Los planes de subir el precio del pan por primera vez en 44 años han conmocionado a los egipcios que ya luchan por salir adelante en un país donde los panes subvencionados por el Estado han mantenido alimentados a los más pobres desde la década de 1960.
Al declarar esta semana que ha llegado el momento de subir el precio del pan, el presidente Abdel-Fattah el-Sissi pretende frenar un costoso programa de subvenciones que sirve a unos dos tercios de los 100 millones de egipcios y que ha ayudado a mantener a raya la disidencia política.
Alrededor del 30% de los egipcios se encuentran por debajo del umbral de pobreza del gobierno, con ingresos inferiores a 857 libras (54,73 dólares) al mes. Muchos no tienen acceso al agua corriente o a la sanidad.
El salario mínimo mensual es de 2.400 libras (153 dólares), pero a veces no se paga en el sector informal, donde trabajan aproximadamente dos tercios de los egipcios. El desempleo se situó en el 7,2% a finales del año pasado y ha sido crónicamente mayor entre los jóvenes.
Sin embargo, los economistas llevan años diciendo que Egipto, el mayor importador de trigo del mundo y el país más poblado del mundo árabe, debe frenar las subvenciones para modernizar su economía.
Las subvenciones al pan pesan ahora cada vez más en el presupuesto, ya que el nerviosismo de la oferta ha hecho subir los precios mundiales del trigo durante la pandemia de coronavirus.
Los subsidios al pan se fijaron en casi 45.000 millones de libras egipcias (2.900 millones de dólares), algo más de la mitad de la factura de subsidios alimentarios, para el año fiscal que termina en junio. Esto supone aproximadamente el 1,8% del gasto total del Estado.
“Es hora de que el pan de 5 piastras (0,32 centavos de dólar) aumente de precio”, dijo Sisi durante unas declaraciones televisadas en la inauguración de una planta de producción de alimentos el martes, refiriéndose a un pan redondo de 90 gramos conocido como “eish baladi”.
Sisi dijo que esperaba que la noticia no fuera mal recibida y que el gobierno no planeaba un gran aumento. “Es increíble vender 20 panes por el precio de un cigarrillo”, dijo.
El gobierno ya ha recortado los subsidios a la electricidad y al combustible, inaugurando aumentos anuales en su precio desde 2016 como parte de las reformas del mercado vinculadas a la financiación del Fondo Monetario Internacional.
Los gobiernos egipcios han sido cautelosos durante mucho tiempo en lo que respecta al precio del pan, que en el habla coloquial egipcia deriva su nombre de la palabra árabe que significa “vida”.
En 1977, un intento del entonces presidente Anwar Sadat de aumentar el precio del pan desencadenó disturbios mortales en todo Egipto que no remitieron hasta que se anuló la decisión.
Sin embargo, el gobierno de Sisi ha ido sentando poco a poco las bases del cambio, sobre todo con la puesta en marcha de programas de transferencia de efectivo que canalizan mejor los subsidios estatales a los más necesitados.
“Ha habido un largo proceso de ablandamiento para este paso, incluyendo las reducciones en el peso del pan de 130g a 110g y luego a 90g el pasado agosto”, dijo David Butter, un analista para Oriente Medio y el Norte de África en Chatham House.
“Así que el mensaje de que el pan de 5 peniques no es sacrosanto ha estado ahí durante algún tiempo”.
Algunos cálculos sugieren que la simple duplicación del precio a 10 piastras podría ahorrar hasta 4.000 millones de libras al año, dijo.
Hassan Mohammadi, jefe de la División de Panaderías de la Cámara de Cereales de la Federación de Industrias Egipcias, dijo que la decisión era necesaria: “La gente se come la parte delantera y deja la trasera, y la utiliza como forraje para los pájaros y el ganado”, dijo, sugiriendo que un pan de 100 gramos se venda a 10 piastras.
Para el jeque Ibrahim Radwan, predicador en una mezquita de la ciudad de Kafr El-Sheikh, en el delta del Nilo, al norte de El Cairo, lo más importante es lo que esto significa para los pobres, para quienes el pan subvencionado por el Estado, acompañado de cualquier otra cosa que puedan pagar, representa una comida.
“Señor Presidente, el pobre consigue algo sencillo [para comer] con el pan subvencionado. No podemos prescindir de eso ni permitirnos ningún aumento del coste”, dijo Radwan dirigiéndose a Sisi.