La relación históricamente sólida entre Turquía y Líbano se ha visto ensombrecida por la geopolítica y las rivalidades regionales, concretamente la batalla entre Irán y Arabia Saudita por la influencia en Oriente Medio. No obstante, Ankara ha hecho propuestas a Líbano en forma de ayuda y apoyo político, y esto se nota sobre todo en las zonas de mayoría suní.
Trípoli es la zona más empobrecida de Líbano. Algunos informes la muestran como la ciudad más pobre del Mediterráneo, con el gobierno central desatendiendo sus responsabilidades de cuidar a los habitantes de la ciudad. Sin embargo, esta ayuda ha sido condicionada. Tras la reciente crisis diplomática entre Arabia Saudita y Líbano, el ministro de Asuntos Exteriores de Turquía, Mevlut Cavusoglu, viajó a Beirut y dijo a los más altos cargos libaneses que Ankara está dispuesta a iniciar un diálogo entre las dos naciones, pero también a ejercer su propia influencia con el pueblo libanés para ganar influencia sobre el sistema político sectario de Líbano.
Por todo Trípoli se pueden ver banderas de la República Turca y de su presidente Recep Tayyip Erdogan en carteles que dicen: “Que Dios proteja al líder [Erdogan] de la nación árabe e islámica”. Los habitantes de la ciudad, de mayoría suní, se sienten abandonados por Riad y han mirado al líder turco como su defensor. Omar Mrad, un residente de Trípoli desde hace cuarenta años que fue una de las muchas personas que pegaron los carteles en la ciudad, dijo que personalmente no se siente representado por Arabia Saudita. Ya en 2013, Beirut alquiló dos barcazas eléctricas a una empresa turca, Karpowership, para colocarlas frente a la costa del país, suministrando casi una cuarta parte de la demanda energética de Líbano. Aunque interrumpió temporalmente sus operaciones debido a un contrato vencido y a un retraso en los pagos, la empresa reanudó el suministro de electricidad por “buena voluntad”.
Ankara también ha estrechado lazos con los llamados “refugiados palestinos” y les ha proporcionado ayuda de emergencia en forma de alimentos, asistencia sanitaria y educación a través de varias ONG. Estos recursos han contribuido a evitar la hambruna, pero también han suscitado críticas desde el extranjero.
La cadena estatal saudí Al-Arabiya acusó a Ankara de facilitar el flujo de armas a través de ONG locales a grupos simpatizantes de la ciudad. Un oficial de inteligencia libanés habló con Arabiya English y expresó su preocupación tras una operación de vigilancia del ejército libanés en Trípoli. Estas acusaciones se hicieron hace más de un año y no han sido verificadas de forma independiente. El gobierno turco no ha comentado estas afirmaciones. Sin embargo, de ser ciertas, simplemente convertirían a Ankara en otro actor que contribuye al conflicto sectario de Líbano y a la miseria del pueblo libanés. Sin embargo, más recientemente, Turquía ha trabajado para mejorar las relaciones con Arabia Saudita y quiere utilizar su influencia para arreglar los lazos entre Líbano y sus antiguos aliados del Golfo.
Cuando el ministro de Asuntos Exteriores turco, Cavusoglu, se reunió con su homólogo libanés, Abdallah Bou Habib, hablaron de las formas de fortalecer su relación bilateral mediante el desarrollo de sectores económicos como el turismo, la energía y la agricultura y la resolución de la crisis diplomática con Riad.
“Hemos expresado nuestra tristeza por la reciente crisis entre Líbano y el Golfo. Hemos recibido información sobre los últimos avances hacia su resolución. Y si hay algo que se pueda hacer para que la cuestión se resuelva lo antes posible, estamos dispuestos a llevarlo a cabo”, dijo Cavusogly durante una rueda de prensa con Bou Habib. De hecho, los políticos libaneses se han mostrado dispuestos a reanudar un estado de relaciones normales con Riad y las demás naciones del Golfo. Sin embargo, la recalibración de los lazos diplomáticos no debe significar que los líderes libaneses deban quedar libres de culpa por la corrupción, ni que se perdone a ninguna institución internacional por permitir años de mala gestión económica sin rendir cuentas.
Líbano necesita socios internacionales dispuestos a demostrar su solidaridad en tiempos de penuria, pero un verdadero amigo debe decir verdades duras. El gobierno libanés es el responsable último del colapso de la economía nacional y no puede ser rescatado sin reformas serias que incluyan la transparencia en la asignación de cualquier ayuda financiera. De lo contrario, no se romperá el círculo vicioso de la corrupción. Si Turquía quiere ser un verdadero aliado del pueblo libanés, en lugar de otro actor cínico que explota a los necesitados, debe asegurarse de que cualquier ayuda prestada vaya a su destino previsto, sin que se base en la geopolítica.