La Fuerza Aérea de EE. UU. intensificará en 2024 sus esfuerzos para integrar aviones no tripulados en operaciones con cazas pilotados.
Planificación y expansión de la flota de aviones de combate colaborativos
La Fuerza Aérea de EE. UU. tiene como objetivo acelerar la implementación de su flota de aviones no tripulados, denominados aviones de combate colaborativos (CCA). Estos drones están diseñados para operar en conjunto con los F-35 y futuras plataformas de Dominio Aéreo de Nueva Generación. Las misiones contempladas incluyen ataque a objetivos enemigos, vigilancia, interferencia de señales y actuación como señuelos. Con una estimación inicial de aproximadamente 1.000 CCA, el Secretario de las Fuerzas Aéreas, Frank Kendall anticipa que la cantidad final podría ser mayor.
Antes de su despliegue, es esencial una investigación más profunda en el vuelo autónomo y su integración en las operaciones de las unidades. El presupuesto propuesto para 2024 asigna cerca de 50 millones de dólares para probar software autónomo en cazas F-16 a través del Proyecto VENOM. Adicionalmente, se destinarán 69 millones de dólares para el desarrollo de unidades de operaciones experimentales, enfocadas en el desarrollo de tácticas y procedimientos para incorporar los CCA en escuadrones de combate.
El Proyecto VENOM (Viper Experimentation and Next-generation Operations Model) planea equipar seis F-16 con software autónomo. Estos cazas, pilotados por humanos hasta una zona de experimentación aérea, cambiarán a control autónomo para evaluar la viabilidad y beneficios del concepto CCA. Se busca recopilar datos sobre la interacción entre pilotos y máquinas, fundamentales para el desarrollo de un software más avanzado y refinado.
Desarrollo de tácticas y reducción de riesgos en la combinación de drones y aeronaves tripuladas
Las unidades de operaciones experimentales serán cruciales para determinar cómo los CCA pueden asistir en misiones y en el entrenamiento de escuadrones para su uso eficaz. Este enfoque busca minimizar los riesgos inherentes al combinar drones autónomos con aeronaves tripuladas. En una charla en el Center for a New American Security, con sede en Washington, Kendall destacó el uso de los Boeing MQ-28 Ghost Bats como aviones experimentales para adquirir experiencia operativa en este ámbito.
Un aspecto clave en el desarrollo de los CCA es su costo. La Fuerza Aérea aspira a que sean lo suficientemente económicos para ser considerados “atratables”, es decir, que su pérdida en combate sea asumible. Se estima que los CCA costarán entre un cuarto y un tercio del precio de un F-35, aproximadamente entre 20 y 27 millones de dólares.
Varias empresas de defensa ya han presentado distintos conceptos de CCA. Aunque su adquisición tomará varios años, la Fuerza Aérea espera tener el primer lote de producción hacia finales de esta década, y una cantidad razonable en el campo poco después, según indica Kendall.
Los aviones de combate colaborativos están diseñados para volar junto a los F-35 y otras plataformas avanzadas. Su objetivo es realizar una variedad de misiones, incluyendo ataque a objetivos, vigilancia, interferencia de señales enemigas, y actuar como señuelos, aumentando así la eficacia y seguridad de las misiones.
Inicialmente, la Fuerza Aérea de EE. UU. estimó la adquisición de alrededor de 1.000 aviones de combate colaborativos (CCA). Sin embargo, el secretario de las Fuerzas Aéreas, Frank Kendall, indicó que la cifra final podría ser mayor, adaptándose a las necesidades operativas y estratégicas.
El Proyecto VENOM, un experimento de la Fuerza Aérea de EE. UU., implica cargar software autónomo en cazas F-16. Estos aviones serán pilotados por humanos hasta una zona de experimentación, donde el software tomará el control, contribuyendo a la investigación y desarrollo de tecnologías para los CCA.
Los CCA se integrarán mediante experimentación y desarrollo de tácticas y procedimientos específicos. Un equipo de unidades de operaciones experimentales trabajará en la incorporación de los CCA en escuadrones, buscando una sinergia efectiva entre pilotos humanos y máquinas.
Según el secretario Frank Kendall, cada CCA costará entre un cuarto y un tercio del precio de un F-35. Esto sugiere un coste aproximado de entre 20 y 27 millones de dólares por CCA, haciéndolos una opción más asequible y viable para operaciones en combate.