Las capacidades defensivas aéreas de Ucrania lograron neutralizar una significativa cantidad de aeronaves de combate rusas hacia finales de febrero y comienzos de marzo, centrando sus acciones principalmente en el sector oriental del país. Según reportes emitidos por Kiev, los aparatos derribados comprenden 11 cazabombarderos Sukhoi Su-34, dos cazas Sukhoi Su-35, y una unidad del escaso avión radar Beriev A-50.
No obstante, este considerable desgaste en material y personal no parece haber menguado sustancialmente el ánimo combativo de la aviación rusa. En respuesta, las fuerzas ucranianas han adoptado una estrategia alternativa, dirigiendo su foco hacia los aproximadamente 200 Sukhois estacionados en una de las principales bases aéreas rusas.
Operaciones nocturnas contra la aviación rusa
Durante las horas finales de una noche o al amanecer de un día reciente, un enjambre de drones explosivos de uso único incursionó sobre la base aérea rusa de Morozovsk, localizada en el occidente de Rusia, a unos 305 kilómetros del frente de batalla en el este ucraniano.
Grabaciones provenientes de las inmediaciones de dicha instalación captaron a los drones en pleno vuelo, mientras que una serie de detonaciones perturbaba la tranquilidad de la base, hogar del 559.º Regimiento de Aviación de Bombarderos. Durante el asalto, se reportó la presencia en tierra de hasta 26 unidades biposto Su-34, junto con tres aeronaves monoplaza, presumiblemente Su-35, distribuidas en las plataformas adyacentes.
Aunque Kiev ha reivindicado la destrucción de seis aeronaves rusas, la veracidad de tal afirmación permanece, por el momento, como indeterminada. Imágenes satelitales de resolución limitada de Morozovsk, captadas al día siguiente, no proporcionan certeza alguna. No obstante, más allá del número específico de Sukhois afectados, si es que hubo alguno, el aspecto crucial reside en la intención y ejecución del ataque por parte de Ucrania, un esfuerzo que probablemente persistirá.
Este esfuerzo forma parte de una estrategia ucraniana que involucra el despliegue de sus sistemas de ataque de largo alcance más avanzados, en particular, una amplia gama de drones domésticos de largo alcance, orientados a neutralizar los vectores de ataque profundo críticos para Rusia, representados por sus cazabombarderos Sukhoi.
Esta táctica se inscribe dentro de una campaña más extensa de incursiones por parte de drones ucranianos dentro del territorio ruso, la cual ha tenido como blancos instalaciones petrolíferas rusas y, en un episodio particularmente audaz, una planta de manufactura de drones en Rusia mediante el uso de una aeronave deportiva automatizada cargada de explosivos.
La priorización de los Sukhois como objetivos clave responde a su papel preponderante en el conflicto, dado que los Su-34 armados con bombas guiadas tipo “KAB” de 500, 1.000 o 1.500 kg han demostrado ser un factor determinante en el transcurso de los 26 meses de confrontación bélica entre Rusia y Ucrania. Dichas bombas, capaces de ser lanzadas desde distancias de 40 kilómetros o más, han sido descritas como devastadoras para cualquier emplazamiento defensivo, según palabras de Egor Sugar, integrante de la 3ª Brigada de Asalto de Ucrania.
Los bombardeos perturban el equilibrio en Avdiivka
En el clímax de la contienda por Avdiivka, una urbe situada en el oriente de Ucrania, durante mediados de febrero, las fuerzas rusas desataron una andanada de 250 bombas guiadas KAB en tan solo dos días. Esta intensa ofensiva aérea convirtió a Avdiivka en una posición insostenible, forzando a la guarnición ucraniana, ya en precaria situación de municiones, a ejecutar una retirada táctica.
El bombardeo estratégico sobre Avdiivka sugirió un posible viraje en la doctrina operativa rusa a lo largo de otros sectores del frente, según indicaciones del Instituto para el Estudio de la Guerra, con sede en Washington, D.C., a medida que la ciudad sucumbía ante el avance enemigo.
Actualmente, los cazabombarderos Su-34 ejecutan lanzamientos de hasta 100 bombas KAB diariamente, concentrando su potencia de fuego en cualquier localidad que las fuerzas rusas planifiquen conquistar a continuación.
En un esfuerzo desesperado por contrarrestar esta campaña de bombardeo, la Fuerza Aérea de Ucrania desplegó una de sus tres baterías de misiles antiaéreos Patriot, el epítome de sus sistemas de defensa aérea, a escasos 32 kilómetros al este del frente. Desde esta posición, los sistemas Patriot, con un alcance efectivo de hasta 144 kilómetros, podían interceptar a los Su-34 en sus aproximaciones para el bombardeo, mucho antes de alcanzar la línea de contacto.
Se cree que esta batería móvil Patriot fue responsable de derribar la mayor parte de esos 13 Sukhois reportados por el Ministerio de Defensa de Ucrania entre el 19 de febrero y principios de marzo.
Una estrategia de alto riesgo Consecuencias fatales
La operación representó un riesgo considerable para el personal ucraniano involucrado. Y el 9 de marzo, ese riesgo se materializó. Un dron de reconocimiento ruso localizó al sistema Patriot en tránsito cerca de Pokrovsk, y un misil balístico ruso Iskander impactó en la posición, resultando en la destrucción de al menos dos lanzadores Patriot y la pérdida de vidas entre sus operadores.
Dado que Estados Unidos y Alemania son los principales proveedores de sistemas Patriot a Ucrania, y considerando la disminución en el apoyo estadounidense a Ucrania tras la reluctancia de miembros del Congreso de EE. UU. vinculados a Rusia a aprobar fondos adicionales para el conflicto desde octubre, Ucrania se ve obligada a reconsiderar el riesgo de desplegar más sistemas Patriot en proximidades del frente.
Consecuentemente, las unidades de defensa aérea ucranianas restantes optaron por la retirada, mientras que las tripulaciones de bombarderos rusas retomaron su implacable campaña de bombardeo. Reconociendo la imposibilidad de neutralizar la capacidad rusa de lanzar 100 bombas KAB diarias, Ucrania está recalibrando sus tácticas, enfocándose ahora en atacar a los bombarderos mientras están en tierra.
La ineludible realidad de la defensa antiaérea rusa
Es cierto que las defensas aéreas rusas tienen la capacidad de interceptar los drones ucranianos de lenta movilidad. Sin embargo, el sistema de defensa ruso enfrenta el dilema de tener que dispersar sus recursos para proteger tanto a las unidades en el frente como a infraestructuras críticas, incluidas refinerías de petróleo y plantas de armamento. “La defensa absoluta es una ilusión”, afirmó el general retirado del Ejército de EE. UU., Mark Hertling.
Aunque es posible que la reciente incursión con drones no haya causado daños a los Sukhois, la suerte rusa no debería esperarse que prevalezca frente a la creciente amenaza de nuevos ataques de drones.