WASHINGTON (AFP) – El recrudecimiento de las tensiones entre el supervisor nuclear de la ONU e Irán esta semana ha dejado al presidente estadounidense Joe Biden en un aprieto cada vez mayor.
El mandatario estadounidense inauguró su presidencia con la promesa de volver al acuerdo internacional de 2015 que pretendía impedir que Teherán construyera armas nucleares, pese a que Irán había dado signos de estar buscando enriquecer uranio a niveles armamentísticos.
Las negociaciones para restablecer ese acuerdo llevan tres meses en un punto muerto por los últimos detalles.
Sin un acuerdo -y con Irán cada vez más cerca de la “fuga” nuclear- Biden tiene una difícil elección: hacer más concesiones a Teherán, y ser acusado de debilidad por los opositores republicanos antes de las elecciones de mitad de mandato, o declarar muertas las conversaciones, lo que podría desencadenar una nueva crisis en Oriente Medio.
Rafael Grossi, director del Organismo Internacional de la Energía Atómica, dijo el jueves que la retirada por parte de Teherán esta semana de 27 cámaras de vigilancia de sus instalaciones nucleares podría suponer un “golpe fatal” para las negociaciones.
“A estas alturas, las cosas pueden ir en cualquier dirección”, dijo Ali Vaez, del International Crisis Group. “La tensión de los últimos días podría agitar el liderazgo en Teherán y Washington para tomar el acuerdo que está sobre la mesa”.
O, dijo, “es el primer paso en otro ciclo de escalada, y a partir de este punto sólo empeoraría”.
“Peor” podría significar que Teherán avanzara en la construcción de un arma nuclear, y que sus oponentes, como Israel y los partidarios de la línea dura de Estados Unidos, exigieran medidas duras para impedirlo.
O, dijo, “es el primer paso de otro ciclo de escalada, y a partir de este punto sólo empeoraría”.
“Peor” podría significar que Teherán avanzara en la construcción de un arma nuclear, y que sus oponentes, como Israel y los partidarios de la línea dura de Estados Unidos, exigieran una acción dura para impedirlo.
A punto de llegar a un acuerdo
Las conversaciones en Viena entre Irán y las principales potencias se reanudaron el año pasado por impulso de Biden, con Estados Unidos dispuesto a rescindir las sanciones a cambio de que Teherán volviera a aplicar plenamente el Plan de Acción Integral Conjunto (JCPOA) de 2015.
Pero al borde de un acuerdo hace tres meses, las conversaciones se estancaron, debido -según funcionarios estadounidenses- a las últimas exigencias de Irán no relacionadas con cuestiones nucleares.
Mientras tanto, según los funcionarios, Irán ha seguido adelante con las operaciones de enriquecimiento de uranio que lo acercan a la capacidad armamentística.
La situación se deterioró esta semana cuando los miembros del OIEA censuraron a Irán por no cooperar. Un día después, Irán retiró las 27 cámaras.
Llamamiento a la “máxima presión”
Los partidarios dicen que el acuerdo es lo único que ha impedido que Irán construya armas nucleares, y que para salvarlo vale la pena que Biden haga algunas concesiones a Teherán.
Pero los opositores -republicanos y fuertes partidarios de la némesis de Irán, Israel- dicen que la falta de cooperación de Irán demuestra que el acuerdo no merece la pena.
Si la aceleración de las operaciones de enriquecimiento de uranio por parte de Teherán “no es suficiente para que la administración Biden cambie de rumbo, ¿qué lo hará?”, se preguntó Behnam Ben Taleblu, del think-tank Fundación para la Defensa de las Democracias, que se ha opuesto al JCPOA.
“Ha llegado el momento de una versión multilateral de máxima presión”, dijo, refiriéndose al enfoque de Trump.
Incluso entre el Partido Demócrata de Biden, algunas voces se están impacientando.
“¿En qué momento reconocerá la Administración que los avances nucleares de Irán hacen que la vuelta al JCPOA de 2015 no sea de interés estratégico para Estados Unidos?”, dijo el senador Bob Menéndez.
Un limbo “insostenible”
Vaez dice que la administración Biden se ha instalado en la situación de no tener ni un acuerdo ni una crisis sobre el mismo.
“Los acontecimientos de las últimas 48 horas han demostrado básicamente a ambas partes que el statu quo de los últimos tres meses de no acuerdo, de no crisis no es realmente sostenible”, dijo Vaez.
Sin embargo, Washington no ha fijado un plazo. El jueves, el secretario de Estado, Antony Blinken, se limitó a advertir de que la retirada de las cámaras de vigilancia amenazaba el restablecimiento del JCPOA.
“El único resultado de ese camino será una profundización de la crisis nuclear y un mayor aislamiento económico y político para Irán”, dijo Blinken.
En lugar de una línea dura, el máximo diplomático estadounidense mantuvo la puerta abierta.
Volver al acuerdo “seguiría logrando nuestros objetivos más importantes y urgentes de no proliferación y redundaría en gran medida en nuestros intereses de seguridad nacional”, dijo un portavoz de Blinken.
Randa Slim, investigadora del Instituto de Oriente Medio en Washington, calificó el impasse como un estado de limbo “por el que todo el mundo asumirá que las conversaciones de Viena han fracasado, pero nadie estará dispuesto a anunciarlo”.
Ese es el dilema de Biden, dijo.
Si se declaran terminadas las conversaciones y se concluye que Irán tiene capacidad inminente para fabricar armas nucleares, Washington podría verse obligado a tomar medidas directas contra Irán, o a apoyar dichas medidas por parte de Israel, dijo Slim.
“Hay dos relojes que hacen tic-tac …. ejerciendo mucha presión sobre la administración Biden”, dijo Vaez.
Uno es el reloj de los avances tecnológicos nucleares reales de Teherán, dijo.
“Y luego está el reloj político”, de las elecciones al Congreso en noviembre que podrían erosionar profundamente el peso político de Biden.