Un informe sobre el clima publicado antes de la cumbre sobre el clima COP27 de la ONU, que se celebrará en Egipto en noviembre, ha revelado que Oriente Medio y el Mediterráneo oriental se están calentando casi el doble de la media mundial, lo que amenaza con tener efectos potencialmente devastadores para sus 400 millones de habitantes y sus economías. El estudio, basado en los datos de 1981-2019, ha revelado un aumento medio de 0,45ºC por década en toda la región de Oriente Medio y el Mediterráneo oriental, muy superior al aumento medio mundial de 0,27 grados por década. El estudio abarca la región que se extiende desde Grecia y Egipto en el oeste hasta Líbano, Siria e Irak, y los estados del Golfo de Bahrein, Kuwait y los Emiratos Árabes Unidos, así como Irán en el este. El informe advierte que, si no se producen cambios políticos rápidos, la región se enfrentará a olas de calor extremas, sequías prolongadas y subidas del nivel del mar. Si no se producen cambios inmediatos, la región va a calentarse 5ºC a finales de siglo, lo que podría superar los “umbrales críticos de adaptabilidad humana” en algunos países, según el informe.
Jos Lelieveld, del Instituto Max Planck de Química y del Instituto de Chipre, que han apoyado la investigación, ha escrito que la población de estas regiones “se enfrentará a importantes problemas de salud y riesgos para su subsistencia, especialmente las comunidades desfavorecidas, los ancianos, los niños y las mujeres embarazadas”.
Los autores del informe advierten de que Oriente Medio superará a Europa como mayor emisor de gases de efecto invernadero en cuestión de años.
El autor principal, George Zittis, ha escrito que “las trayectorias habituales para el futuro” ampliarían las zonas climáticas áridas, y la subida de los mares “implicaría graves problemas para las infraestructuras costeras y la agricultura”, afectando especialmente al densamente poblado delta del Nilo en Egipto.
Hidrógeno azul
Afortunadamente, Arabia Saudita, el mayor exportador de petróleo de Oriente Medio, está desarrollando impresionantes soluciones ecológicas.
Hace dos años, la compañía petrolera nacional saudí Saudi Aramco hizo temblar los mercados de gas natural tras anunciar que iba a poner en marcha la mayor explotación de gas de esquisto fuera de Estados Unidos. Saudi Aramco dijo que tiene previsto gastar 110.000 millones de dólares en los próximos dos años para desarrollar el yacimiento de gas de Jafurah, que se calcula que contiene 200 billones de pies cúbicos de gas. La empresa estatal espera iniciar la producción de gas natural de Jafurah en 2024 y alcanzar 2,2 Bcf/d de gas de venta en 2036, con 425 millones de pies cúbicos diarios de etano asociados.
Más tarde, Aramco dio otra sorpresa al anunciar que, en lugar de enfriar ese gas y exportarlo como GNL, lo utilizará para fabricar un combustible mucho más limpio: Hidrógeno azul.
El director general de Saudi Aramco dijo a los inversores que la empresa había abandonado los planes inmediatos de desarrollo de su sector de GNL en favor del hidrógeno. Nasser dijo que el plan inmediato del reino es producir suficiente gas natural para uso doméstico para dejar de quemar petróleo en sus centrales eléctricas y convertir el resto en hidrógeno. El hidrógeno azul se fabrica a partir del gas natural mediante el reformado de metano por vapor (SMR) o el autorreformado térmico (ATR), capturando el CO2 generado y almacenándolo después. Al capturar los gases de efecto invernadero, se mitiga el impacto medioambiental en el planeta.
En 2020, Aramco realizó el primer envío de amoníaco azul del mundo: de Arabia Saudita a Japón. Japón -un país cuyo terreno montañoso y actividad sísmica extrema lo hacen inadecuado para el desarrollo de energías renovables sostenibles- está buscando proveedores fiables de combustible de hidrógeno, con Arabia Saudita y Australia en su lista.
Alemania aspira a conseguir grandes cantidades de hidrógeno verde, que espera obtener sobre todo de los saudíes. Para ello, Alemania se ha comprometido a invertir 9.000 millones de euros en tecnología del hidrógeno en un intento de descarbonizar la economía y reducir las emisiones de CO2. El gobierno ha propuesto construir una capacidad de electrólisis de 5.000MW para 2030 y otros 5.000MW para 2040 durante la siguiente década para producir hidrógeno combustible. Esto es aún más crítico ahora que el gigante económico europeo quiere cortar definitivamente el suministro energético ruso.
Arabia Saudita está desarrollando la mayor planta de hidrógeno verde del mundo.
Con sus extensiones abrasadas por el sol y las constantes brisas del Mar Rojo, Arabia Saudita es un terreno privilegiado para la generación de energía renovable. Sin embargo, el gigante petrolífero no ha conseguido dar un buen uso a toda esa energía, hasta ahora.
El gobierno saudí está construyendo una planta de hidrógeno verde de 5.000 millones de dólares que abastecerá de energía a la megaciudad de Neom cuando se inaugure en 2025. Denominada Helios Green Fuels, la planta de hidrógeno utilizará energía solar y eólica para generar 4 GW de energía limpia que se utilizará para producir hidrógeno. Y su reclamo actual es que cree que podría producir hidrógeno más barato que el petróleo.
Bloomberg New Energy Finance (BNEF) estima que los costes de Helios podrían alcanzar los 1,50 dólares por kilogramo en 2030, mucho más barato que el coste medio del hidrógeno verde, que es de 5 dólares por kilogramo, e incluso más barato que el hidrógeno gris fabricado a partir del craqueo de gas natural. Arabia Saudita goza de una gran ventaja competitiva en el negocio del hidrógeno verde gracias a su sol perpetuo, su viento y sus vastas extensiones de terreno sin utilizar.