Irán está experimentando un envejecimiento acelerado de su población, lo que genera crecientes temores económicos. Las dificultades económicas han llevado a muchas parejas a rechazar las políticas gubernamentales que incentivan la natalidad.
Este cambio se debe a una esperanza de vida más alta y una drástica caída en las tasas de natalidad, lo que ha transformado la estructura demográfica del país, un fenómeno común en muchas naciones.
Según un informe del Instituto Nacional de Investigación de Población de Irán, la población de 86 millones de personas está envejeciendo a un ritmo cinco veces superior al de su crecimiento. La ONU predice que, para el año 2050, un tercio de los iraníes tendrá más de 60 años, un aumento considerable en comparación con los datos de 2021. El ministro del Interior, Eskandar Momeni, advirtió en diciembre que, si esta tendencia continúa, el país enfrentará una grave crisis, pudiendo reducirse a menos de la mitad de su población actual en los próximos 75 años.
Como respuesta, las autoridades iraníes han lanzado diversas campañas públicas para incentivar la procreación, con carteles y vallas publicitarias que promueven la idea de tener más hijos. Algunos anuncios mostraron a parejas con varios hijos, acompañados de mensajes como “¡Los niños, el pulso de nuestras vidas!” o “La vida es mejor cuando eres feliz; tener hijos es mejor cuando tienes muchos”.

El experto Shaho Sabbar, de la Universidad de Teherán, señaló que los efectos negativos del cambio demográfico ya son palpables desde la última década. Sabbar advirtió que, a largo plazo, este fenómeno podría tener consecuencias graves para la economía y la sociedad, incluyendo una escasez de mano de obra, un crecimiento económico más lento y una creciente carga sobre las generaciones más jóvenes para mantener a los ancianos.
En los años 80, durante la guerra con Irak, Irán experimentó un baby boom como resultado de una exitosa campaña gubernamental para fomentar los nacimientos. Sin embargo, tras la guerra, el gobierno cambió su política y recomendó a las familias limitarse a tener dos hijos.

Esto condujo a un drástico descenso en las tasas de fertilidad, pasando de un promedio de 6,4 hijos por mujer a tan solo 1,6 en 2023. Además, el crecimiento de la población ha caído del 1,29 por ciento en 2011 al 0,6 por ciento en 2023.
El líder supremo de Irán, el ayatolá Ali Jamenei, quien en su momento apoyó las políticas de control de natalidad, las calificó de “error” y en agosto de 2023 exigió medidas para revertir la baja en los nacimientos. Jamenei subrayó que un país necesita una población joven y que, de no cambiar la tendencia, las consecuencias del envejecimiento serían irreparables.

Los efectos de las sanciones internacionales, el desempleo elevado y el aumento de los precios han desmotivado a muchos iraníes a tener hijos. Zohreh, una maquilladora de Teherán, expresó que criar a un hijo en las actuales condiciones económicas resulta un desafío abrumador, señalando que su experiencia en la ciudad estuvo marcada por un sistema educativo deficiente y una economía deteriorada tras la guerra.
Sabbar también advirtió que el envejecimiento de la población podría generar una carga insostenible para el sistema nacional de salud. Además, señaló que las pensiones y la seguridad social podrían verse amenazadas, ya que la población activa se reduce y aumenta el número de jubilados.
A pesar de los esfuerzos del gobierno por fomentar la formación de familias mediante incentivos como préstamos a bajo interés, ayudas financieras y atención médica gratuita para madres e hijos, los resultados no han sido significativos. Sabbar indicó que el impacto de estas políticas ha sido limitado. Etemadi, un empleado público de 38 años, mencionó que los incentivos son difíciles de obtener o insuficientes en comparación con el costo real de criar a un hijo.

En 2021, las autoridades introdujeron otras medidas, como una aplicación para fomentar matrimonios duraderos y restricciones a la distribución de anticonceptivos y las pruebas de embarazo para detectar enfermedades genéticas. Zohreh, la maquilladora, expresó su preocupación por los límites impuestos a las pruebas de embarazo, temiendo que esto pudiera provocar problemas de salud para sus futuros hijos.
Según Sabbar, la solución no reside únicamente en políticas de planificación familiar, sino que el gobierno debe crear un ambiente que favorezca el ahorro, la inversión y la inmigración para abordar la crisis demográfica de manera efectiva.