El ministro de Asuntos Exteriores de Irán pareció indicar que Teherán no se opondría a una invasión turca de otra parte de Siria. Turquía invadió Siria en una serie de campañas que comenzaron en 2016 y que acabaron con la limpieza étnica de cientos de miles de kurdos y minorías de Afrin, Sere Kaniya y otras zonas.
El objetivo de Ankara es utilizar parte del norte de Siria como una especie de nueva colonia donde obligará a los refugiados sirios a desplazarse y a desplazar a otros sirios. El objetivo es el cambio demográfico, eliminando a los kurdos, yazidíes, cristianos y otras minorías, y colocando en su lugar a refugiados mayoritariamente árabes y utilizando después a grupos extremistas pro-turcos para vigilar la zona.
El régimen ya ha seguido este modelo en varias zonas, que ahora no sólo albergan a sirios desplazados, sino que están gobernadas por bandas extremistas religiosas armadas, muchas de las cuales se dedican al secuestro, la violación y la extorsión. Algunos de estos grupos han sido sancionados por Estados Unidos, y muchas de las zonas están infiltradas por Al Qaeda, Hayat Tahrir al Sham y otros grupos extremistas calificados como terroristas.
Ankara ha prometido durante el último año lanzar una nueva invasión. Sin embargo, la luz verde que tenía por parte de la administración Trump para invadir zonas de Siria y atacar a las fuerzas aliadas de Estados Unidos se ha convertido en roja bajo la administración Biden. Estados Unidos ha respaldado a las Fuerzas Democráticas Sirias (FDS), una fuerza que incluye a kurdos, árabes, cristianos y otros grupos. Las FDS controlan el este de Siria y desempeñaron un papel clave en la derrota del ISIS. Turquía, en cambio, permitió que la mayoría de las personas que se unieron al ISIS cruzaran a Siria.
Durante los años de Obama, Estados Unidos comenzó a entablar una relación con los combatientes kurdos contra el ISIS, entonces conocidos como las YPG. Estos grupos tienen a su vez una dirección política llamada PYD. Turquía considera que todos ellos están vinculados al PKK, que Ankara considera un grupo terrorista.
Irán también los considera vinculados al PKK, pero en el pasado ha tenido una visión más matizada de la cuestión kurda. En la actualidad, Irán ha cambiado ese punto de vista y quiere animar a Turquía a luchar contra los kurdos porque así puede abalanzarse sobre el régimen sirio para apoderarse de las zonas que Estados Unidos se anime a abandonar. La apuesta de Teherán es, pues, cínica: quiere utilizar a Turquía para hacerse con parte de Siria y luego utilizar esa parte para amenazar a Israel.
Esto significa que el apoyo de Irán a Turquía es también una amenaza para EE.UU. e Israel porque Teherán quiere trabajar con Ankara para expulsar a cualquier grupo vinculado a EE.UU. y así poder dividir parte de Siria. Así, Irán podrá traficar con armas y drogas más fácilmente en el sur de Siria.
Turquía, por su parte, tiene otra agenda. Quiere chantajear a la OTAN para que respalde o al menos se calle sobre su desestabilización de Siria para obtener concesiones de la alianza militar respecto a la adhesión de Finlandia y Suecia. Aunque Turquía forma parte de la OTAN, tiende a trabajar más con Rusia e Irán.
Turquía se opone a los valores de la OTAN, como los derechos humanos y la democracia, y quiere utilizar su pertenencia para obtener beneficios. Como parte de esto, el régimen se jacta de tener el mayor ejército de la OTAN. Ese ejército está dirigido a atacar a las minorías en Siria, a bombardear a los yazidíes en Sinjar y a atacar a los iraquíes. También recibe el sistema de defensa antimisiles S-400 de Rusia, pero Ankara sabe que puede intimidar a la OTAN afirmando que es el eje de su flanco sur.
Así, Turquía amenaza a Grecia y Chipre, así como a Estados Unidos, pero pone el dedo en el botón de veto cuando se trata de que Finlandia y Suecia se unan a la alianza. En resumen, Ankara es capaz de mantener a la OTAN como rehén. Por eso se reúne con los iraníes: Quiere demostrar que tiene amigos en otros lugares.
“Entendemos muy bien las preocupaciones de Turquía en materia de seguridad”, dijo el ministro de Asuntos Exteriores iraní, Hossein Amir-Abdollahian, a los periodistas tras las conversaciones en Ankara con su homólogo turco, Mevlut Cavusoglu.
“Entendemos [que] tal vez sea necesaria una operación especial. Los problemas de seguridad de Turquía deben ser abordados de forma completa y permanente”, dijo Al-Arabiya.
Una “operación especial” es el mismo término utilizado por Rusia durante su invasión de Ucrania. Turquía está aprendiendo de Rusia y viceversa. Por ejemplo, ambos han utilizado los alimentos como arma y han permitido a los extremistas en sus invasiones. Turquía moviliza a los sirios pobres y los anima a unirse a grupos proxy extremistas; Rusia utiliza a la gente de Donbas para luchar. Rusia roba el grano ucraniano; Turquía roba las aceitunas de Afrin. Irán también utiliza apoderados.
Así, el triunvirato Rusia-Turquía-Irán trabaja conjuntamente. También dividen Siria para sus propias necesidades. Utilizando el proceso de “paz” de Astana, estos tres países se reparten Siria – y ven la zona influenciada por Estados Unidos en el este, donde se encuentra el SDF, como la única cosa que bloquea su control.
Por lo tanto, Turquía quiere una nueva invasión para obtener nuevas concesiones de Estados Unidos y la OTAN y también acercarse a Rusia e Irán. Puede decirle a Moscú que si le da más de Siria, entonces Ankara puede apoyar la invasión de Rusia. Turquía le dice a la OTAN que si apoya la invasión, entonces dejará que Finlandia y Suecia se unan.
Turquía le dice a Irán que lo apoyará en la toma del sur de Siria para que pueda amenazar a Israel. A continuación, Turquía le dice al ministro de Asuntos Exteriores de Israel que trabajará contra los complots iraníes en suelo turco. Alienta a Irán a utilizar Siria en su lugar; así es como Ankara piensa en esta política.
De este modo, Turquía utiliza a cada país contra el otro -la OTAN contra Rusia, e Irán contra Israel- y Ankara juega con ambos bandos en su propio beneficio.