Los centros de votación abrieron sus puertas en Irán para elegir un nuevo Parlamento en un contexto de creciente descontento por la situación económica y las restricciones a las libertades políticas y sociales por parte de los gobernantes clericales conservadores, lo que se espera que resulte en una baja participación electoral.
La televisión estatal informó que la apertura de los colegios electorales se realizó a las 8.00 de la mañana, con una jornada de votación programada para durar 10 horas, aunque el período podría extenderse. El ayatolá Alí Jamenei, líder supremo del país, fue el primero en votar, promoviendo la participación temprana en lo que describió como un deber religioso.
Este proceso electoral representa la primera oportunidad formal para medir el pulso de la opinión pública iraní tras las protestas antigubernamentales de 2022-23, que constituyeron uno de los momentos de mayor tensión política desde la Revolución Islámica de 1979. Encuestas oficiales anticipan que solo cerca del 41% de la población participará en las elecciones del viernes.
A pesar de que se han registrado 15.200 candidatos para ocupar los 290 escaños del Parlamento, la influencia de este órgano en la política exterior y el conflicto nuclear con Occidente es limitada, estando estas áreas bajo el control directo de Jamenei.
Mientras se espera que los seguidores de la corriente dominante apoyen a los candidatos conservadores, la frustración general por el deterioro de las condiciones de vida y la corrupción podría llevar a muchos ciudadanos a abstenerse de votar. Activistas y grupos opositores han promovido activamente el hashtag #VOTENoVote en redes sociales, argumentando que una participación alta solo serviría para legitimar al régimen de la República Islámica.
Además de las elecciones parlamentarias, se lleva a cabo simultáneamente una votación para la Asamblea de Expertos, un cuerpo de 88 miembros encargado de seleccionar al sucesor de Jamenei, quien tiene 84 años.