Cada vez que el proyecto expansionista de Irán en Irak encuentra obstáculos, Teherán empieza inmediatamente a abrir viejas heridas, como exigir una compensación por la guerra entre Irán e Irak de 1980-88 y utilizarla como palo para golpear a Bagdad. Esta política iraní tiene un objetivo: Chantajear a Irak para que se someta y cumpla.
A lo largo de los años, Irán también ha empleado otras palancas para poner a Irak de rodillas, como retener el suministro de agua de sus fuentes y reducir o cortar el suministro de electricidad. Para justificar esto último, Irán ha argumentado que Bagdad no ha pagado sus facturas.
En medio de las crisis internas que atenazan al régimen iraní y de los múltiples desafíos a los que se enfrenta su proyecto expansionista regional, especialmente en Irak, que está experimentando nuevos avances frente a la creciente influencia de Irán tanto a nivel oficial como popular, Teherán ha vuelto a insinuar que tiene la intención de plantear a Bagdad la cuestión de las indemnizaciones de guerra. Al hablar de este asunto la semana pasada, Alireza Warnaseri, miembro de la Comisión de Energía del Parlamento iraní, pidió a Irak que pagara 110.000 millones de dólares en concepto de indemnización a Teherán por los daños causados durante los ocho años de guerra entre ambos países. El legislador iraní fue incluso más allá, pidiendo a Bagdad que entregue algunos de sus pozos de petróleo a Irán.
No es la primera vez que Teherán utiliza la guerra con Irak como palanca contra Bagdad para asegurar su sumisión y cumplimiento. La última vez que lo hizo fue en 2018, cuando la vicepresidenta de Asuntos de la Mujer y la Familia del expresidente Hassan Rouhani, Masoumeh Ebtekar, pidió a Irak que pagara una indemnización por los daños medioambientales causados por la guerra. Lo verdaderamente sorprendente es que incluso hay algunos funcionarios iraquíes, aparentemente más leales a Irán que a su propia nación, que han respaldado previamente tales peticiones. Han insistido en que esta polémica demanda es un “hecho consumado”. Entre ellos se encuentra Jalal Al-Din Al-Saghir, que pidió al gobierno de su país que pagara 1,1 billones de dólares de indemnización a Irán.
Este último intento de Teherán de reavivar su demanda de compensación es claramente una respuesta a las crecientes tensiones con Irak sobre los derechos de agua, la construcción de presas y las amenazas iraquíes de presentar una denuncia contra Irán ante el Tribunal Internacional de Justicia en protesta por las presas ya construidas por los iraníes en los ríos que comparten ambos países. Estas presas han provocado una devastadora escasez de agua en Irak, que ya se enfrenta a una rápida disminución de los recursos hídricos debido a la reducción de las precipitaciones y a la aceleración de la desertización.
También crece la preocupación en Teherán por los posibles cambios inminentes en Irak que podrían repercutir negativamente en su influencia en el país, especialmente tras las fuertes pérdidas sufridas por las alianzas proiraníes en las elecciones parlamentarias del mes pasado.
Los resultados de las elecciones indican que el electorado iraquí está cada vez más concienciado, en particular sobre el peligroso papel sectario que desempeña Irán en Irak a través del apoyo a las milicias armadas, así como sobre la necesidad vital de dar prioridad a los intereses propios de Irak antes que a los ajenos, agrupándose en torno a fuerzas políticas intersectarias, dando prioridad a la civilización de Irak y devolviendo a Bagdad a la esfera árabe.
Como resultado de esta creciente concienciación, el movimiento sadrista obtuvo una victoria electoral decisiva, con 73 escaños, mientras que la alianza suní intersectaria, liderada por el presidente del parlamento saliente, Mohammed Al-Halbousi, quedó en segundo lugar con 37 escaños. Por el contrario, las alianzas chiíes afiliadas a Teherán sufrieron fuertes pérdidas, lo que sorprendió a los dirigentes iraníes y a sus afiliados en Irak. La Alianza Fatah, liderada por Hadi Al-Amiri, quedó en quinto lugar, frente al segundo puesto que obtuvo en las elecciones de 2018. Por su parte, el Movimiento de la Sabiduría Nacional, dirigido por Ammar Al-Hakim, y la Alianza de la Victoria, liderada por el ex primer ministro Haider Abadi, capturaron solo cuatro escaños entre ambos. Esto contrasta con las elecciones parlamentarias de 2018, en las que el Movimiento de Sabiduría Nacional obtuvo 20 escaños y la Alianza de la Victoria 42.
A la luz de lo anterior, Irán -al reavivar los llamamientos para exigir indemnizaciones de guerra a Irak- busca poner más obstáculos al movimiento sadrista y a sus aliados antes de la formación de un nuevo gobierno iraquí e imponer severas limitaciones a quien apoye cualquier plan para reducir o poner fin al papel intervencionista de Teherán. Asimismo, al ejercer esta presión compensatoria sobre Irak, Irán quiere frustrar cualquier colaboración entre las diferentes fuerzas sectarias, resistir los esfuerzos por limitar las armas al Estado, obstruir cualquier esfuerzo por disolver sus milicias apoderadas y frustrar el deseo del pueblo iraquí de que Irak pase a una fase de Estado y vuelva a su esfera árabe natural.
En conclusión, podría decirse que Irán -que conoce perfectamente los documentos archivados por la ONU que condenan a Teherán por rechazar los llamamientos del Consejo de Seguridad para poner fin a la guerra con Irak en la década de 1980- pide ahora a Bagdad que pague una indemnización por un conflicto cuya causa principal fue la política hostil del régimen iraní y su comportamiento amenazador hacia sus vecinos. Ahora, al igual que entonces, Irán permanece despreocupado e indiferente a la devastación que ha provocado en los países de la región, incluida la destrucción de grandes capitales y monumentos históricos irremplazables, junto con los cientos de miles de muertos y millones de desplazados por sus ruinosas intervenciones.
Además, si Irán quiere una compensación por su guerra con Irak, ¿cuánto más podría deberse a Bagdad por las incalculables pérdidas que ha sufrido debido a las devastadoras intervenciones de Irán en sus territorios desde la caída del régimen de Saddam Hussein en 2003? ¿Y quién podrá compensar a los pueblos de Oriente Medio por su inimaginable sufrimiento causado por los desastres y crisis desatados por las catastróficas injerencias de Irán en toda la región?