El asesor de seguridad nacional de EE.UU., Jake Sullivan, ha disipado las preocupaciones del gobierno israelí acerca de los diferentes puntos de vista de ambos países sobre el programa nuclear iraní, según informan los medios de comunicación.
Un informe cita a cuatro altos funcionarios israelíes que participaron en la reciente visita de Sullivan a Israel. Dijeron que el asesor de seguridad nacional de EE.UU. demostró la voluntad de la administración Biden de adoptar una postura más dura con respecto a Irán si fuera necesario y de considerar las posiciones de Israel sobre el tema.
Las ideas de EE.UU. sobre los futuros escenarios de las negociaciones de Viena, que Sullivan presentó a los funcionarios israelíes, al parecer no hacían referencia a una opción militar. Creo en la legitimidad de esta propuesta por razones obvias. Para empezar, el presidente Joe Biden evita por completo hablar de la implicación militar de Estados Unidos en conflictos estrechamente ligados a sus intereses estratégicos.
Consideremos ejemplos concretos, como la actual ambigüedad estratégica de Estados Unidos en la defensa de Taiwán. Aunque Biden ha reafirmado la determinación de su país de defender a Taiwán en caso de una invasión china, todo indica que el compromiso estadounidense de defender a Taiwán se limita a proporcionar al país las armas necesarias para su autodefensa.
La cuestión de la intervención militar directa de EEUU para proteger a Taiwán sigue siendo incierta y Washington la mantiene deliberadamente bajo capas de ambigüedad. El secretario de Defensa estadounidense, Lloyd Austin, fue más inequívoco al afirmar que Estados Unidos sigue comprometido a apoyar la capacidad de Taiwán para defenderse.
En cuanto a la segunda crisis más importante, la preocupación por una invasión rusa de Ucrania, Biden descartó categóricamente el envío de tropas estadounidenses para defender a Ucrania en caso de un ataque ruso. Ese paso no está sobre la mesa ahora, dijo, y sólo amenazó a Moscú con sanciones sin precedentes.
EE.UU. podría aumentar su presencia militar en los países de la OTAN cercanos a Rusia y proporcionar ayuda en materia de defensa a Ucrania. En definitiva, Biden ya ha descartado por completo nuevos conflictos militares, aunque a escala limitada. La clave es encontrar soluciones diplomáticas a las crisis.
Confía en el impacto de las sanciones cuando los esfuerzos diplomáticos fracasan. Esto se debe en parte a razones políticas internas, pero también a sus propias orientaciones y persuasiones. Sin duda, esto no sorprende a los políticos israelíes, que se han reunido con Sullivan y, al parecer, han discutido tres posibles escenarios de acuerdo nuclear con Irán.
Sullivan esperaba que se pudiera llegar a un acuerdo en las próximas semanas, aunque al parecer esto es poco probable. Otra posibilidad sería un acuerdo provisional de “congelación por congelación”, como una congelación de las sanciones a cambio de una congelación del programa nuclear iraní. De lo contrario, el fracaso de las negociaciones daría lugar a la imposición de nuevas sanciones por parte de Estados Unidos.
Deduzco que el momento de la visita no es ajeno a lo que está ocurriendo en Viena. Es decir, hay aspectos que sugieren que la administración está buscando el consenso con su aliado israelí.
Esto podría significar que la Casa Blanca está tratando de llegar a un acuerdo global con Israel sobre cómo tratar el programa nuclear iraní con el fin de establecer una buena base para lanzar un acuerdo alcanzado en Viena a la opinión pública, los políticos y los medios de comunicación estadounidenses. Esto no significa necesariamente que dicho acuerdo esté al alcance de la mano.
Pero sí significa que la administración está tratando de coordinar con su aliado israelí el siguiente paso, tanto si las negociaciones fracasan como si tienen éxito. Apaciguar y tranquilizar a Israel es importante para evitar una acción militar unilateral israelí contra Irán, y apoya la capacidad de la Casa Blanca para salir del punto muerto en la cuestión nuclear iraní con la menor pérdida política posible.
Por otra parte, el desarrollo de un entendimiento o estrategia común entre Israel y EE.UU. para hacer frente al desafío nuclear iraní redunda en beneficio de Teherán. Proporciona un fuerte freno que limitará cualquier intento israelí de atacar las instalaciones nucleares de Irán. Esto podría animar a los negociadores iraníes a presionar aún más en Viena para obtener las máximas concesiones posibles de Estados Unidos.