¿Qué pasa con esa mágica Abracadabra? He aquí una explicación etimológica alucinante para una de nuestras palabras mágicas más populares.
Todos sabemos que el castellano es, en sí mismo, una mezcla de otros idiomas: latín, griego, árabe, y algunos otros restos de otras lenguas romances e incluso algunos tantos neologismos franceses, ingleses y demás.
Pero también, en esa corriente que mana desde la noche de los tiempos hasta nuestro uso contemporáneo de la lengua, podemos encontrar algunas otras fuentes sorprendentes.
Así es como algunas palabras hebreas, que utilizamos con frecuencia –si no a diario- se han colado en nuestro castellano cotidiano. Por ejemplo, “camello” es una derivación directa del hebreo “gamal”, “sábado” es obviamente una castellanización del hebreo “shabat”, “alfabeto” es equivalente al hebreo “alef bet” e incluso nuestras “aceitunas” vienen del hebreo “zeit”.
Pero ¿qué pasa con esa mágica Abracadabra? He aquí una explicación etimológica alucinante para una de nuestras palabras mágicas más populares.
Abracadabra / אָבְּרָכָּדַבְּרָה es el resultado final de la combinación de dos frases en arameo (siendo el arameo un lenguaje basado en el hebreo hablado por los judíos hace 2000 años, en el que está escrito el Talmud): “A’bra” y “K’dabra”: “A’bra” significa “voy a crear de la nada” (como en nuestra muy latina creatio ex nihilo), y “K’dabra”, “mientras estoy hablando”, o “al hablar”, como se lee en el blog Jerusalén U. Se trata de una referencia explícita al acto creador de la Palabra de Dios, como se narra en el libro de Génesis … o al menos esa es una etimología popular.
En hebreo podría ser abarja dibra que significa (más o menos) “Bendeciré sus palabras/mandamientos”
Así, la próxima vez que veas a un mago, ten tu arameo/hebreo a mano: ¡si no puedes averiguar cómo se hace el truco, al menos puedes decir que sabes lo que significa abracadabra!