El Organismo Internacional de Energía Atómica comenzó su viaje a Irán el domingo diciendo que no habría ninguna declaración pública inmediata sobre cualquier progreso de la visita.
Las negociaciones están congeladas desde septiembre, cuando la República Islámica endureció repentinamente su postura sobre la resolución de los sondeos del OIEA, a pesar de que la mayoría de las partes del mundo creían que la vuelta al Plan de Acción Integral Conjunto de 2015, conocido como el acuerdo nuclear iraní, estaba prácticamente firmada.
En agosto, una filtración relativa a los sondeos de los inspectores nucleares en tres instalaciones nucleares iraníes reveló que las potencias mundiales firmarían una vuelta al acuerdo y que los sondeos se resolverían más adelante.
En este escenario, tanto Teherán como Occidente habrían aplicado sus concesiones parciales al inicio del acuerdo y sólo habrían tenido que aplicar las concesiones completas meses más tarde, más o menos cuando se habría resuelto la cuestión del OIEA.
Las tensiones alcanzaron su punto más álgido después de que la Junta Directiva del OIEA emitiera una segunda condena contra Irán en noviembre, lo que llevó a los ayatolás a tomar represalias con nuevas violaciones nucleares y la cancelación de la visita que el OIEA tenía previsto realizar a Irán en ese momento.
La visita actual fue minimizada por Irán, y el OIEA no sólo guardó un gran silencio al respecto, sino que además no envió al Director General del OIEA, Rafael Grossi.
En el pasado, la mayoría de los avances en las disputas entre Irán y los inspectores nucleares se produjeron tras la visita de Grossi a Teherán.
No estaba claro si Grossi no se sumó a la visita como forma de presionar a Irán para que diera explicaciones serias sobre lo ocurrido en los tres emplazamientos en disputa, o si los ayatolás pidieron mantener alejado a Grossi en respuesta a algunas de sus recientes y duras declaraciones.
Desde junio, Grossi ha acusado a Irán de perpetrar un “golpe mortal” al JCPOA con su falta de cooperación, y ha hecho otras declaraciones contundentes que podrían haberle convertido en un pararrayos para los iraníes más que en años anteriores.
Aún así, con una posible remisión del OIEA contra Irán al Consejo de Seguridad de la ONU pendiendo sobre sus cabezas de cara a la próxima reunión de la Junta de Directores del OIEA el 6 de marzo, la República Islámica está tratando de encontrar la manera de volver al JCPOA o jugar para ganar más tiempo.
En informes recientes del OIEA, Grossi afirmó que las explicaciones de Irán “no eran técnicamente creíbles” cuando intentó fingir que el material nuclear ilícito hallado en algunos de sus emplazamientos nucleares había sido colocado allí por saboteadores externos (sin pruebas que respalden la descabellada hipótesis).
A principios de este mes, Irán estaba promoviendo la idea de que los materiales ilícitos fueron llevados a Irán por un tercer país, aunque no necesariamente alegando sabotaje.
No estaba claro si el OIEA consideraría esta explicación iraní más plausible o la descartaría por ser igualmente inadecuada.
Mientras tanto, los expertos nucleares han calculado que Teherán dispone de uranio enriquecido suficiente para fabricar hasta cuatro bombas nucleares en el plazo de unos meses, si el régimen toma la decisión de convertir en arma el uranio hasta el nivel del 90%.
Incluso entonces, Teherán tardaría entre seis meses y dos años en encontrar la forma de detonar y lanzar una bomba nuclear.