Hace varios años, dos arquitectos israelíes, Yaakov Shefer y Meir Ronen, hicieron un viaje muy especial al norte de Irak para visitar la tumba del profeta Nachum, situada en Alkush, cerca de la ciudad de Mosul. El objetivo de su visita: encontrar la forma de rehabilitar el lugar. Meir Ronen habló con Israel National News, relatando detalles fascinantes en torno a la compleja misión.
Ronen señaló que la visita se coordinó con la Alianza para la Restauración del Patrimonio Cultural (ARCH), que se ocupa de la renovación de edificios y monumentos históricos. La organización se puso en contacto con Ronen y Shefer para obtener su ayuda y experiencia arquitectónica, tras un derrumbe parcial en el lugar.
Ronen y Shefer viajaron al lugar con sus pasaportes israelíes, durante un periodo en el que el Estado Islámico (ISIL) controlaba las zonas cercanas; de hecho, se acercaron a pocos kilómetros de la tumba del Profeta, pero no llegaron a ella; si lo hubieran hecho, sin duda la habrían destruido, como hicieron con otros numerosos lugares históricos en todo Irak.
Dadas las condiciones imperantes, Ronen y Shefer deliberaron durante mucho tiempo sobre los posibles peligros del viaje. “Ciertamente, teníamos miedo de lo que pudiera pasar”, relató Ronen. “Yo tengo hijos y mi colega tiene nietos…”. Al final, sin embargo, decidieron ir.
Ronen se mostró notablemente reticente en cuanto a los detalles del viaje, y evitó responder a las preguntas sobre cómo se llevó a cabo realmente: ¿las tropas estadounidenses aseguraron su viaje? ¿Los combatientes kurdos los protegieron? Al final, de alguna manera, llegaron al norte de Irak.
“Inspeccionamos el lugar y sus diversas características, observando las inscripciones hebreas en las piedras. Tiene el aspecto de una sinagoga muy hermosa, con inscripciones y grabados en las piedras. Fue muy emotivo verlo, como judío, y luego nos pusimos a trabajar”.
Desde su inspección inicial, era evidente que las reparaciones debían comenzar lo antes posible. Ronen y Shefer regresaron entonces a Israel, donde se reunieron con representantes de ARCH y comenzaron a formular planes integrales para las reformas. Hicieron planes provisionales para las reparaciones de emergencia de los muros de piedra y los arcos, y contrataron los servicios de una empresa constructora de la República Checa para llevar a cabo las obras.
Durante los últimos cientos de años, el lugar había sido mantenido por los residentes cristianos de Alkush, ya que no existía una comunidad judía local. El propio Ronen desconocía la antigüedad exacta del edificio, pero señaló que se había construido en varios periodos, y que algunas de las obras se remontaban a los siglos XII y XIII de nuestra era.
Una vez que los trabajadores checos empezaron a reparar el lugar, Ronen y Shefer pudieron supervisar el progreso de los trabajos, lo que requirió muchos viajes de ida y vuelta a Irak. Ronen contó que, con el paso del tiempo, sus temores sobre los peligros se desvanecieron un poco. “Irak es un país precioso; me impresionó mucho lo que vi allí”, dijo. “En cuanto a la gente, me pareció que era gente sencilla que, en su mayoría, no se interesaba por el clima político y sólo quería que la dejaran vivir en paz”.
Ronen y Shefer presentarán un relato completo de sus notables experiencias el próximo viernes en el Babylonian Jewry Heritage Center.