El bombardero B-21 Raider de EE. UU. avanza con tecnología stealth que desafía las defensas chinas, con la producción en marcha y el despliegue previsto para 2026.
B-21 Raider: Tecnología stealth que alarma a China
El bombardero B-21 Raider, desarrollado por Northrop Grumman, entró en producción a baja escala en enero de 2024 en la Planta 42 de la Fuerza Aérea en Palmdale, California. Seis unidades están en construcción, con el primer vuelo de prueba realizado el 10 de noviembre de 2023. Su diseño incorpora materiales absorbentes de radar avanzados, lo que reduce su firma a niveles comparables con un mosquito. La Fuerza Aérea de EE. UU. planea adquirir al menos 145 unidades para 2030, con el objetivo de sustituir a los B-1 Lancer y B-2 Spirit.
El programa B-21, iniciado en 2011 como Long Range Strike Bomber (LRS-B), completó su revisión de diseño crítico en diciembre de 2018. Su capacidad para misiones nucleares y convencionales, junto con un alcance de 6,000 millas sin reabastecimiento, permite realizar ataques profundos en territorios enemigos. La producción se aceleró en 2024, con un presupuesto de $10.3 mil millones asignado para 2026, lo que garantizará al menos dos bombarderos operativos el próximo año.
China expresó inquietud por el rápido desarrollo del B-21. En noviembre de 2023, tras el vuelo inaugural, medios estatales chinos reportaron preocupaciones sobre su capacidad para penetrar defensas antiaéreas avanzadas. El diseño modular del B-21 permite implementar actualizaciones futuras para asegurar su adaptabilidad frente a nuevas amenazas. La Fuerza Aérea resalta su rol en operaciones en el Indo-Pacífico, donde su despliegue podría contrarrestar las defensas antiacceso/denegación de área (A2/AD) chinas.
El B-21 integra sistemas de sensores avanzados y capacidades de mando y control aéreo, y actúa como un nodo de inteligencia. Puede operar con aviones no tripulados y portar misiles aire-aire, lo que incrementa su versatilidad. La construcción emplea tecnologías maduras para evitar sobrecostos, con un costo unitario estimado de $750 millones en dólares actuales, considerablemente menor que los $2 mil millones del B-2.
Capacidades clave del B-21 Raider
- Alcance de 6,000 millas sin reabastecimiento, adecuado para misiones transpacíficas.
- Firma de radar mínima, comparable a un insecto, lo que permite eludir sistemas de detección.
- Capacidad para misiones nucleares y convencionales con armamento versátil.
- Integración con drones y sistemas de mando, control y sensores avanzados.
Producción del B-21 y preocupaciones chinas
Northrop Grumman enfrenta desafíos financieros, y reportó una pérdida de $477 millones en el primer trimestre de 2024 debido a costos imprevistos de materiales. En 2023, la empresa registró una pérdida de $1.6 mil millones por disrupciones macroeconómicas. A pesar de esta situación, la Fuerza Aérea impulsa una producción ampliada, con propuestas de hasta 400 unidades para contrarrestar amenazas de China y Rusia. Una segunda planta de producción se evalúa con el fin de aumentar la capacidad a 20 bombarderos por año.
China desarrolla su propio bombardero stealth, el H-20, con un alcance estimado de 8,500 kilómetros, lo que le permitiría llegar a Japón, Filipinas o Guam. Sin embargo, el programa chino continúa en etapas iniciales, con un despliegue proyectado para finales de la década. Analistas chinos afirmaron en 2023 que sus misiles hipersónicos, con capacidad para alcanzar Mach 6, podrían interceptar al B-21 en simulaciones, aunque su diseño stealth impide bloquear los misiles con facilidad.
El B-21 será desplegado inicialmente en la Base Aérea de Ellsworth, Dakota del Sur, con dos pruebas de vuelo semanales previstas durante 2024. La Fuerza Aérea evalúa si puede operar sin soporte logístico en teatro, lo que reduciría la dependencia de bases avanzadas. La tecnología del B-21, que incluye nuevos métodos de control de emisiones electrónicas, permite engañar radares enemigos mediante la simulación de otros objetos.
En 2016, se anunció que el B-21 utilizará motores similares a los del F-35, fabricados por Pratt & Whitney. Siete proveedores principales, incluidos BAE Systems y Spirit AeroSystems, participan en el programa. La construcción de un hangar de recubrimientos stealth en la Planta 42 concluyó en 2019. Los ensayos de dos aeronaves adicionales en tierra continúan en 2025, lo que ampliará el alcance operativo del programa.
Debate sobre exportación del B-21 Raider
La posibilidad de exportar el B-21 a aliados como Australia, Israel o Japón se planteó en 2022, con beneficios potenciales como la reducción de costos unitarios mediante economías de escala. Australia manifestó interés en 2022 para reforzar su capacidad de ataque de largo alcance, según un informe del Australian Strategic Policy Institute. Sin embargo, la sensibilidad de sus tecnologías stealth y sensores plantea riesgos de proliferación si las alineaciones geopolíticas se modifican, como ocurrió con el F-22 Raptor, que nunca fue exportado.
El B-21 incorpora lecciones del programa B-2 y evita los sobrecostos que redujeron su flota de 132 a 21 unidades. La Fuerza Aérea prioriza el despliegue exclusivo en bases aliadas como una estrategia destinada a mantener el control de la tecnología. En 2009, un hackeo al programa F-35 expuso vulnerabilidades, y el diseño del B-21 permanece altamente clasificado para impedir filtraciones similares. En 2012, el caza chino J-31 presentó similitudes con el F-35, lo que refuerza las preocupaciones de EE. UU. sobre la seguridad tecnológica.
El programa B-21 se gestiona bajo la Oficina de Capacidades Rápidas de la Fuerza Aérea, lo que agiliza la adquisición frente a los procesos tradicionales. En 2016, Boeing y Lockheed Martin presentaron una oferta conjunta, pero Northrop Grumman obtuvo el contrato tras una protesta fallida ante la Oficina de Responsabilidad Gubernamental, que destacó el costo como el factor decisivo. La producción actual se concentra en pruebas intensivas, con el propósito de permitir operaciones en entornos de alta amenaza.
El desarrollo del B-21, desde el contrato en 2015 hasta su presentación en 2022, se completó en siete años, un tiempo récord en comparación con otros programas de defensa. La aeronave, más pequeña que el B-2, pero con mayor alcance, emplea materiales avanzados que disminuyen los costos de mantenimiento. Su capacidad para operar sin tripulación opcional y controlar drones desde el aire refuerza su función como plataforma multifuncional en conflictos futuros.