra Hezbolá, parece haber disuadido o, al menos, retrasado los planes de estos enemigos para convertir agosto en un mes de conflicto para Jerusalén, según las fuentes consultadas.