En los últimos años, el público ha visto cómo los costos de los programas militares se incrementaban progresivamente. Ahora, parece que esta tendencia ha cambiado con el nuevo B-21 Raider, que se está volviendo más económico, de acuerdo con el presupuesto reciente.
De hecho, según lo reportado por Aviation Week, el presupuesto del B-21 para los primeros cinco lotes de producción ha caído de los 19.100 millones de dólares presupuestados por la Fuerza Aérea en 2023, a 13.800 millones de dólares en 2025. Esta reducción equivale a un descuento del 28%, o 5.100 millones de dólares, para adquirir la misma cantidad de bombarderos entre 2023 y 2027.
Aunque las negociaciones sobre los lotes futuros de la fase de producción inicial a baja tasa (LRIP, por sus siglas en inglés) aún no han finalizado, la disminución del costo podría permitir un incremento en los pedidos. De acuerdo con Kathy Warden, directora ejecutiva de Northrop Grumman, los ahorros podrían permitir agregar docenas de B-21 durante los últimos tres años de esta fase de producción.
Además, Aviation Week menciona que la información oficial disponible hasta la fecha sugiere que los primeros modelos de producción del B-21 son al menos decenas de millones de dólares más baratos de lo que la Fuerza Aérea había anticipado inicialmente.
El costo unitario del B-21 es menor de lo previsto en 2015
Cuando se lanzó el programa en 2010, el precio unitario máximo fijado para el B-21 era de 550 millones de dólares. Sin embargo, para 2015, cuando Northrop Grumman obtuvo el contrato de desarrollo, este precio se redujo a 511 millones de dólares.
Con la conversión de esta cifra a dólares de 2024 para ajustar la inflación, el costo actual informado alcanza los 730 millones de dólares. No obstante, con la reciente disminución, Aviation Week informa que los primeros 21 B-21 podrían tener un costo de “solo” 668 millones de dólares por unidad.
El año pasado, la Fuerza Aérea renegoció el precio de cada avión con Northrop Grumman, aunque no está claro cuánto impacto tuvo esto en el presupuesto actualizado, a pesar de que se confirmó una reducción de precio. A finales de este año, se espera que se firme el contrato para el segundo lote de producción, pero no se anticipan cambios adicionales en los costos.
Por otro lado, sigue siendo incierto si los fondos ahorrados se destinarán a aumentar la producción del B-21. La Fuerza Aérea ha optado por mantener una producción lenta y deliberada para minimizar riesgos derivados de sobrecostes y limitaciones presupuestarias, evitando problemas similares a los experimentados con la producción del F-35.
El B-21 podría asumir un papel en la dominación aérea
En octubre de 2024, durante una conferencia de periodistas y editores militares, el general David W. Allvin mencionó la posibilidad de expandir el alcance de la misión del B-21.
Con el costoso programa de Next Generation Air Dominance (NGAD), cuyo costo por unidad tripulada se estima en 300 millones de dólares, bajo revisión, la Fuerza Aérea está evaluando el potencial del B-21 Raider para cumplir una función adicional en el dominio aéreo, además de su rol principal en los ataques estratégicos.
El jefe de la Fuerza Aérea no confirmó explícitamente un papel aire-aire para el B-21; no obstante, dejó entrever esta posibilidad. “No hemos descartado eso”, afirmó David W. Allvin. Esta idea ya había sido mencionada en 2019 por otros funcionarios de la Fuerza Aérea al referirse al futuro dominio aéreo.
Según el entonces mayor general Scott Pleus, director de Operaciones Aéreas y Cibernéticas de las Fuerzas Aéreas del Pacífico, “un B-21 con capacidades aire-aire” podría trabajar “con la familia de sistemas para defenderse, utilizando el sigilo”. Esto, dijo, podría ser un paso hacia el desarrollo del avión de sexta generación.
Adaptado para misiones aire-aire, el B-21 podría convertirse en un potente “avión arsenal”, equipado con misiles de largo alcance como el JATM AIM-260. Este armamento permitiría disuadir o neutralizar formaciones enemigas, aprovechando las capacidades furtivas del B-21 y sus avanzados sistemas de enlace de datos para colaborar con los CCA y aviones NGAD tripulados.
Además, se discute su participación en misiones de supresión y destrucción de las defensas aéreas enemigas (SEAD/DEAD), utilizando misiles antirradiación o señuelos para detectar radares enemigos. La sofisticada fusión de sensores del Raider y su arquitectura digital le permiten procesar datos electromagnéticos complejos, convirtiéndolo en una herramienta versátil para diversas operaciones.
La Fuerza Aérea podría reconsiderar el tamaño de la flota de B-21
A pesar de las especulaciones sobre aumentar la flota de B-21, Allvin no mencionó una expansión en la cantidad de bombarderos. El servicio mantiene el plan original de adquirir 100 unidades, lo que podría completarse a mediados o fines de la década de 2030, considerando el ritmo actual de producción.
No obstante, la directora ejecutiva de Northrop Grumman, Kathy Warden, sugirió que la Fuerza Aérea podría reconsiderar el número total de bombarderos. El secretario de la Fuerza Aérea, Frank Kendall, ya había adelantado que el servicio está evaluando aumentar su tamaño como parte de una revisión de la estructura de la fuerza.
En estas evaluaciones, Kendall ha mencionado explícitamente al NGAD, pero Warden aseguró que el B-21 “también está en consideración”. Según sus palabras, “sería prematuro sugerir dónde terminará esa revisión”, aunque es probable que en los próximos meses la Fuerza Aérea revele su postura sobre la cantidad de B-21 que planean adquirir a largo plazo.
Los próximos meses podrían ser cruciales para definir si el rol del B-21 se expande oficialmente. Warden confirmó que Northrop Grumman está lista para aumentar la producción en caso de que se necesiten más Raiders, dependiendo de las decisiones que tome la Fuerza Aérea sobre el programa.
El futuro del B-21 y su relevancia estratégica a largo plazo
Aunque el secretario Kendall ha señalado que las evaluaciones en curso podrían afectar el número final de bombarderos, cualquier extensión en la misión del Raider podría reforzar su valor dentro del arsenal estadounidense. Esta expansión aseguraría que el B-21 siga siendo una pieza clave en el poder aéreo estratégico de los Estados Unidos en los próximos años.