Tras años de debate, el Congreso ha aprobado finalmente un plan de las Fuerzas Aéreas estadounidenses para iniciar el proceso de retirada de su flota de A-10 Thunderbolts. Dado que estos formidables aparatos de ataque terrestre son los únicos aviones del ejército estadounidense diseñados específicamente para el apoyo aéreo cercano, el Congreso se ha mostrado reacio a aprobar su desmantelamiento.
Durante casi dos décadas, los Thunderbolts fueron un activo decisivo en los esfuerzos de contrainsurgencia de Estados Unidos en Afganistán e Irak. Sin embargo, dado que Estados Unidos ya no tiene grandes unidades de fuerzas terrestres desplegadas en esos teatros, la necesidad de un uso prolongado de los Thunderbolts es cada vez menor.
Independientemente de la fecha de retirada del A-10, el avión siempre conservará su estatus legendario.
Presentamos el A-10 Thunderbolt II “Warthog”.
Diseñado como bombardero de combate de la Segunda Guerra Mundial, el Warthog ha sido apodado la “bañera de titanio”.
El apodo se debe al blindaje de titanio reforzado que rodea la cabina para proteger a la tripulación del fuego de tierra cuando realizan ametrallamientos contra objetivos adversarios.
Este avión subsónico biturbofán fue desarrollado por Fairchild Republic para las Fuerzas Aéreas estadounidenses a principios de la década de 1970 y entró en servicio en 1976.
Durante la guerra de Vietnam, Estados Unidos perdió más de 350 de sus Douglas A-1 Skyraider de la época coreana. La necesidad de reemplazar estos aviones de ataque terrestre llevó a la creación del Thunderbolt.
Por qué los oficiales estadounidenses adoran el “Warthog”
Las Fuerzas Aéreas de EE. UU. eligieron el A-10 por su letalidad, maniobrabilidad a altitudes extremadamente bajas, capacidad de supervivencia y mantenimiento apto para misiones.
El avión puede permanecer cerca de las zonas de combate durante largos periodos de tiempo, a bajas velocidades y altitudes, lo que lo convierte en un activo para la protección de las tropas terrestres.
La protección de la que goza el A-10 gracias a su “bañera de titanio” permite a los miembros de la tripulación sobrevivir a impactos directos de proyectiles altamente explosivos y de munición perforante a distancias muy cortas.
A lo largo de los años, el A-10 ha sido objeto de importantes remodelaciones, como la incorporación de mejores sistemas de control de tiro, contramedidas electrónicas y pantallas de cabina.
Toda la flota de A-10 ha sido modificada con el sistema Precision Engagement y lleva la designación A-10C.
Armado hasta los dientes, el A-10 tiene una impresionante cadencia de fuego. El cañón GAU-8/A Avenger Gatling, de accionamiento hidráulico, puede disparar 4.200 proyectiles por minuto bajo el morro del fuselaje.
Como explica Military.com, “el Avenger dispara una mezcla de proyectiles de 30 mm PGU-13/B Incendiarios de Alta Explosividad (HEI) con cebado eléctrico y proyectiles PGU-14/B Incendiarios Perforantes de Blindajes (API). Aunque los proyectiles HEI proporcionan al Avenger la capacidad de destruir vehículos ligeros, la verdadera potencia del arma la proporcionan los proyectiles API, cada uno de los cuales incorpora más de media libra de uranio empobrecido superdenso. A 1.200 metros (4.000 pies), una ráfaga de 2 segundos del AN/GAU-8 lanzará 100 proyectiles que contienen 65 libras de uranio empobrecido y colocará el 80 por ciento de estos proyectiles a menos de 20 pies del objetivo”.
Incluso Ucrania quiere una flota de A-10 para ayudar a sus esfuerzos defensivos
El excelente historial del A-10 en operaciones de combate ha contribuido a la reticencia del Congreso a enviar a la jubilación la vetusta flota. Los Thunderbolts han servido con distinción en despliegues que van desde la Guerra del Golfo y Bosnia-Herzegovina hasta Afganistán e Irak.
De hecho, la poderosa historia del A-10 ha colocado a este fuselaje a la cabeza de la lista de deseos de Ucrania -al menos durante un tiempo- para defenderse de la actual invasión rusa.