Con la superioridad aérea sobre los cielos de Ucrania aún en entredicho, se ha prestado mucha atención recientemente a la defensa aérea ucraniana. Aunque el ejército ucraniano ha operado un sistema de misiles tierra-aire (SAM) S-300, estas plataformas recibieron grandes golpes al principio de la guerra, lo que llevó a la transferencia de activos S-300 adicionales de Eslovaquia a Ucrania esta primavera.
Dados los desafíos a los que se han enfrentado las defensas aéreas ucranianas, en Estados Unidos se ha vuelto a hablar de si Turquía podría considerar el envío a Ucrania de sus batallones de SAM S-400 recientemente adquiridos. Dado que Turquía fue expulsada recientemente del programa F-35 Lightning II de la OTAN por su compra del sistema S-400 a Rusia, dicha transferencia no sólo reforzaría significativamente las defensas aéreas ucranianas, sino que también podría permitir a Turquía volver a participar en el programa F-35.
Por diversas razones (a saber, que Turquía considera que necesita el S-400 en sus objetivos geopolíticos frente a Grecia y que el país busca no disgustar aún más a Moscú) ese resultado parece improbable. No obstante, la hipótesis suscita el interés por las capacidades del sistema S-400, un sistema que Rusia vende cada vez más en los mercados mundiales.
¿Qué es el S-400?
El S-400 es un sistema SAM móvil de cuarta generación y la versión mejorada del S-300. Su desarrollo comenzó en 1993 y el sistema entró en servicio por primera vez en Rusia en 2007. El S-400 es capaz de atacar aviones, vehículos aéreos no tripulados y misiles de crucero. Muchos lo consideran similar al sistema SAM Patriot de EE.UU., aunque a diferencia del sistema Patriot, el S-400 no emplea actualmente la tecnología de defensa contra misiles balísticos “hit-to-kill”. El alcance del S-400 es de aproximadamente 250-400 kilómetros (aunque no está claro si sus capacidades de radar permitirían que uno de sus misiles alcanzara realmente los 400 kilómetros) y sus misiles llevan una ojiva de fragmentación de alto explosivo de 143 kilogramos.
Aunque el S-400 utiliza principalmente la serie de misiles 48N6 para atacar objetivos aéreos a una distancia de hasta 250 kilómetros o interceptar misiles balísticos en un radio de 60 kilómetros, el sistema también emplea el 40N6, un misil de largo alcance diseñado para ampliar las capacidades de defensa aérea hasta los mencionados 400 kilómetros. Además de estos dos misiles, Rusia está probando actualmente el 77N6, un misil con tecnología hit-to-kill y diseñado específicamente para contrarrestar ojivas de misiles balísticos. Si el desarrollo del 77N6 tiene éxito, el sistema S-400 se equipararía al sistema Patriot de Estados Unidos.
Desde su entrada en servicio, el S-400 ha sido objeto de una serie de despliegues de alto nivel, como en el enclave europeo altamente militarizado de Kaliningrado, en la península de Crimea y en Tartus (Siria), donde protege los activos militares rusos y sirios.
Las exportaciones del S-400 están creciendo. En 2015, China contrató con Rusia la compra de seis batallones del sistema. Al año siguiente, India adquirió cinco. Más recientemente (y de forma controvertida), Turquía recibió envíos del sistema en 2019.
La difusión del S-400 a países como la India ha sido controvertida dentro de algunos círculos políticos estadounidenses. Sin embargo, otros han argumentado que el S-400 proporciona a la India un sistema más asequible que puede utilizarse para contrarrestar a China en el sur de Asia.
Lo que es seguro es que la difusión del sistema S-400 seguirá siendo controvertida: por los ingresos de exportación que aporta a Rusia, por las capacidades A2/AD que proporciona a China y por los problemas de interoperabilidad que plantea a aliados de la OTAN como Turquía. Aunque Ucrania no vaya a recibir este sistema en breve, el espectro de su futura difusión plantea valiosas cuestiones para los equilibrios de poder tanto regionales como mundiales.