Irán posee el mayor y más diversificado arsenal de misiles balísticos de Oriente Medio. Aunque este umbral supone ciertamente una importante amenaza para sus vecinos, la capacidad de Irán para producir un misil balístico intercontinental (ICBM) no está del todo en el horizonte inminente. Sin embargo, las enormes mejoras en la letalidad y precisión de las armas de Irán en la última década deberían advertir que las ambiciones del régimen no son limitadas. El estado actual de los progresos de Irán en materia de misiles balísticos intercontinentales se disecciona mejor en tres partes: el programa espacial del Cuerpo de la Guardia Revolucionaria Iraní (CGRI), la colaboración de la OTAN con la OTAN y el programa de la OTAN. (CGRI), la colaboración con Corea del Norte y la guerra por delegación en la región.
En el marco de las conversaciones nucleares conjuntas entre Estados Unidos e Irán celebradas en Viena el pasado mes de febrero, Irán presentó su misil Khaybar Sheikan. Con un alcance declarado de 1.450 kilómetros, esta arma podría alcanzar tanto las bases estadounidenses de la región como Israel. Un mes antes, Irán probó un motor para un cohete de combustible sólido necesario para lanzar satélites. El diseño del cohete de combustible sólido puro suele corresponder a sistemas de misiles balísticos. Aunque estos desarrollos se han mostrado públicamente, el alcance de los programas de armamento de Irán es probablemente subterráneo u oculto.
La presentación del nuevo misil Khaybar Sheikan cayó cerca del aniversario del “Día Nacional de la Tecnología Espacial” de Irán, que conmemora el lanzamiento en 2009 de su cohete Safir de combustible líquido de fabricación nacional. Basado en el cohete de combustible líquido Nodong de Corea del Norte, el Safir estaba destinado a transportar armas nucleares. Aunque los problemas técnicos y las dificultades del Safir han minimizado su importancia, el programa espacial de Irán se ha vuelto más alarmante en los últimos años.
En abril de 2020, Irán lanzó con éxito su primer satélite militar, Noor-1 (“ligero”), transportado por su propio vehículo de lanzamiento espacial de tres etapas Qased (SLV). Este lanzamiento marcó un punto de inflexión en el programa de desarrollo de armas de Irán por dos razones. En primer lugar, Noor-1 se lanzó en coordinación con el programa espacial militar del CGRI. Todos los lanzamientos espaciales hasta ese momento habían sido realizados por la Agencia Espacial Iraní, por lo que la coordinación de los militares con el lanzamiento indica que se están dedicando más recursos a este sector. En segundo lugar, el lanzamiento mostró una capacidad de combustible sólido que podría hacer que los diseños de misiles balísticos de Irán sean más letales y sofisticados en el futuro.
Los avances en el programa espacial iraní podrían correlacionarse con sus potenciales capacidades de misiles balísticos intercontinentales a largo plazo. Los diseños de misiles de largo alcance del régimen utilizarán la tecnología desarrollada en sus programas espaciales de combustible sólido para construir vehículos de lanzamiento y el sistema de guiado para la orientación y la navegación. Si bien la puesta en órbita de un satélite sugiere un sistema de guiado decentemente sofisticado, el éxito de la reentrada y el apuntamiento de las ojivas es otra cuestión.
Si bien no es posible caracterizar el progreso exacto de Irán en el desarrollo de misiles balísticos intercontinentales debido a su falta de transparencia, las amplias actividades de representación del Estado muestran su dependencia de la tecnología de misiles y cohetes. Irán es un importante centro de proliferación de armas, que suministra a las milicias y a los grupos de representación de toda la región un flujo constante de misiles y cohetes. Mientras que los Hutíes de Yemen han sido equipados con misiles balísticos y de crucero cada vez más avanzados en los últimos años, las milicias chiíes de Irak han recibido drones y cohetes cargados de explosivos.
Irán depende en gran medida de sus programas de desarrollo de misiles y cohetes para mantener su posición de mayor proliferador en la región. La prioridad que da el régimen a su arsenal de armas, a sus actividades encubiertas y al avance de su programa espacial indican que, aunque la capacidad de los misiles balísticos intercontinentales de Irán puede no ser una amenaza inminente, sí es una ambición del régimen. En la actualidad, Irán no posee ojivas nucleares, y mucho menos capaces de ser utilizadas en un ICBM, pero se está acercando a una ojiva viable. Si Irán tarda un año en crear una bomba, el régimen sin duda invertirá gran parte de sus recursos en el desarrollo de un ICBM para crear un sistema de lanzamiento capaz para su arma.
Maya Carlin es analista del Centro de Política de Seguridad y ex becaria Anna Sobol Levy en el IDC Herzliya de Israel. Ha aparecido en una amplia gama de publicaciones, como The National Interest, Jerusalem Post y Times of Israel.