Después de tres meses de parálisis política, el Líbano ha formado finalmente un gobierno bajo el primer ministro Hassan Diab. Ahora viene la tarea de salvar al país de una mordaz crisis en su economía y de ganarse a los inversores y donantes extranjeros.
¿Qué posibilidades hay de que se produzca un impago o una reestructuración de la deuda?
La carga de la deuda pública del Líbano, equivalente a alrededor del 150% del PIB, y su déficit de cuenta corriente y fiscal doble parecían insostenibles incluso antes de que los manifestantes antigubernamentales tomaran las calles hace tres meses.
Dado que muchos de los bonos soberanos internacionales se negocian a menos de la mitad de su valor nominal, los observadores del mercado ven cada vez más posibilidades de que el Líbano tenga dificultades para pagar algunas de sus obligaciones y busque una reestructuración con los acreedores en algún momento.
Una de las primeras tareas del gobierno será decidir si procede con una propuesta del banco central de pedir a los titulares locales de algunos de los bonos de este año, incluida una emisión de 1.200 millones de dólares con vencimiento en marzo, que los cambien por otros de más largo plazo para aliviar la presión sobre las finanzas del Estado.
Cualquier movimiento para retrasar el reembolso de los bonos podría constituir un incumplimiento a los ojos de las agencias de calificación crediticia y arriesgarse a empujar su calificación crediticia a un terreno más desprovisto.
¿Se da una devaluación de la moneda?
La vinculación de la libra libanesa con el dólar estadounidense, de 22 años de antigüedad, se ha visto afectada hasta casi su punto máximo por la crisis política y bancaria del país.
Con la pérdida de aproximadamente un tercio de su valor oficial en el mercado negro a medida que el dólar se ha ido agotando, la devaluación se ha hecho cada vez más evidente.