Con misiones de más de 70 horas, el B-2 Spirit probó su eficacia en Kosovo, Afganistán e Irak, consolidando su rol como bombardero estratégico furtivo.
El B-2 Spirit transformó la guerra aérea desde su debut en 1999
Desde su entrada en servicio en 1997, el Northrop Grumman B-2 Spirit se consolidó como un referente en el ámbito militar. Su capacidad para evadir radares y recorrer grandes distancias lo convirtió en un recurso valioso para misiones de alto nivel estratégico. Solo 21 unidades fueron construidas, de las cuales 19 permanecen activas tras dos accidentes. Cada avión costó 2,130 millones de dólares en valores de 1997.
Concebido como un bombardero nuclear durante la Guerra Fría, el B-2 evolucionó hacia un arma versátil que ha intervenido en múltiples escenarios. Desde Europa del Este hasta Asia Central, este modelo ha demostrado su valor tanto en ataques quirúrgicos como en bombardeos masivos. Su diseño de ala voladora y tecnología stealth lo distinguen de cualquier otro avión de su tipo.
La aeronave destaca por su capacidad de realizar operaciones intercontinentales sin necesidad de escalas. Esta característica ha permitido que el B-2 actúe desde su base principal en Whiteman, Missouri, sin depender de plataformas extranjeras para el despliegue de poder.
Más allá de su sofisticación técnica, el B-2 representa una herramienta de disuasión geoestratégica. Su uso se ha reservado para conflictos donde la superioridad aérea y la precisión resultan fundamentales en los primeros momentos de combate.
Las primeras misiones en Kosovo marcaron su entrada en combate
Durante la Operación Allied Force en 1999, el B-2 participó por primera vez en un conflicto real. Desde Estados Unidos, estos bombarderos cruzaron el Atlántico para atacar blancos estratégicos en Serbia. Cada vuelo superó las 30 horas de duración, estableciendo un precedente en misiones de largo alcance.

En las primeras ocho semanas de la guerra, los B-2 destruyeron el 33% de los objetivos serbios, según datos de la Fuerza Aérea de EE. UU. Estas operaciones se realizaron desde altitudes cercanas a 50,000 pies, lo que permitió a los aviones evadir los sistemas antiaéreos serbios, como el S-75 y S-125.
Una de las misiones más controvertidas fue el ataque del 7 de mayo de 1999 en el que una bomba JDAM guiada por GPS impactó la embajada de China en Belgrado. El Pentágono atribuyó el hecho a una falla de inteligencia. Tres personas murieron y el incidente generó tensiones diplomáticas con Pekín.
Los vuelos exigieron varios reabastecimientos aéreos sobre territorio europeo. Esta logística reafirmó la capacidad del B-2 para cumplir misiones sin depender de bases intermedias, algo que ningún otro bombardero podía lograr en ese momento.
Misiones récord en Afganistán consolidaron su rol estratégico
En octubre de 2001, durante la Operación Enduring Freedom, seis B-2 realizaron algunas de las incursiones más largas de la historia militar. El “Spirit of America” participó en una de 44 horas ininterrumpidas, desde Missouri hasta Afganistán, antes de aterrizar en la base de Diego García para recargar y cambiar tripulación.
Después de rearmarse en el océano Índico, los B-2 volvieron a atacar posiciones en Afganistán y retornaron a EE. UU., completando una misión de más de 70 horas en total. Esta operación destacó la capacidad del avión para alcanzar blancos a 6,000 millas náuticas desde suelo estadounidense sin reabastecimiento previo.
Durante estas acciones, los bombarderos soltaron más de 1.5 millones de libras de municiones, incluyendo bombas JDAM y Mk 84. Los ataques se enfocaron en campos de entrenamiento y fortalezas de Al Qaeda y los talibanes en zonas montañosas como Tora Bora.
La autonomía operacional del B-2 resultó decisiva, especialmente ante la falta de bases aliadas cercanas. Su desempeño confirmó su rol como un recurso clave para la proyección global de fuerza aérea.
En Irak, el B-2 fue clave para desarticular la defensa inicial

