Mientras que los comentarios de la defensa china han sido en gran parte elogiosos del Su-57, sus contrapartes rusas han sido mucho más tibios acerca del J-20.
A medida que el Su-57 entra en producción en serie en cantidades mucho mayores de lo que se esperaba, Moscú está haciendo un esfuerzo concertado para lanzar el caza de quinta generación a los principales importadores de armas, entre ellos Turquía, la India y China.
En los últimos años, los medios de defensa chinos han estado particularmente interesados en seguir el desarrollo del Su-57; sus comentarios, en su mayoría positivos, han sido tomados por mucho tiempo como una señal del interés de las importaciones chinas.
Pero la pregunta rara vez se hace a la inversa: ¿qué piensa Rusia del caza J-20 de China?
Mientras que los comentarios de la defensa china han sido en gran parte elogiosos del Su-57, sus contrapartes rusas han sido mucho más tibios acerca del J-20.
En un reciente artículo sobre el “beneficio mutuo” de un acuerdo de importación del Su-57 de China, el prominente distribuidor de defensa ruso RG concluyó que el Su-57 no es ni mejor ni peor que el J-20, sino que cumple un propósito operacional totalmente diferente.
El J-20 fue diseñado como una plataforma de misiles sigilosos que puede penetrar en defensas aéreas sofisticadas para apuntar a infraestructuras o activos militares críticos.
El Su-57, por otro lado, sobresale como una plataforma de superioridad aérea que intercambia las características de sigilo y ataque terrestre por el potencial de combate aéreo. Por lo tanto, RG caracteriza acertadamente el empuje del argumento de la exportación rusa: La fuerza aérea de China debería comprar el Su-57 no como un reemplazo, sino como un complemento del J-20.
Tal vez el aspecto más frecuente, si no polémico, de los comentarios rusos sobre el J-20 es la alegación recurrente de que los chinos se inspiraron mucho en un proyecto de caza soviético de quinta generación que se presentó en 2000.
Dmitry Drozdenko, subdirector de la publicación militar rusa “Arsenal de la Patria”, dijo al Sputnik que el J-20 “está basado” en el desafortunado MiG 1.44: “En mi opinión, la máquina está basada en el MiG 1.44 ruso. Ese avión fue creado para competir con el PAK FA en la etapa preliminar de diseño, y realizó su primer vuelo en el año 2000. El avión chino es muy similar. Aunque no ha sido anunciado oficialmente, el J-20 utiliza nuestro motor AL-31F, desarrollado por Salut, que los chinos compraron por medio billón de dólares”. El artículo continuaba citando una configuración de canard y una sección de la cola de forma similar como ejemplos de un supuesto parecido asombroso entre los dos cazas.
TASS, la principal agencia de noticias estatal de Rusia, se hizo eco del Sputnik al señalar que varios J-20 funcionan actualmente con el motor AL-31F y que el J-20 comparte un distintivo diseño aerodinámico “tipo pato” con el MiG-1.44, pero no llegó a afirmar que los chinos consultaron directamente el diseño del caza ruso para construir el J-20.
A propósito de los problemas de motor, los comentaristas de defensa rusos se unen a sus homólogos occidentales en su escepticismo sobre el estado del motor del WS-15 con el que se suponía que el J-20 iba a navegar. Los problemas de rendimiento y fiabilidad de las palas de la turbina monocristalina del WS-15 han llevado a los chinos a producir lotes iniciales de J-20 con WS-10B más antiguos e inferiores como medida provisional. En 2018 se especuló brevemente con que los ingenieros chinos habían conseguido arreglar el WS-15, pero hasta el momento no se ha confirmado nada.
Aunque Moscú no tiene intención de importar el buque insignia de los cazas de sigilo de China, su percepción de ello es relevante para su esfuerzo continuo de vender a China el Su-57. Específicamente, Rosoboronexport— la agencia de exportación de armas de Rusia– tendrá que hacer un caso convincente de que el Su-57 tiene algo que los chinos necesitan, y que el J-20 carece. Asimismo, su evaluación del J-20 es estratégicamente importante en el contexto de la floreciente relación de defensa chino-rusa en la que ninguna de las partes quiere ser relegada al papel de socio menor.