Después de meses de estancamiento y de evitar las conversaciones nucleares, el régimen iraní ha aceptado finalmente reanudar las negociaciones con las potencias mundiales del P5+1 este mes, en un aparente intento de revivir el acuerdo nuclear del Plan de Acción Integral Conjunto. ¿Qué estrategia empleará el régimen iraní en las conversaciones de Viena?
Los líderes iraníes han declarado que su fecha preferida para volver a la mesa de negociaciones es el 29 de noviembre. Pero, ¿por qué han aceptado finalmente reanudar las conversaciones y por qué han elegido esta fecha exacta?
En primer lugar, lo más probable es que a los dirigentes iraníes les preocupara que, si seguían ganando tiempo y posponiendo las conversaciones nucleares, la paciencia de Israel se agotara y atacara las instalaciones nucleares de Irán. Una medida así haría retroceder considerablemente el programa nuclear iraní y acabaría con años de trabajo.
Fue alarmante para los líderes iraníes cuando se informó el mes pasado de que el gobierno israelí había aprobado un presupuesto de casi 1.500 millones de dólares que se utilizaría para atacar las instalaciones nucleares de Irán en caso de que Teherán no reanudara las negociaciones y si no se podía alcanzar rápidamente un acuerdo para frenar el programa nuclear del régimen iraní. El ministro de Defensa israelí, Benny Gantz, defendió este presupuesto declarando: “Vemos que Irán está avanzando hacia el nivel de enriquecimiento que le permitiría, cuando quisiera, convertirse en un estado umbral – y estamos haciendo todo lo posible para evitarlo”.
Los dirigentes iraníes también son conscientes de que Israel tiene capacidad militar para lanzar un ataque sofisticado contra sus instalaciones nucleares. Además, Teherán no podría tomar represalias atacando directamente a Israel, porque un ataque de este tipo arrastraría a Estados Unidos, aliado de Israel, al conflicto, lo que supondría un suicidio político para los clérigos gobernantes en Irán. El régimen tampoco está en condiciones de involucrarse en una guerra directa con otra potencia debido a sus problemas financieros y al descontento interno generalizado. Cualquier guerra podría desencadenar otro levantamiento dentro de Irán, lo que haría que el régimen fuera extremadamente vulnerable, ya que sería objeto de ataques tanto desde el exterior como desde el interior del país.
En segundo lugar, lo más probable es que el régimen haya elegido esta fecha exacta para reanudar las conversaciones nucleares porque llega unos días después de que el organismo de control de la ONU, el Organismo Internacional de la Energía Atómica, publique su informe sobre las actividades nucleares del gobierno iraní y el cumplimiento del acuerdo nuclear. Es probable que el informe suscite preocupación por las violaciones y los peligrosos avances nucleares de Irán. Pero los dirigentes iraníes esperan que las potencias mundiales hagan caso omiso del informe para no frustrar las conversaciones del JCPOA.
Además, el régimen quiere demostrar que ha hecho avances significativos en su programa nuclear antes de las conversaciones de Viena para tener ventaja en la mesa de negociaciones y obtener más concesiones. Ha ido acelerando gradualmente su enriquecimiento de uranio hasta alcanzar niveles aptos para armas. Esta escalada ha provocado la preocupación de algunos líderes estadounidenses y europeos.
Irán comenzó a aumentar el enriquecimiento de uranio al 20 por ciento en enero. El 9 de enero, el parlamento iraní aprobó una ley que exigía al gobierno la expulsión de los inspectores del OIEA si no se levantaban las sanciones estadounidenses. En abril, el régimen elevó su nivel de enriquecimiento de uranio al 60 por ciento, acercándose a la fabricación de armas. Tres meses después, el régimen comenzó a producir uranio metálico enriquecido. Una declaración conjunta emitida por el Reino Unido, Francia y Alemania en ese momento coincidía en que el régimen iraní “no tiene ninguna necesidad civil creíble de I+D y producción de uranio metálico, que son un paso clave en el desarrollo de un arma nuclear”.
El régimen iraní quiere que Estados Unidos elimine todas las sanciones que le impuso la administración Trump. Sin embargo, muchas de esas sanciones no están vinculadas al programa nuclear de Irán, sino que están relacionadas con las actividades terroristas y las violaciones de los derechos humanos del régimen. Irán tampoco quiere hablar de su programa de misiles balísticos, que es un pilar fundamental de su programa nuclear.
Resulta irónico que el régimen iraní quiera que las conversaciones nucleares conduzcan al levantamiento de las sanciones no nucleares, además de las nucleares, pero no quiera hablar de sus actividades con misiles balísticos ni de su destructiva política exterior.
Podemos esperar que el desafío nuclear del régimen continúe porque los líderes iraníes quieren presionar a Occidente para que le dé más concesiones.