Irán acusó el jueves a su principal enemigo, Israel, y a los servicios de inteligencia occidentales de conspirar para iniciar una guerra civil en la República Islámica, sumida ahora en algunas de las mayores protestas antigubernamentales desde la revolución de 1979.
“Varios servicios de seguridad, Israel y algunos políticos occidentales que han hecho planes para la guerra civil, la destrucción y la desintegración de Irán deberían saber que Irán no es Libia ni Sudán”, tuiteó el ministro de Asuntos Exteriores, Hossein Amirabdollahian.
Teherán acusa a los adversarios occidentales de avivar los disturbios en todo el país, a los que se han sumado iraníes de toda condición desde la muerte el 16 de septiembre de la joven kurda iraní Mahsa Amini. Murió mientras estaba detenida, después de que la policía de la moralidad la arrestara por haber infringido el estricto código de vestimenta islámico.
La agencia de noticias activista HRANA dijo que 362 personas habían muerto en las protestas de dos meses de duración, incluidos 56 menores. También informó de que habían muerto 56 miembros de las fuerzas de seguridad, además de 16.033 personas detenidas.
El coronel de policía Hassan Yousefi murió apuñalado el jueves en Sanandaj, ciudad de la región noroccidental del Kurdistán, según informaron los medios de comunicación estatales.
Un vídeo publicado por la agencia estatal de noticias IRNA mostraba a manifestantes atacando un edificio municipal y otras propiedades públicas en la región de Azerbaiyán Occidental.
Irán se vio afectado por una serie de atentados el miércoles. Siete personas murieron en la ciudad suroccidental de Izeh en lo que los medios de comunicación estatales describieron como un “ataque terrorista”.
Por otra parte, hombres armados que conducían una motocicleta dispararon a varios miembros de las fuerzas de seguridad en la ciudad central de Isfahan, matando a dos personas e hiriendo a ocho, según la televisión estatal.
Ningún grupo ha reivindicado la autoría de los atentados, que la televisión estatal atribuyó a “alborotadores”.
La muerte de Amini y las protestas que le siguieron han provocado la condena internacional de la cúpula clerical iraní, que ha luchado por reprimir los disturbios y ha culpado a enemigos extranjeros y a sus supuestos agentes locales.
Cinco personas detenidas durante las protestas han sido condenadas a muerte, según la agencia de noticias Mizan del poder judicial.
Amnistía Internacional, en un mensaje de Twitter, dijo que las autoridades iraníes estaban solicitando la pena de muerte para al menos 21 personas “en juicios falsos diseñados para intimidar a quienes participan en el levantamiento popular que ha sacudido a Irán desde septiembre y disuadir a otros de unirse al movimiento”.