Un grupo de legisladores iraníes está presionando para que se entregue el control de la Internet del país a un comité compuesto por elementos poderosos del régimen, incluido el Cuerpo de Guardias Revolucionarios Islámicos (CGRI).
Cuarenta miembros del parlamento iraní habían firmado la moción hasta el lunes, según Radio Farda. La propuesta, titulada “Organizando la mensajería de los medios sociales”, también prohibiría las aplicaciones de mensajería extranjeras y las sustituiría por las de producción nacional, lo que podría dar al régimen una mayor capacidad de vigilancia.
La legislación también introduciría nuevas penalidades para cualquiera que ofrezca aplicaciones de mensajería extranjeras o formas de evitar las restricciones, por ejemplo, VPN’s. Quienes violen la nueva propuesta se enfrentarán a una pena de prisión de “seis grados” o una multa, lo que significa entre seis meses y dos años de prisión, y una multa de entre 475 y 1.900 dólares.
Una “aplicación de mensajería doméstica” significará que más del 50 por ciento de las acciones del programa deben estar en manos de un ciudadano iraní, debe estar alojada en Irán y sus operaciones deben cumplir con las leyes del país.
La propuesta establecería un “Comité Organizador” para supervisar las licencias de las aplicaciones de mensajería aprobadas, vigilarlas e investigar todas las quejas relacionadas con sus operaciones.
Este órgano central reuniría a todos los elementos del régimen, incluida la poderosa Organización de Inteligencia del CGRI.
También incluiría al jefe del Centro del Ciberespacio; un representante de los ministerios de Inteligencia, Cultura y Orientación Islámica, y Comunicación; la Fiscalía General; la Comisión Cultural; el órgano estatal de Radio y Televisión Nacional; la Organización de Propagación Islámica; la policía; y la Organización Nacional de Defensa Pasiva, de carácter cuasi militar.
Irán ya prohíbe muchas plataformas populares de medios sociales extranjeros, como Facebook, YouTube y Twitter. Aunque Instagram sigue estando permitida, los legisladores también están tratando de bloquear la aplicación. La prohibición para los ciudadanos no impide que los líderes del régimen utilicen aplicaciones extranjeras para llegar a una audiencia global.
El líder supremo, el ayatolá Ali Jamenei, por ejemplo, tiene varios perfiles en Twitter en diferentes idiomas, y su canal en inglés tiene más de 810.000 seguidores. El presidente Hassan Rouhani tiene 1,1 millones de seguidores, y el Ministro de Relaciones Exteriores Javad Zarif 1.5 millones.
El régimen también acostumbra a estrangular la Internet para someter los disturbios antigubernamentales, ya sea por elecciones supuestamente amañadas, por la ira por la pena de muerte de los manifestantes o por manifestaciones relacionadas con la mala calidad de vida y una economía en dificultades.
Los organismos de vigilancia de Internet informaron de la interrupción en julio tras una campaña en línea contra las penas de muerte impuestas a las personas que participaron en las protestas masivas del año pasado. Luego, los usuarios de Internet iraníes soportaron semanas de conexión irregular cuando el régimen trató de aplastar las manifestaciones por un nuevo y controvertido impuesto sobre el combustible.
El Departamento de Estado afirmó que unos 1.500 manifestantes fueron asesinados por las fuerzas del régimen que reprimían los disturbios. Los iraníes volvieron a tomar las calles en enero después de que las tropas iraníes derribaran accidentalmente un avión de pasajeros sobre Teherán en medio de un enfrentamiento militar con Estados Unidos.
A principios de este mes, el régimen se vio obligado a intervenir y a ocuparse de las huelgas de los trabajadores del petróleo y la petroquímica en el sur del país, que comenzaron a protestar por las malas condiciones de trabajo y los salarios impagados tras la muerte de varios trabajadores.
Los salarios impagados y las malas condiciones de trabajo en estas industrias vitales hablan de la interrupción de las sanciones de los Estados Unidos a la industria iraní. Las sanciones -parte de la campaña de “máxima presión” del presidente Donald Trump– tienen por objeto recortar las exportaciones vitales del Irán y socavar aún más la crujiente economía nacional.