El canciller alemán, Olaf Scholz, ha rechazado nuevamente las solicitudes de Ucrania para suministrar misiles Taurus de largo alcance, según informa The Guardian el 14 de septiembre, basándose en fuentes internas. Pese a las insistencias de Kiev, la decisión alemana es firme.
“Alemania ha tomado una decisión clara sobre lo que haremos y lo que no haremos. Esta decisión es definitiva”, declaró Scholz en una sesión informativa sobre la situación en Ucrania, cita el diario británico. El canciller recalcó que proporcionar estos misiles sería “irresponsable”, subrayando que podría empeorar la guerra y llevar a una mayor implicación alemana en la guerra, algo que está decidido a evitar.
Los misiles Taurus, con un alcance de hasta 500 kilómetros, son considerados por Ucrania como esenciales para su estrategia de defensa, ya que permitirían atacar infraestructuras situadas detrás de las líneas rusas. Sin embargo, la negativa de Scholz refleja la postura prudente que comparten varios líderes occidentales, quienes prefieren evitar una escalada mayor de la guerra. La posición alemana aboga por la moderación y un enfoque diplomático para resolver la crisis.
El 13 de septiembre, Steffen Hebestreit, portavoz del gobierno alemán, reiteró que las conversaciones entre Estados Unidos y Gran Bretaña sobre el uso de armas occidentales de largo alcance contra Rusia no incluían la entrega de misiles Taurus alemanes a Ucrania. Subrayó que la postura de Scholz no ha cambiado.
Ese mismo día, tanto el primer ministro británico, Keir Starmer, como el presidente estadounidense, Joe Biden, dejaron claro que Ucrania no podrá emplear armamento occidental para atacar objetivos en el interior de Rusia. Según ITV, Starmer recalcó este punto en declaraciones a la prensa durante su vuelo a Estados Unidos.
Por su parte, el presidente ruso, Vladimir Putin, comentó el 12 de septiembre sobre posibles acuerdos entre Estados Unidos y la Unión Europea para llevar a cabo ataques en territorio ruso, advirtiendo que tal participación cambiaría radicalmente la naturaleza de la guerra. Además, Putin señaló que, aunque el ejército ucraniano dispone de armas de precisión y largo alcance de fabricación occidental, aún no ha demostrado capacidad para realizar tales ataques.
Características del misil Taurus KEPD 350: alcance, precisión y capacidad destructiva
El misil alemán de largo alcance Taurus, oficialmente denominado Taurus KEPD 350, es un avanzado proyectil aire-superficie desarrollado por Taurus Systems GmbH, fruto de una colaboración entre MBDA y Saab. Este misil de precisión fue diseñado específicamente para la Luftwaffe, la Fuerza Aérea Alemana, y está orientado a atacar objetivos estratégicos como búnkeres fortificados y buques.
Con una longitud de aproximadamente 5,3 metros y una envergadura de 3,4 metros, su diseño aerodinámico le otorga un alcance y precisión excepcionales. Equipado con un motor turborreactor, el Taurus KEPD 350 puede alcanzar velocidades de hasta Mach 0,95, lo que le permite penetrar las defensas enemigas con gran eficacia.
Uno de los elementos más destacados del Taurus KEPD 350 es su sistema avanzado de guía y navegación. Este sistema combina GPS, navegación inercial y navegación por referencia del terreno (TRN), lo que asegura una precisión excepcional durante todo su trayecto. El sistema TRN utiliza información del terreno para guiar el misil con exactitud, incluso en áreas sin cobertura de GPS, lo que lo convierte en un recurso clave en operaciones en espacios aéreos disputados.
El Taurus KEPD 350 está armado con una ojiva flexible, generalmente equipada con 481 kg de explosivos de alto poder, diseñada para destruir estructuras altamente fortificadas. Su impresionante alcance, que supera los 500 kilómetros, le permite atacar objetivos en profundidad dentro del territorio enemigo, manteniendo a la aeronave lanzadora a una distancia segura.
Además, su capacidad de ser lanzado desde grandes altitudes mejora su habilidad para evadir las defensas aéreas, consolidándolo como un elemento crucial en las estrategias militares modernas.
Debate en Occidente sobre permitir ataques ucranianos en territorio ruso con armas
El debate sobre si Ucrania debería tener autorización para atacar territorio ruso con armas occidentales ha generado opiniones encontradas entre los líderes políticos y militares de Occidente. Muchos funcionarios ucranianos insisten en que disponer de capacidades de largo alcance es esencial para su autodefensa.
El presidente ucraniano, Volodymyr Zelensky, ha pedido con fuerza la ampliación de estas capacidades, argumentando que “necesitamos atacar los aeródromos y bases desde donde se lanzan estas armas” para protegerse de los continuos bombardeos rusos.
Quienes apoyan esta posición en Occidente consideran que limitar las herramientas de Ucrania podría frenar sus esfuerzos en la guerra. Según un experto en defensa, “es absurdo esperar que Ucrania triunfe mientras lucha con las manos atadas a la espalda”. Esta postura resalta la necesidad de brindar a Ucrania los medios adecuados para defenderse.
Sin embargo, otros dirigentes occidentales muestran preocupación por las posibles consecuencias de intensificar la guerra al permitir ataques en suelo ruso. En Rusia, funcionarios como Dmitri Medvedev han lanzado duras advertencias sobre el riesgo de autorizar dichos ataques, sugiriendo que una escalada de esta magnitud podría desencadenar una respuesta devastadora, incluyendo el uso de armas nucleares.
Medvedev llegó a insinuar que atacar profundamente en Rusia podría reducir a Kiev a un “punto gris” en el mapa. María Zakharova, portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores ruso, también advirtió del riesgo de una “escalada descontrolada” con la continua asistencia militar occidental.
En el contexto de estas tensiones, Alemania ha mostrado reticencias desde el inicio de la invasión rusa en 2022 para suministrar misiles de largo alcance Taurus a Ucrania. El gobierno de Olaf Scholz ha mantenido una postura cautelosa sobre el envío de armamento, subrayando la importancia de la moderación para evitar una escalada mayor en la guerra.
A mediados de 2024, la negativa alemana no responde a una votación formal, sino a un escenario político complejo. Este panorama incluye la dinámica interna del gobierno de coalición y una opinión pública que, aunque favorable a una asistencia militar limitada, se opone a una participación directa en la guerra.