El Acuerdo de Asociación Estratégica entre China e Irán, cuyo borrador se filtró al dominio público hace algunas semanas, puede parecer a primera vista un cambio de juego en la geopolítica del Oriente Medio, pero cuando se analiza minuciosamente parece estar plagado de innumerables imponderables geopolíticos que podrían pesar mucho en su éxito final previsto por China e Irán.
Contextualmente, este proyecto de acuerdo, que aún no ha sido ratificado por el Parlamento de Irán, aparece, según la percepción, como una reacción geopolítica compulsiva de un Irán económicamente debilitado que gime bajo las sanciones económicas mundiales y de una China cada vez más aislada diplomáticamente por la propagación mundial de la pandemia del virus de Wuhan procedente de China, por defecto o por designio.
Así pues, se trata de un matrimonio estratégico compulsivo de conveniencia entre una importante potencia regional del Oriente Medio y una China con pretensiones de emerger como una superpotencia dedicada a socavar los intereses de seguridad nacional de los Estados Unidos en todas las regiones críticas del mundo. Es necesario subrayar que en 2020 tanto China como Irán están en una posición de intensa confrontación con los Estados Unidos.
Irán puede necesitar desesperadamente infusiones financieras que actualmente no tienen otra fuente a la que recurrir que China. China explotando el estancamiento económico y la grave situación financiera de Irán empeoró por la caída de los precios del petróleo como en el caso de su otra estrategia de Cinturón y Carretera dirigida a las naciones económicamente debilitadas como Sri Lanka y Pakistán se movilizó para la matanza teniendo en cuenta las contrapartidas estratégicas iraníes.
En el pasado, desde el decenio de 1990, China ha mostrado la propensión a iniciar luchas estratégicas en el Oriente Medio siempre que los Estados Unidos la acorralen en el Pacífico occidental, especialmente en Taiwán. En esos años comenzó a recibir misiles chinos para las defensas costeras iraníes en el Golfo.
En 2020, China es nuevamente acorralada por Estados Unidos en el Pacífico Occidental sobre Taiwán, Hong Kong y el Mar de China Meridional. Me gustaría que China mejore sus relaciones estratégicas con Irán en 2020 como señal diplomática una vez más a Estados Unidos de que China también puede complicar el complejo entorno de Oriente Medio para los Estados Unidos.
Tanto China como Irán, si se da por sentado que se van a dar señales políticas a los Estados Unidos, entonces el Acuerdo Estratégico entre China e Irán puede que no tenga una larga duración de los 25 años declarados.
El Acuerdo China-Irán prevé un período de 25 años en el que China se comprometerá a invertir 400.000 millones de dólares en Irán. De esta cantidad, 280.000 millones de dólares llegarán de China para modernizar el complejo industrial petroquímico de Irán y 120.000 millones de dólares para la mejora y el desarrollo de la infraestructura y la red de transporte de Irán. También se planea establecer una Zona Económica Especial en el noroeste de Irán con la ayuda de China.
China, a cambio de este enorme desembolso financiero en Irán, recibirá suministros de petróleo iraní a un 32% de descuento.
Además de lo anterior, el Acuerdo Estratégico China-Irán también incorpora una mayor cooperación en defensa y seguridad entre las dos naciones, incluyendo un aumento de los ejercicios militares conjuntos. Este último se centraría más en los ejercicios navales China-Irán y también en la mejora de la red de defensa de la Inteligencia Artificial y la defensa costera de China contra cualquier posible intervención militar de los Estados Unidos.
Desde el punto de vista geopolítico, el Acuerdo de Asociación Estratégica China-Irán debe ser analizado mediante un análisis de las siguientes cuestiones. 1) ¿Tiene el Acuerdo Estratégico China-Irán que alterar el equilibrio de poder en el Golfo? 2) ¿Construiría China militarmente la capacidad de guerra de Irán de manera sustancial? 3) ¿Se vería gravemente afectado Estados Unidos por el aumento de la capacidad bélica de China? 4) ¿Surgiría Irán, con el respaldo de China, como una potencia nuclear manifiesta en el Oriente Medio?