En marzo de 2003, el B-2 regresó al combate durante la Operación Iraqi Freedom. Cuatro unidades iniciaron los bombardeos sobre Bagdad con salidas tanto desde Whiteman como desde una base avanzada en Diego García. En total, realizaron 49 misiones en las fases iniciales de la guerra.
La noche del 20 de marzo, los bombarderos atacaron bunkers de comando y centros de control del régimen de Saddam Hussein. Se utilizaron más de 1.5 millones de libras de bombas, incluyendo municiones de precisión GBU-31 y penetradoras GBU-37.
Una de las misiones más significativas incluyó el uso de la GBU-57A/B Massive Ordnance Penetrator (MOP), un proyectil de 30,000 libras diseñado para destruir instalaciones subterráneas. Aunque el uso específico en Irak no se reveló de inmediato, se confirmó en informes posteriores.
El avión alcanzó su capacidad operativa total en diciembre de 2003, lo que reforzó su posición como el bombardero furtivo de referencia dentro de la Fuerza Aérea estadounidense, con un papel central en la disuasión estratégica global.
Datos clave sobre las operaciones del B-2 Spirit en combate
- Entró en servicio en 1997 y se diseñó como bombardero nuclear estratégico durante la Guerra Fría.
- 21 unidades construidas, de las cuales 19 siguen operativas tras dos accidentes.
- Su primer combate fue en Kosovo, donde destruyó el 33% de los blancos serbios en ocho semanas.
- En Afganistán, una misión duró más de 70 horas sin escalas desde EE. UU.
- Durante la invasión de Irak, el B-2 lanzó más de 1.5 millones de libras de bombas.
- Utilizó armamento de precisión como JDAM, Mk 84 y GBU-57A/B en escenarios complejos.
- Alcanzó su capacidad operativa completa en diciembre de 2003.

El B-2 destruyó aeródromos y campos de entrenamiento en Libia
Durante la Operación Odyssey Dawn en marzo de 2011, tres B-2 partieron desde Whiteman AFB para imponer la zona de exclusión aérea establecida por la ONU en Libia. En un vuelo de 25 horas, lanzaron 40 bombas JDAM sobre el aeródromo de Ghardabiya, inutilizando hangares y aviones de combate libios. Esta acción eliminó gran parte de la capacidad aérea del régimen de Muammar Gaddafi.
Seis años más tarde, en enero de 2017, otros dos B-2 regresaron a Libia con una misión distinta. Partieron nuevamente de Missouri y volaron 34 horas hasta atacar un campamento del Estado Islámico cercano a Sirte. Arrojaron 108 bombas JDAM con un peso total de 180,500 libras, eliminando a unos 85 terroristas, según información del Pentágono citada por Simple Flying.
Los B-2 contaron con apoyo de drones MQ-9 Reaper, que dispararon misiles Hellfire contra objetivos adicionales. Esta operación mostró la eficacia del B-2 como parte de un sistema de ataque combinado, sin necesidad de apoyo local.
Ambas misiones confirmaron la capacidad del B-2 para operar sin bases regionales, una ventaja estratégica clave cuando hay escasa cooperación en terreno.
datos clave sobre operaciones del B-2 en Libia y Yemen
- En 2011, tres B-2 destruyeron el aeródromo de Ghardabiya con 40 bombas JDAM.
- En 2017, dos B-2 eliminaron 85 terroristas del Estado Islámico en Libia.
- La misión de 2017 incluyó 34 horas de vuelo y el uso de 180,500 libras de explosivos.
- En 2024, atacaron cinco búnkeres hutíes con bombas GBU-57 MOP desde Australia.

