Irán ha desestimado la advertencia del jefe del Estado Mayor de las Fuerzas de Defensa de Israel, el teniente general Aviv Kohavi, contra la vuelta al acuerdo nuclear de 2015 y su declaración de que había ordenado a las Fuerzas de Defensa de Israel que elaboraran planes para una posible acción ofensiva contra el país en caso de que Israel tuviera que impedir que los iraníes adquirieran un arma nuclear por su cuenta, como una guerra psicológica.
Según Mahmoud Vaezi, jefe de gabinete del presidente iraní, Hassan Rouhani, Israel está preocupado por el enfoque independiente de la administración del presidente estadounidense, Joe Biden, e intenta con estas declaraciones evitar que Washington vuelva al acuerdo nuclear con Irán. Un portavoz del ejército iraní subrayó que Irán se defenderá de cualquier agresión.
Las cosas, sin embargo, son un poco más complicadas de lo que los iraníes quieren hacer creer.
Aunque las declaraciones de Kohavi tenían como objetivo dejar perfectamente clara a la Casa Blanca la ferviente oposición de Israel a una vuelta al acuerdo nuclear, los que están llevando a cabo una guerra psicológica mucho más importante para convencer a Estados Unidos de que vuelva al acuerdo son los propios iraníes.
El ministro de Asuntos Exteriores de Irán, Mohammad Zarif, publicó un artículo en Foreign Affairs, la prestigiosa revista de relaciones internacionales y política exterior de EE.UU. vinculada a la nueva administración. En su artículo, Zarif expuso las exigencias de Irán para que Estados Unidos regrese a los portavoces de Teherán en los últimos días.
Además, los iraníes no se han conformado con las palabras. Están respaldando su guerra psicológica con pasos que acortan el tiempo de ruptura para producir un arma nuclear, anunciando planes para enriquecer el uranio al 20%, instalando centrifugadoras avanzadas en la instalación nuclear de Natanz y acumulando una gran cantidad de uranio enriquecido al 4,5% para adquirir uranio metálico utilizable en cabezas nucleares.
Sin embargo, estos pasos no solo tienen como objetivo la adquisición de un arma, sino que pretenden presionar a Estados Unidos para que regrese al acuerdo nuclear, proporcionando una justificación para ello y presentando las políticas maximalistas de la administración del ex presidente estadounidense Donald Trump como un fracaso. La clara preferencia de Irán por volver al acuerdo y sus enérgicos esfuerzos para ello son en sí mismos la prueba de que Kohavi tenía razón en su análisis de que una vuelta al acuerdo es buena para Teherán y amenaza la paz regional y mundial, así como la seguridad de Israel.
El intento de Teherán de presentar una voluntad de defender la infraestructura que le permite obtener legítimamente un arsenal de 10 armas nucleares refleja no solo un esfuerzo continuo por mejorar sus capacidades militares relevantes, sino también el efecto disuasorio de las observaciones del jefe del Estado Mayor de las FDI. Irán no se ha vuelto repentinamente demasiado confiado. Ha sido disuadido de desafiar a los estadounidenses tras el asesinato del comandante de la Fuerza Quds, Qassem Soleimani. En el pasado, Irán se abstuvo de desafiar a Estados Unidos o a Israel, por reconocimiento de sus capacidades.
En otras palabras, a pesar de sus afirmaciones en sentido contrario, es probable que los iraníes se tomen las observaciones de Kohavi muy en serio, muy en serio.