El presidente de Irak Barham Salih presentó ayer su dimisión al parlamento tras semanas de protestas contra el sistema que dejaron cientos de muertos y miles de heridos.
Los informes de los medios de comunicación dijeron que Salih explicó en su carta de dimisión que prefiere dimitir antes que nombrar a un candidato para formar gobierno que sea rechazado por los manifestantes.
Se informa que Saleh ha rechazado la nominación de Asaad Al Eidani, el gobernador de Basora, para formar el próximo gobierno.
Al Eidani fue nominado por el bloque parlamentario Bina, que está vinculado a las Unidades de Movilización Popular apoyadas por Irán.
“En un afán de ahorrar sangre y preservar la paz civil, pido disculpas por no haber nombrado a Al Eidani como primer ministro. Estoy dispuesto a presentar mi renuncia al Parlamento”, dijo Salih en su carta.
El bloque Bina, liderado por el líder de la milicia apoyada por Irán, Hadi al-Amiri, había designado al gobernador de Basora, Asaad al-Edani, para ser el próximo primer ministro tras semanas de estancamiento político.
Pero Salih dijo en una declaración que el nombramiento de Edani no aplacaría a los manifestantes que exigen un primer ministro independiente sin afiliación partidaria o ayudaría a calmar los disturbios que han sacudido el país.
Dijo que como la constitución no le da el derecho de rechazar a los candidatos a la presidencia, estaba dispuesto a renunciar.
“Por mi deseo de detener la sangre y mantener la paz, y con el debido respeto a Asaad al-Edani, me niego a nominarlo”, dijo Salih. “Por lo tanto, pongo mi voluntad de renunciar al cargo de presidente a los miembros del parlamento para que ellos decidan como representantes del pueblo lo que consideren adecuado”.
La dimisión de Salih solo puede complicar el punto muerto, ya que los legisladores deben elegir primero un sustituto para él, y esa persona debe entonces nombrar un primer ministro. De acuerdo con la constitución, el presidente del parlamento retomará primero la presidencia de manera interina.
Las protestas masivas se han apoderado de Irak desde el 1 de octubre y los manifestantes, en su mayoría jóvenes, exigen una revisión de un sistema que consideran profundamente corrupto y que mantiene a la mayoría de los iraquíes en la pobreza. Más de 450 personas han sido asesinadas.
El primer ministro Adel Abdul Mahdi renunció el mes pasado mientras las protestas continuaban, pero ha permanecido en el cargo en calidad de provisional.
Las luchas internas entre los partidos políticos que se aferran al poder han alimentado la crisis y amenazan con causar más disturbios a medida que los manifestantes pierden la paciencia por el estancamiento.
Dos bloques políticos, Bina, respaldado por Irán, e Islah, liderado por el clérigo populista Moqtada al-Sadr, están estrechamente involucrados en acuerdos de trastienda para acordar un candidato.