Tras la toma de posesión del presidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva en Brasilia, Irán anunció que enviaría dos de sus buques de guerra al país sudamericano. La agencia estatal de noticias rusa Sputnik, que tiene como caja de resonancia a otros proxies locales, recapituló el anuncio apenas dos días antes de la llegada prevista de los buques, según publicó el diario oficial del gobierno brasileño. Sin embargo, los barcos nunca llegaron.
¿Qué hizo que Irán cambiara sus planes? O mejor dicho, ¿cuáles eran los planes de Irán?
Oficialmente, Irán dice que sus buques, Dena -una fragata de la clase Mowj- y Makran -un antiguo petrolero reconvertido en portahelicópteros, ahora el mayor buque de la marina iraní- están de camino al Canal de Panamá. La travesía del Océano Pacífico sería el punto central de sus planes de “dar la vuelta al mundo”.
Hasta ahora se desconoce qué ha llevado a los iraníes a cambiar sus planes y posiblemente su ruta. Un hecho aparentemente aislado puede revelar parte de la respuesta. El 16 de enero, siete días antes de que los barcos iraníes llegaran al puerto de Río de Janeiro, la Fuerza Aérea de Estados Unidos envió un avión WC-135R Constant Phoenix a Sudamérica. El propósito operativo del WC-135 es, en particular, identificar señales atmosféricas de actividad nuclear; en otras palabras, ser un “rastreador de armas nucleares”.
El envío de un avión de este tipo en una misión sin precedentes para recoger una lectura de referencia de las condiciones atmosféricas normales en Sudamérica levanta cejas. El avión partió de Puerto Rico y recogió datos atmosféricos frente a las costas de Venezuela, Guyana, Surinam, Guayana Francesa y parte de Brasil. También recorrió una zona desde el norte hasta la región de Río de Janeiro, donde debían estar los buques de guerra iraníes. El ejército estadounidense no pretendía que la misión fuera secreta: los datos del transpondedor del avión estaban a disposición del público a través de plataformas de seguimiento de vuelos.
Días después se realizó un segundo vuelo. El avión volvió sobre su ruta alrededor de Sudamérica en dirección contraria, recogiendo datos sobre el Caribe, la costa norte de Venezuela y sobre las aguas de Colombia, Ecuador y Perú. En esta ruta, sobrevoló el Canal de Panamá, presunto destino estratégico de la flotilla iraní.
Este estudio de la radiación sobre Sudamérica puede haber sido una advertencia para Irán, creando problemas a Teherán. Establecer mediciones de referencia de los niveles naturales de radiación de la región se habría convertido en un obstáculo si Irán tenía planes de utilizar Sudamérica para realizar pruebas nucleares. Si los barcos iraníes hubieran estado transportando material radiactivo o armas para pruebas en alta mar, posiblemente frente a Venezuela, entonces Estados Unidos podría identificar anomalías en la atmósfera a partir de su estudio previo a la llegada de los barcos a Brasil.
Cuando se trata de Irán, no todo es lo que parece. En 2005 y 2020, las historias de que Irán estaba produciendo misiles en Venezuela consumieron la atención de investigadores y gobiernos que buscaban pruebas de que los dos regímenes estaban actuando concertadamente para violar las sanciones. Mientras la atención de Occidente se desviaba, Irán y Venezuela profundizaban su relación a través de redes clandestinas que posiblemente servían para apoyar el programa nuclear del primero y transportar materiales, personas y recursos financieros y tecnológicos entre ambos regímenes.
En 2020, Irán envió buques cisterna a Caracas desafiando las sanciones y sembrando dudas sobre lo que realmente transportaban los barcos además de su carga declarada de combustible. El presidente Nicolás Maduro nunca ha desaprovechado una oportunidad para exacerbar las tensiones; por ejemplo, en una ocasión declaró públicamente que consideraba una “buena idea” la adquisición de misiles de largo alcance de fabricación iraní.
Los esfuerzos de ocultación de Irán llevaron a muchos analistas a sospechar, por ejemplo, que se había excavado una red de túneles bajo las instalaciones militares venezolanas en Maracay, en el centro-norte de Venezuela, para ocultar misiles. Hoy en día, no sería absurdo pensar que esas instalaciones podrían utilizarse para pruebas nucleares en colaboración con Irán.
Es difícil saber por qué se ha “retrasado” -o incluso interrumpido- la misión naval de Irán a Sudamérica. Tal vez la misión no era más que otra provocación vacía. Tal vez fuera una cortina de humo para ocultar actividades clandestinas, como el transporte de material nuclear. Si la primera hipótesis es correcta, puede que Irán haya conseguido lo que quería provocando tensiones y obligando a Estados Unidos a gastar tiempo, dinero y atención en una operación puramente propagandística. Pero si Irán tenía planes de entregar material nuclear en la región, entonces podría haberse visto acorralado y obligado a reconsiderar su estrategia. La “desaparición” y retraso (o suspensión no anunciada) de su escala oficial en Brasil puede que no haya sido una apuesta en vano.