Las primeras señales procedentes de Washington atestiguan que la nueva administración no perderá el tiempo. El equipo que ha formado el presidente Joe Biden considera que la vuelta a las conversaciones sobre un acuerdo nuclear con Irán es un objetivo clave, y al parecer tiene la intención de empezar a trabajar para conseguirlo rápidamente. Teherán está respondiendo con una línea dura: Los iraníes esperan que Estados Unidos vuelva al acuerdo original, forjado con la administración Obama en 2015 y desechado por el presidente Donald Trump tres años después. Teherán también exige el fin de las sanciones que Estados Unidos ha impuesto en los últimos años.
El nuevo secretario de Estado, Antony Blinken, dijo en su audiencia de confirmación en el Senado la semana pasada que Estados Unidos quiere consultar a sus amigos en Oriente Medio antes de reanudar las conversaciones. “Es de vital importancia que nos comprometamos en el despegue, no en el aterrizaje”, añadió. Israel no parece animado por los acontecimientos. La retransmisión de la toma de posesión de Biden en Israel el miércoles por la noche estuvo acompañada de declaraciones pesimistas de funcionarios políticos.
Según las informaciones procedentes de Jerusalén, Biden buscará una rápida vuelta al acuerdo y solo después formulará un nuevo trato con nuevas condiciones que aborden los temas que se omitieron en el original: restricciones al programa de misiles iraní y a las actividades subversivas en Oriente Medio.
Una de las declaraciones llegó a decir: “Si Biden adopta el plan de Obama [respecto a Irán], no habrá nada que discutir con él”. Cuando se trata de las relaciones con Estados Unidos, Israel no es exactamente una mosca, pero a veces se confunde un poco y está totalmente seguro de que es un elefante.
El general de división (res.) Yaakov Amidror, antiguo jefe del Consejo de Seguridad Nacional, sigue siendo una de las personas más cercanas al primer ministro Benjamin Netanyahu, incluso ahora que no ocupa un cargo oficial. La semana pasada, en una reunión en el Instituto de Jerusalén para la Estrategia y la Seguridad, donde es un alto miembro, Amidror dijo: “En una situación en la que Estados Unidos vuelva al antiguo acuerdo nuclear con Irán, Israel no tendrá más remedio que actuar militarmente contra Irán para evitar que fabrique un arma nuclear”.
Según Amidror, la administración Biden plantea a Israel una cuestión crítica: “¿Cómo, tratando con una administración con planes claros de volver a un acuerdo…, maniobra Israel de forma que consiga mantener la libertad de movimiento militar frente a Irán?”.
Amidror dijo a Haaretz: “El acuerdo anterior, firmado durante el mandato de Obama, no satisfizo la necesidad de impedir que Irán se acercara al punto de ruptura para lograr la capacidad nuclear. Antes de firmar el acuerdo, la administración Obama cambió su política de desmantelar la capacidad iraní a posponer el proyecto y seguirlo. Creemos que este fue un acuerdo terrible. Hay que crear un sistema de comunicación con la nueva administración para entender lo que pretenden hacer. Tendremos que sentarnos con los estadounidenses y entender su posición. Cuando esto ocurra, Israel también dejará clara su política”.
Según Amidror, la opción estadounidense de volver al antiguo acuerdo sin introducir cambios esenciales volverá a poner sobre la mesa todas las opciones en lo que respecta a Israel, “todo lo que Israel sabe hacer”. Dijo: “Si resulta que los movimientos estadounidenses hacen posible que los iraníes se acerquen a una bomba, hay que preparar mejor la opción militar. No hay que apresurarse demasiado. En primer lugar, es necesario comprender a fondo lo que quieren los estadounidenses, pero Israel tiene que preservar la libertad de decisión y la libertad de acción”.
Tras el acuerdo de 2015, el plan plurianual del ejército israelí desvió recursos a otras tareas, como la llamada “campaña de entreguerras” para atacar las bases iraníes y los convoyes de armas en Siria. En cambio, se invirtieron menos esfuerzos en los planes operativos para los asaltos aéreos al “tercer círculo” -países que no comparten frontera con Israel, como Irán-, cuyo objetivo principal era el programa nuclear.
El diario Israel Hayom informó recientemente de que, si el gobierno decide volver a poner la opción militar sobre la mesa, las Fuerzas de Defensa de Israel pedirían miles de millones de shekels más para este fin.
Amidror descarta la importancia de la mala sangre entre Netanyahu y los miembros veteranos de la administración Obama, algunos de los cuales han vuelto a ocupar puestos clave en la administración Biden. Según Amidror, los lazos entre los dos países son lo suficientemente sólidos y prácticos como para ignorar esos residuos, si es que los hay. “Al final, los países toman decisiones basadas en los intereses, no en las relaciones personales”, añadió.
Amidror cree, al igual que algunos de los asesores de alto nivel que rodean a Netanyahu, que la posición negociadora de Irán en la reanudación de las conversaciones es mucho más débil de lo que Irán presenta en las declaraciones oficiales. Dice que el impacto de las sanciones estadounidenses en la economía iraní ha sido muy severo: “Apenas mantienen la cabeza fuera del agua y están esperando el lanzamiento de la administración Biden. Teherán está sometido a una gran presión para que se levanten las sanciones”. En opinión de Amidror, la posición de Irán permite a los estadounidenses adoptar una postura más dura en las negociaciones cuando éstas comiencen.