Durante un ejercicio de guerra Red Flag hace varios años, un solo F-35 fue capaz de encontrar, identificar y destruir una pequeña flota de cazas enemigos sin ser detectado.
El acontecimiento ofreció pruebas sustanciales a favor de muchos defensores del F-35 y de los líderes de la Fuerza Aérea que pudieron ver el impacto operativo del jet en un escenario de guerra.
El juego de guerra representó una de las primeras ocasiones clave en que un F-35 funcionó plenamente según lo previsto o imaginado en un escenario de guerra masiva de gran potencia con adversarios avanzados y aviones enemigos de 5ª generación en una circunstancia de guerra de gran potencia.
El F-35 en un papel más destacado
También sirvió para abordar una cuestión esencial sobre el F-35.
¿Qué pasaría si -al operar dentro de una serie de complejas variables entrelazadas de amenazas y vectores de ataque en una guerra de gran envergadura en medio de una escalada de amenazas- un pequeño grupo de F-35 pudiera llevar a cabo una serie de misiones masivas de alto riesgo para alcanzar rápidamente objetivos bélicos y evitar una guerra prolongada y altamente letal? Los ataques de precisión con objetivos precisos podrían lograr más que una estrategia de guerra terrestre lenta.
Los analistas de costes y los detractores del F-35 podrían darse cuenta del elevado coste del programa F-35, en caso de que un número reducido de F-35 lograra rápidamente un resultado bélico de gran envergadura e impacto, evitando así la necesidad de operaciones prolongadas con un elevado número de bajas.
¿Podrían los F-35 existentes ahorrar dinero al Pentágono?
Un interesante documento político del Instituto Mitchell 2020, titulado “Resolving America’s Defense Strategy-Resource Mismatch”, sostiene que los costes de adquisición y mantenimiento del F-35, cuando se consideran como parte de una ecuación global de costes operativos acumulativos, resultan en realidad mucho más económicos de lo que los críticos actuales entienden.
Conclusiones del documento sobre el F-35
El fallo, según el documento de Mitchell, es de procedimiento. El documento sostiene que los métodos y criterios utilizados para determinar los costes y la asequibilidad del F-35 no han sido precisos.
La principal conclusión del análisis de Mitchell es la necesidad de identificar métricas suficientes para indicar claramente los beneficios de ahorro de costes de los aviones furtivos cuando se ven a través de una lente de objetivos de la misión y el logro exitoso.
“Si las tecnologías y el diseño superiores permiten a los F-35 garantizar los efectos de la misión que de otro modo requerirían múltiples aviones menos capaces (y con mayor riesgo), entonces los F-35 realmente aportarán valor en muchas dimensiones del sistema de combate más amplio… De cara a futuras inversiones, el concepto de “coste” debe centrarse menos en los sistemas individuales y más en los recursos empresariales necesarios para lograr los objetivos de la misión”, afirma el documento.
También está la cuestión de los porcentajes de la flota, dado que la flota actual de las Fuerzas Aéreas está compuesta en un 81% por aviones de 4ª generación y sólo en un 19% por aviones de 5ª generación.
¿Qué significa esto en términos operativos?
En el caso del despliegue y la disponibilidad, si se necesitaran repentinamente aeronaves para misiones urgentes, las plataformas de 4ª generación constituirían la mayor parte de lo disponible, dependiendo de la base avanzada y de la preparación.
¿Utilizar un mayor número de aviones de la 4ª Generación para misiones de mayor duración y riesgo resultaría, en última instancia, más costoso que el simple despliegue de un pequeño grupo de los F-35 necesarios? Dependiendo de los requisitos operativos de una misión, podría ser el caso.
¿No debería este tipo de ecuación ser de primordial consideración en medio de los debates en curso sobre las evaluaciones de costes del F-35, los planes de producción y la determinación del tamaño de la flota de 5ª Generación?
Una solución a los costes del F-35
Como parte de un esfuerzo para proponer una solución a la comprensión de los costes del F-35, el documento Mitchell defiende una métrica de costes alternativa o un método de análisis a través del cual abordar algunas de las cuestiones apremiantes sobre los costes del F-35. El documento aboga por un modelo de análisis de “coste por efecto” para discernir los costes de las aeronaves.
El “coste por efecto” es una medida de evaluación que permite valorar el “argumento comercial” que subyace a las tecnologías comparadas desde el punto de vista operativo de la eficacia de la misión empresarial y la eficiencia fiscal, y no sólo del menor coste inicial por unidad de una pieza de equipo que puede que sólo aborde una faceta de la cadena de muerte”, dice el documento.
En términos de un desglose numérico, el documento de Mitchell dice que los costes operativos por hora de un F-35 están en el rango de 35.000 dólares, mientras que un informe de Defense News en 2021 dice que los costes operativos del F-15EX son de aproximadamente 29.000 dólares por hora, y una estimación de Jane’s sitúa los costes operativos por hora del F/A-18 en 24.000 dólares.
Según esta información disponible, sí parece que los costes operativos por hora del F-35 son ligeramente superiores a los de sus homólogos de 4ª generación, sin embargo, ¿qué ocurre cuando se analiza una métrica de evaluación de costes global teniendo en cuenta el rendimiento, el uso operativo y la eficacia de la misión?
Análisis de la Tormenta del Desierto
El estudio realizó un análisis de los ataques aéreos iniciales de la Tormenta del Desierto hace muchos años, teniendo en cuenta específicamente qué activos y recursos eran necesarios para lograr el objetivo de la misión, utilizando el modelo de evaluación de “coste por efecto”.
Según las conclusiones, se necesitaban 41 aviones para realizar misiones de barrido y escolta, supresión de las defensas aéreas enemigas y, a continuación, los bombardeos propiamente dichos.
Sin embargo, utilizando plataformas furtivas, el análisis concluyó que sólo se necesitaban 20 aviones.
Conclusión
En efecto, los aviones furtivos podrían cumplir todos los mismos objetivos de una forma mucho más racionalizada, pero orientada al cumplimiento de misiones de alto rendimiento, reduciendo así los costes operativos globales de la misión. Y lo que es aún más importante, el uso del sigilo mejora enormemente la capacidad de supervivencia, lo que significa que los pilotos que realizan las misiones de ataque tienen muchas más posibilidades de sobrevivir.