Desde hace aproximadamente media década, uno de los turbohélices monomotores civiles más conocidos que existen, el Beechcraft T-6 Texan II, tiene una variante militar. Se llama AT-6 Wolverine y pronto se desplegará para atender las necesidades de los ejércitos estadounidenses y aliados.
¿Para qué podría utilizar un militar de hoy en día un turbohélice, se preguntarán? Pues bien, este aparato ha sido diseñado, según su fabricante, Textron Aviation Defense, como una máquina especialmente concebida para el ataque ligero, la contrainsurgencia y el mantenimiento de la paz. Esto significa que no se puede utilizar en una guerra total (aunque es posible que sí), pero se puede enviar para ocuparse de asuntos que requieren mucha más delicadeza de la que podría proporcionar un avión.
El avión tiene un motor de 1.600 caballos de potencia que puede llevarle a velocidades de Mach.67. Lleva un total de siete puntos duros (seis de ellos según los estándares de la OTAN) que pueden alojar depósitos de combustible externos o armas, incluidas ametralladoras y misiles.
En 2020, la Fuerza Aérea de Estados Unidos (USAF) se convirtió en el cliente de lanzamiento de la variante AT-6E del Wolverine, ya que encargó dos de ellos, y la Real Fuerza Aérea de Tailandia se convirtió en el primer aliado extranjero en obtenerlo, ya que encargó ocho de estos aviones el año pasado.
Esta semana, Textron ha anunciado que el avión ha obtenido la Certificación de Tipo Militar (MTC) de la USAF, lo que significa que en un futuro próximo veremos muchos más aviones en servicio militar.