El equilibrio de poder en el Oriente Medio debe considerarse en función de las repercusiones de este acuerdo entre China e Irán en otras potencias regionales en pugna con Irán, como Arabia Saudita y Turquía. Según los indicios actuales, no parece ser así si se tiene en cuenta que cualquier mejora probable de las capacidades de guerra de Irán no se producirá en un breve plazo. Llevará años y para entonces muchos otros imponderables de la geopolítica rápidamente cambiante del Oriente Medio podrían impedir el proceso.
Es poco probable que China aumente la capacidad militar de Irán hasta niveles que amenacen las relaciones de China con otras grandes potencias regionales. Las incursiones diplomáticas y estratégicas de China en el Oriente Medio no se centran en un solo país, sino que tienen una difusión multilateral. China dudaría en construir a Irán como una potencia militar amenazadora lo suficientemente fuerte como para suscitar preocupación entre las monarquías del Golfo, especialmente Arabia Saudita.
Estados Unidos, con una preponderancia asimétrica de poderío militar sobre China en términos generales y junto con sus vínculos con Israel y las Fuerzas Armadas de las Monarquías del CCG, gozan de un mayor apoyo regional en el Oriente Medio que cualquier nexo estratégico en evolución entre China e Irán o la acumulación por parte de China de capacidades de guerra iraníes.
Irán ya está muy adelantado en lo que respecta a la posible incorporación de armas nucleares, aunque de manera encubierta. Es discutible si China puede empujar a Irán a emerger como un Estado abiertamente dotado de armas nucleares, ya que eso complicaría la inserción de China en Oriente Medio con China interesada en establecer fuertes lazos con Israel y Arabia Saudita. Además, se informa de que China ya está comprometida en la creación de instalaciones nucleares avanzadas en Arabia Saudita. Por lo tanto, China podría no estar creando dos Estados con armas nucleares en el Medio Oriente. Estados Unidos difícilmente va a tolerar un Oriente Medio con armas nucleares.
Tanto China como Irán también tienen que tener en cuenta en sus cálculos estratégicos las reacciones de Rusia a ese nexo estratégico entre China e Irán en el Oriente Medio, donde Rusia tiene una firma estratégica mucho más audaz que la de China, y también que en el pasado Irán tuvo que depender de Rusia para la mayor parte de su equipo militar avanzado.
El mayor imponderable que probablemente pesará mucho e influirá en la longevidad del Acuerdo Estratégico China-Irán de un lapso de 25 años es si China puede sostener y aportar 4.400.000 millones de dólares para resucitar el complejo petroquímico de Irán en vista de la disminución del crecimiento económico de China a cifras de un solo dígito y también la caída de los puntos fuertes de la industria manufacturera de China. La situación actual de China en cuanto a acuerdos similares con Sri Lanka, Pakistán y otros países está estancada. En algún momento, Irán puede verse obligado a reconsiderar su posición.
En conclusión, es necesario subrayar que, al analizar todos los factores objetivos, parece que para Irán no es aconsejable hipotecar el futuro del país a una China que prácticamente se está convirtiendo en un paria mundial, especialmente en el vecindario indopacífico de Irán que está al lado, debido a su aventurerismo militar y sus impulsos expansionistas. Este acuerdo con China, en el que Irán se verá obligado a ceder a China una cantidad excesiva de contrapartidas estratégicas a cambio de las inciertas inversiones financieras chinas, podría dar lugar también a la disidencia política interna de Irán. El público iraní se opondría firmemente a una China que actualmente participa en el genocidio cultural de los Hermanos Islámicos de Irán en Xinjian.
El Dr. Subhash Kapila es graduado del Real Colegio de Estado Mayor del Ejército Británico, en Camberley, con una rica y variada experiencia profesional que abarca el Ejército de la India, la Secretaría del Gabinete y misiones diplomáticas y oficiales en los Estados Unidos, el Reino Unido, el Japón, Corea del Sur y Bhután. Ha escrito extensamente sobre política exterior y cuestiones estratégicas y geopolíticas, además de ser autor de dos libros y conferencias en el extranjero.