El desafío de los cazas Su-57 y J-20 a la hegemonía aérea de EE. UU. destaca el avance tecnológico y estratégico en la competencia por la supremacía militar.
El dominio aéreo de Estados Unidos enfrenta nuevos desafíos tecnológicos
Estados Unidos ha dominado el espacio aéreo mundial durante décadas gracias a innovaciones revolucionarias como el caza F-22 Raptor y el bombardero B-2 Spirit, ambos equipados con tecnología furtiva de quinta generación. Estos avances permitieron a la Fuerza Aérea de Estados Unidos mantener una clara ventaja sobre sus adversarios en términos de capacidad y superioridad tecnológica.

Sin embargo, este dominio ha sido desafiado en los últimos años por el desarrollo de cazas avanzados en Rusia y China, rompiendo la hegemonía aérea estadounidense. El Su-57 ruso y el Chengdu J-20 chino han cambiado el panorama aeroespacial militar.
Especialmente, el J-20 ha generado preocupaciones significativas, ya que representa una amenaza directa a la superioridad aérea de Estados Unidos. Este caza, con sus capacidades avanzadas, ha demostrado que China puede competir a nivel tecnológico con las principales potencias aéreas del mundo.
Desarrollo del F-22 Raptor y cambios en las prioridades de defensa aérea
En los años 80, Estados Unidos ya anticipaba la necesidad de desarrollar un caza de nueva generación para mantener su ventaja competitiva ante los avances de Rusia y China en aviación militar. Esto llevó al desarrollo del F-22 Raptor, que con su baja sección transversal de radar y motores avanzados, proporcionó una ventaja táctica y tecnológica sin precedentes a las Fuerzas Aéreas de Estados Unidos.

A pesar de su éxito, el interés por el costoso F-22 disminuyó tras el final de la Guerra Fría. En los años 2000, la atención de Estados Unidos se desvió hacia la Guerra contra el Terrorismo y el desarrollo del F-35, lo que se saldó con una reducción significativa en la producción del Raptor. Originalmente se planificaron 750 unidades, pero en 2009 el programa se limitó a 187 aviones, reflejando un cambio en las prioridades de defensa aérea de Estados Unidos.
Por otro lado, China ha acelerado el desarrollo de su caza J-20 “Mighty Dragon”, incorporando tecnologías avanzadas e inteligencia artificial, con mejoras significativas previstas en la próxima década. Este desarrollo es parte de una estrategia más amplia de China para utilizar el J-20 en posibles conflictos sobre Taiwán y para proteger sus intereses en los mares de China Meridional y Oriental.
Integración y coordinación del J-20 y su impacto en conflictos futuros

Yang Wei, jefe del diseño del J-20, anunció que este caza permitirá una “integración aeroespacial” con otras aeronaves chinas, otorgándole una ventaja significativa sobre el F-22 y el F-35 en operaciones aéreas. Esta capacidad de integración y coordinación podría cambiar las reglas del juego en futuros conflictos aéreos.
En respuesta, las Fuerzas Aéreas de Estados Unidos están desarrollando un caza de nueva generación que operará en conjunto con vehículos aéreos no tripulados avanzados (UAV). El secretario del Ejército del Aire, Frank Kendall, ha revelado que 1,000 aviones de combate colaborativos (CCA) acompañarán a 200 cazas de nueva generación en el marco del programa Next Generation Air Dominance (NGAD).
Esta flota de UAV ampliará significativamente las capacidades y el alcance de la Fuerza Aérea de Estados Unidos, permitiendo una respuesta eficaz a las amenazas emergentes de la Fuerza Aérea de China. La producción de la flota NGAD está programada para comenzar en la década de 2030, y con las crecientes tensiones entre Pekín y Washington, este programa es crucial para mantener la supremacía aérea estadounidense en el futuro.