El Consejo Supremo Palestino de la Fatwa acusó a Israel de trabajar para “socavar los cimientos” de la mezquita apodada al-Aqsa en el Monte del Templo.
La acusación del jueves fue la última de las muchas afirmaciones palestinas de que Israel ha ideado un plan para destruir al-Aqsa con el fin de reconstruir el Tercer Templo.
La nueva acusación se produce cuando los palestinos se disponen a conmemorar el aniversario de la quema del púlpito de al-Aqsa el 21 de agosto de 1969, por parte del ciudadano australiano cristiano Denis Rohan.
Hamás y otras facciones palestinas han instado a los palestinos a conmemorar el aniversario dirigiéndose a al-Aqsa para “defenderla” de los “ataques” israelíes. Otros grupos han convocado protestas en Jerusalén y Cisjordania para la ocasión.
Creado en 1994 por el entonces presidente de la Autoridad Palestina, el architerrorista Yasser Arafat, el consejo está presidido por el muftí de Jerusalén, el jeque Mohammed Hussein, e incluye entre sus miembros a varios eruditos y clérigos islámicos.
El consejo advirtió del “peligro de las excavaciones” llevadas a cabo por Israel al suroeste de la mezquita Al Aqsa, concretamente en la plaza del Muro Occidental y en la Puerta de los Magrebíes.
Según el consejo, las obras pretenden construir un túnel de 159 metros de longitud que une el barrio judío con la Puerta de los Magrebíes, “que es utilizado por las fuerzas de ocupación y los colonos en sus incursiones” en el Monte del Templo.
Las “incursiones” se refieren a las visitas rutinarias de los judíos al Monte del Templo.
El consejo dijo que los “asaltos” israelíes cerca del Monte del Templo “se enmarcan en las continuas violaciones contra los santuarios palestinos y los monumentos arqueológicos e históricos, y tienen como objetivo cambiar las características de la ciudad santa y borrar su pasado árabe e islámico”.
El consejo denunció las obras de renovación del Muro Occidental y de la Puerta de los Magrebíes como “uno de los proyectos israelíes más peligrosos que socavan los cimientos de la bendita mezquita Al Aqsa”.
El consejo también renovó la prohibición de vender inmuebles a los judíos en Jerusalén “o en cualquier otra tierra palestina”.
El consejo dictaminó que participar en este tipo de negocios inmobiliarios es “una gran traición a la religión, la patria y la moral. Quien colabore con este crimen es un conspirador contra la tierra, la causa y el pueblo, y se ha vendido al diablo”.
El consejo islámico también acusó a Israel de trabajar para “judaizar” la Mezquita Ibrahimi (Tumba de los Patriarcas) de Hebrón mediante la construcción de un ascensor para discapacitados.
El consejo afirmó que el proyecto del ascensor pretende “facilitar el asalto de los colonos a la mezquita Ibrahimi, lo que supone la toma de casi 300 metros cuadrados de los patios e instalaciones de la mezquita”.
El proyecto, según el consejo, constituye “un nuevo ataque flagrante a la propiedad de la mezquita Ibrahimi, que pertenece exclusivamente a los musulmanes. También es una clara violación de los acuerdos internacionales que garantizan la protección de los lugares sagrados y la libertad de culto, y esto conducirá a una escalada de más tensión en la región. Estos planes maliciosos no cambiarán el derecho inalienable de los musulmanes a sus mezquitas”.