La historia que condujo a la trágica explosión en el puerto de Beirut el martes comenzó hace más de seis años, a 1 300 kilómetros de la capital libanesa. El buque Rhosus, de pabellón moldavo, salió del puerto de Batumi, Georgia, con 2 750 toneladas de nitrato de amonio a bordo. Nunca llegó a su destino previsto, Mozambique, donde se suponía que la carga se vendería a una fábrica que fabricaba explosivos para uso civil.
Así pues, el nitrato de amonio, que ahora se considera la causa del desastre que mató al menos a 154 personas e hirió al menos a cinco mil, nunca debería haber terminado en el puerto de Beirut. Pero una combinación de mala gestión del barco, problemas técnicos y complicaciones legales mantuvieron la carga allí.
Las autoridades libanesas aún no han dado a conocer las conclusiones de la investigación oficial de la tragedia. Sin embargo, varias publicaciones, entre ellas The New York Times, CNN y Der Spiegel, han podido elaborar una cronología de los hechos.
¿Espera que Putin envíe fuerzas especiales?
El Rhosus pertenecía a Igor Grechushkin, un empresario ruso que vivía en Chipre y al que se le había pagado un millón de dólares por transportar nitrato de amonio a Mozambique, según declaró el capitán del barco, Boris Prokoshev, al New York Times.
Durante una escala en Grecia, el propietario ruso del barco advirtió a la tripulación que carecía de fondos para pagar los salarios y los gastos de mantenimiento en un viaje a través del Canal de Suez. Así que les pidió que se dirigieran a Beirut, donde tenía la intención de recibir más dinero para transportar la carga extra, informó Der Spiegel.
Fue una travesía difícil a través del Mediterráneo oriental, explicó Prokoshev, que ahora está jubilado. El barco estaba en malas condiciones, añadió, con un agujero en el casco que obligaba a la tripulación a tirar agua regularmente.
Contrariamente a los planes de su propietario, el barco se quedó en Beirut. Durante una inspección del Rhosus, la autoridad portuaria libanesa indicó que sus papeles no estaban en orden y que el barco no estaba en condiciones de navegar, señaló CNN. Mientras tanto, Igor Grechushkin desapareció del radar. La tripulación carecía de recursos para pagar los gastos de envío.
Sin los medios para mantener el barco o incluso comprar comida, la tripulación era “rehén de una bomba flotante”, para citar un clarividente titular en el sitio web de noticias marítimas Fleetmon en julio del 2014.
Líbano permitió que seis personas salieran del país, manteniendo solo cuatro personas en su lugar, incluido el capitán. Prokoshev informó que contactó con la embajada rusa. “¿Espera que el presidente Putin envíe fuerzas especiales para sacarle?”, manifestó uno de sus interlocutores.
“El Poder Judicial nunca actuó”
En su desesperación, Prokoshev vendió parte del combustible del barco para proporcionar abogados para argumentar su caso, declaró a la estación de radio Echo Moscú el miércoles. Once meses después de llegar a Beirut, los marineros finalmente ganaron el derecho legal de volver a casa, Charbel Dagher, uno de los abogados que representa a la tripulación, expresó al sitio web especializado ShipArrested en el 2015.
Las 2 750 toneladas de nitrato de amonio fueron transferidas al almacén 12 del puerto de Beirut. Nunca se movieron de allí. Los funcionarios del puerto señalan que alertaron repetidamente a las autoridades libanesas del peligro de mantener una reserva de productos altamente explosivos en un solo hangar tan cerca del centro de Beirut.
Entre el 2014 y 2017, se presentaron seis solicitudes infructuosas a los tribunales libaneses, pidiendo permiso para disponer del nitrato de amonio, informó The New York Times. “En vista del grave peligro que supone mantener estas mercancías en el hangar en condiciones climáticas inadecuadas, reafirmamos nuestra petición de que se solicite a la agencia marítima la reexportación inmediata de estas mercancías para preservar la seguridad del puerto y de quienes trabajan en él, o que se estudie la posibilidad de aceptar la venta de esta cantidad”, se lee una de estas cartas, obtenida por Al-Jazeera. No hubo respuesta.
Las autoridades portuarias mencionan que propusieron que la carga se ofreciera al ejército libanés o que se vendiera a un fabricante de explosivos. Pero sin éxito. “Nos manifestaron que la carga se vendería en una subasta”, explicó Hassan Koraytem, el gerente general del puerto de Beirut, al New York Times. “Pero la subasta nunca se realizó y el Poder Judicial nunca actuó”.
Hace seis meses, un equipo de inspectores volvió a dar la alarma de que había suficiente nitrato de amonio para provocar una explosión masiva en Beirut, según una fuente anónima citada por Reuters.
Las autoridades libanesas anunciaron su propia investigación sobre la explosión del martes y un fiscal militar informó el jueves que 16 personas habían sido detenidas, incluyendo a Koraytem, una fuente judicial afirmó a la Agencia France-Presse.
En cuanto al barco, el Rhosus, Prokoshev se enteró de que se hundió en el 2015 o 2016 en el puerto de Beirut. Pero, a diferencia del nitrato de amonio, se hundió en silencio, sin causar una de las peores explosiones no nucleares de la historia.