El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, se negó el miércoles a descartar la posibilidad de una reunión con el presidente iraní Hassan Rouhani, a pesar del endurecimiento de las sanciones contra Teherán por parte de su administración.
Cuando se le preguntó si podía reunirse con el líder iraní en las Naciones Unidas, Trump dijo: “Por supuesto, todo es posible”.
A principios del miércoles, Rouhani anunció que Teherán estaba dispuesto a dar un paso atrás en el cumplimiento de sus obligaciones en virtud del acuerdo nuclear de 2015, del que los Estados Unidos se retiraron el año pasado.
Poco después de la declaración de Rouhani, funcionarios estadounidenses anunciaron nuevas sanciones contra Irán, esta vez dirigidas contra la red de transporte marítimo, que según dijeron fue dirigida por el Cuerpo de la Guardia Revolucionaria Iraní para contrabandear petróleo.
Brian Hook, coordinador del Departamento de Estado para Irán, también descartó una línea de crédito propuesta por Francia que Teherán dijo que podría devolverle el pleno cumplimiento del acuerdo de 2015 para frenar su programa nuclear.
Esta no es la primera vez que Trump ha expresado interés en tal reunión.
El lunes pasado, dijo que estaba listo para reunirse con el presidente iraní en cuestión de semanas. Rouhani respondió diciendo que los Estados Unidos tendrían que reducir las sanciones antes de que pudiera disputar una cumbre. Posteriormente, el ministro iraní de Asuntos Exteriores, Mohammad Javad Zarif, llamó impensable una reunión entre los dos líderes.
La apertura del presidente de Estados Unidos a una reunión con el líder iraní hizo sonar la alarma en Israel.
Al principio, Rouhani parecía apoyar las conversaciones con los estadounidenses, pero más tarde las abandonó.
“Lo hemos dicho antes una y otra vez, y lo decimos otra vez: No tenemos intención de mantener conversaciones bilaterales con Estados Unidos”, dijo Rouhani el martes, según un informe de la agencia de noticias Mehr de Irán. “Nunca lo hicimos y nunca lo haremos. Así ha sido en el último año y medio, e incluso en años anteriores”.
Trump ha puesto en marcha una política de “máxima presión” sobre Irán a través de sanciones paralizantes.
Desde que Estados Unidos se retiró del acuerdo nuclear, Irán ha perdido miles de millones de dólares en negocios permitidos por el acuerdo a medida que Estados Unidos reimponía y escalaba las sanciones, bloqueando en gran medida a Teherán para que no vendiera crudo al exterior, una fuente crucial de divisas fuertes para la República Islámica.