En Yemen, atacaron búnkeres hutíes desde una base en Australia
El 16 de octubre de 2024, el B-2 volvió a destacarse en una operación durante la crisis del mar Rojo. Desde RAAF Tindal en Australia, los bombarderos de la 509th Bomb Wing realizaron un ataque de precisión contra cinco instalaciones subterráneas en Yemen, bajo control del grupo hutí.
Para alcanzar los objetivos, los B-2 usaron bombas GBU-57 MOP, diseñadas para penetrar búnkeres profundos que almacenaban misiles y municiones usados contra embarcaciones en el mar Rojo. Estos ataques reafirmaron su habilidad de neutralizar objetivos estratégicos escondidos bajo tierra.
El secretario de Defensa Lloyd Austin calificó la operación como una “demostración única” de la capacidad de Estados Unidos para impactar blancos ocultos, enviando un mensaje directo a Irán, principal aliado del grupo rebelde.
Las misiones superaron las 10,000 millas náuticas con reabastecimiento aéreo, reflejando la capacidad sin precedentes del B-2 para realizar ataques globales desde ubicaciones remotas.
Entrenamientos y despliegues demostraron su proyección estratégica
El B-2 no solo ha operado en combate. En 1998, se integró en una misión Global Power con tres B-2 y tres B-52, que se desplazaron a Guam para mostrar la presencia de Estados Unidos en el Pacífico, en medio de tensiones con Corea del Norte.
En mayo de 2005, el B-2 volvió a Guam para apoyar al Comando del Pacífico, en un despliegue de meses desde Andersen AFB. Durante esas misiones, realizaron vuelos de más de 30 horas, como parte de ejercicios de larga duración.
En escenarios como White Sands, Nuevo México, el B-2 soltó bombas inertes como parte de entrenamientos. Uno de los momentos clave ocurrió en abril de 1998, cuando el “Spirit of Louisiana” probó con éxito cuatro JDAM BLU-109 de 2,000 libras.
Estos ejercicios, aunque no fueron operaciones de combate, confirmaron la resistencia del B-2 y su capacidad de operar de forma constante en entornos transoceánicos.

Accidentes y mantenimiento reflejan su complejidad tecnológica
El 23 de febrero de 2008, el B-2 sufrió su primera pérdida total cuando el “Spirit of Kansas” se estrelló poco después de despegar desde Andersen AFB, en Guam. Ambos pilotos se eyectaron sin lesiones.
La investigación determinó que la humedad en los sensores de presión provocó un error en el sistema de control, según Air Force Times. El accidente interrumpió momentáneamente las operaciones del bombardero en el Pacífico.
Otro incidente en 2022, en la base de Whiteman, dejó inutilizable un B-2 por los altos costos de reparación. Como resultado, la flota activa se redujo a 19 unidades, de acuerdo con Wikipedia.
Estos eventos, aunque infrecuentes, evidencian las exigencias técnicas del B-2, que requiere hangares climatizados y un mantenimiento exhaustivo para conservar su tecnología furtiva.
El B-2 sigue siendo clave en la estrategia de defensa estadounidense

Desde su primer vuelo el 17 de julio de 1989 en Palmdale, California, el B-2 ha participado en múltiples operaciones, desde la Guerra de Kosovo hasta ataques contra objetivos terroristas en Yemen.
En cada conflicto, aprovechó su autonomía de 6,000 millas náuticas —extendible a 10,000 con reabastecimiento— y su capacidad de transportar hasta 40,000 libras de armamento, incluyendo bombas nucleares B83 y la GBU-57 MOP.
Entre sus acciones más destacadas figuran ataques a puentes en Kosovo, a cuevas en Afganistán, a bunkers en Irak, a aeródromos en Libia y a búnkeres subterráneos en Yemen, consolidando su versatilidad táctica.
Aunque está previsto su reemplazo por el B-21 Raider en 2032, según el presupuesto FY 2019 citado por Northrop Grumman, el B-2 continúa siendo una herramienta fundamental en la proyección de poder aéreo de Estados Unidos.