El nuevo director de la Organización de Energía Atómica de Irán ha dicho que quiere acelerar la conversión del reactor de agua pesada de Arak en una instalación de investigación.
Irán retiró el núcleo de la instalación de Arak y rellenó parte de ella con cemento como parte de un acuerdo de 2015 que otorgaba al país un alivio de las sanciones a cambio de frenar su programa nuclear. Como parte del acuerdo, la República Islámica aceptó modificar el reactor de Arak para que no pudiera producir plutonio de grado militar, y Teherán dijo que ha estado trabajando en su rediseño para uso médico y agrícola.
“Este proyecto debe reconfigurarse y volver a funcionar lo antes posible”, dijeron el sábado los medios de comunicación iraníes citando a Mohammad Eslami durante una visita al lugar esta semana.
No se especificó ningún plazo.
Teherán ha ido retrocediendo paulatinamente en sus compromisos nucleares desde 2019, un año después de que el entonces presidente estadounidense, Donald Trump, se retirara del acuerdo multilateral y comenzara a reimponer sanciones.
Teherán ha cuadruplicado sus reservas de uranio enriquecido al 60 por ciento desde mayo, en abierta contravención del acuerdo de 2015.
Irán dijo en 2019 que un circuito secundario para el reactor de Arak había entrado en funcionamiento como parte de su rediseño, pero que el circuito primario del reactor, que contiene el núcleo, todavía se estaba construyendo.
También dijo que la retirada de Estados Unidos del acuerdo nuclear había retrasado la conversión del reactor.
Los comentarios de Eslami se produjeron pocos días después de que el jefe del organismo de vigilancia nuclear de la ONU, Rafael Grossi, visitara Teherán y llegara a un acuerdo temporal para continuar la vigilancia de las instalaciones nucleares iraníes.
Las conversaciones entre Irán y las potencias mundiales sobre la reanudación del acuerdo están estancadas desde junio. Las principales potencias están perdiendo la paciencia, más de tres meses después de la suspensión de las negociaciones que habían comenzado en abril en Viena, bajo la égida de la Unión Europea, para intentar resucitar el acuerdo internacional de 2015.