En Teherán, en las últimas semanas, algunos hombres han roto tartas de crema en la cara de transeúntes desventurados en las escaleras mecánicas del metro. Actores que se hacían pasar por taxistas privados han abierto fuego contra los pasajeros con pistolas de pintura roja. Los jóvenes han lanzado huevos a los peatones involuntarios.
El torrente de vídeos de bromas grabados en las calles de Teherán y que circulan por las redes sociales iraníes no es todo diversión para las autoridades iraníes. La policía iraní anunció el miércoles la detención de 17 bromistas que publicaron los vídeos en una docena de páginas de Instagram, diciendo que habían incitado al pánico público. Los vídeos acumularon miles de visitas, atrayendo a seguidores e imitadores.
“La policía se enfrentó con firmeza a estos actos ilegales”, dijo el periódico estatal IRNA citando al jefe de la policía de Teherán, el general Hossein Rahimi. “La publicación de tales clips juega con los nervios, la seguridad y la paz de la gente”.
En los vídeos, las verdaderas víctimas de las bromas aparecen aterrorizadas y enfadadas. Un hombre sacudido por un pastel en las escaleras mecánicas del metro se enfurece, persigue a los bromistas que se ríen y les lanza una mochila y un zapato antes de intentar golpear a uno de los hombres, con la cara todavía untada de crema.
En uno de los montajes, un taxista bromista se graba discutiendo con su supuesta esposa, una actriz, en el asiento delantero. Cuando ella empieza a gritar de celos porque él le envió un emoji de corazón a su amiga, él saca un enorme cuchillo de cocina y finge decapitarla, dejando sólo una peluca manchada de pintura. Un pasajero real horrorizado en el asiento trasero sale frenéticamente del auto.
“Sólo quería hacer feliz a la gente y también aumentar mis seguidores de Instagram”, dijo el bromista que lanzó la tarta, un licenciado en tecnología de la información identificado por el diario IRÁN sólo por su nombre de pila, Shahab. Según explicó al periódico, después de cada broma da a las víctimas unos 20 dólares, les lava la ropa y les pide permiso para publicar el vídeo en las redes sociales.
Las autoridades conservadoras iraníes, muchas de ellas con sensibilidades religiosas que ven con recelo la influencia occidental, mantienen un férreo control sobre Internet y bloquean el acceso a diversos sitios web como YouTube y Twitter. Los jóvenes iraníes siguen encontrando soluciones, accediendo a las redes sociales a través de VPNs y proxies.
El gobierno también ha acelerado la represión de lo que describe como actividad no islámica e inmoral en Internet. Las modelos han ido a parar a la cárcel por publicar fotos suyas o por no llevar el pañuelo obligatorio en el exterior. Los bromistas y los traviesos han sido detenidos acusados de sembrar el miedo y el pánico con sus payasadas en Internet.
En 2014, la policía detuvo a un grupo de jóvenes iraníes que aparecían en vídeos bailando el éxito de Pharrell Williams “Happy”.
Normalmente, los detenidos son puestos en libertad bajo fianza y se les ordena el pago de cuantiosas multas.
Los partidarios de la línea dura, que ahora controlan todos los resortes del poder en Irán, consideran desde hace tiempo que los servicios de mensajería y medios de comunicación sociales forman parte de una “guerra blanda” de Occidente contra la República Islámica. Dicen que la occidentalización intenta empañar las creencias islámicas del país.