Los aviones, especialmente equipados, servirán como centro de mando y control aéreo de Putin, desde el que el jefe de los espías rusos podrá dirigir sus fuerzas al combate en caso de guerra nuclear. El reciente desarrollo es un paso más en la preparación de Putin para un conflicto “a tiros” con Estados Unidos, que Moscú cree inevitable.
Las relaciones entre Estados Unidos y Rusia han estado en curso de colisión desde el colapso de la Unión Soviética, impulsadas por dos visiones del mundo diametralmente opuestas -democracia frente a autoritarismo- y la disputa sobre el futuro de los antiguos estados soviéticos, como Ucrania. Habiendo declarado oficialmente a Estados Unidos como un “Estado inamistoso” y la principal amenaza para la seguridad de Rusia, Moscú está dispuesto a librar una guerra nuclear por su percibida esfera de influencia, en la que Rusia ha confiado durante siglos como su perímetro de seguridad estratégico.
El gobierno de Putin ha estado modernizando sus armas y fuerzas nucleares porque no confía en la capacidad de su armamento convencional, de precisión, para ganar un conflicto de alto riesgo con Estados Unidos. En 2020, Putin actualizó la doctrina nuclear de Rusia para asegurarse de que las fuerzas rusas tuvieran ventaja sobre el ejército estadounidense en un escenario del Día del Juicio Final.
La doctrina bélica de Putin es incluso más peligrosa que la que utilizaron los soviéticos durante la Guerra Fría. Aunque durante los años oscuros del comunismo, Moscú se preparaba para la decapitación y aniquilación total de Washington en un ataque nuclear masivo, el vasto arsenal atómico de la URSS se convirtió finalmente en un arma psicológica que nunca se utilizó en combate. En cambio, la doctrina rusa actual está más basada en la “realidad”, es decir, en la realidad rusa. La opción nuclear para Putin no es una doctrina teórica. Es una capacidad lista para el campo de batalla, para ser desplegada en un escenario de “uso limitado”. El propósito de Putin para las armas atómicas es, contraintuitivamente, desescalar un conflicto de rápida evolución con un Estados Unidos tecnológicamente superior. El Kremlin prevé librar una guerra nuclear limitada con Washington, por zonas disputadas como Ucrania y Crimea, esta última anexionada ilegalmente por Rusia en 2014.
Las armas nucleares no estratégicas, en las que Rusia tiene ventaja sobre Estados Unidos, también son vistas por Moscú como una forma fiable de establecer lo que se llama “dominio de la escalada.” Putin es consciente de que, una vez iniciado, un conflicto cinético entre Estados Unidos y Rusia, las dos superpotencias atómicas del mundo, sería difícil de contener. Por lo tanto, los planificadores de guerra de Putin conceptualizaron el empleo de las armas del Juicio Final para obligar a Washington a ceder demostrando una posición superior, de modo que las fuerzas estadounidenses perciban cualquier otra escalada como una apuesta perdida. En pocas palabras, Rusia cree que puede escalar más que un conflicto, subiendo continuamente la apuesta de las hostilidades.
Un ejemplo del efecto de la postura de dominio de la escalada de Rusia en la toma de decisiones de los dirigentes estadounidenses es la incapacidad de prevenir o responder con fuerza a la ciberguerra de Moscú. Washington aún no ha respondido a las intrusiones cibernéticas de Rusia en los sistemas gubernamentales y militares de Estados Unidos, incluidas las infraestructuras críticas, la inutilización de nuestras reservas de alimentos y energía con ransomware, y las operaciones de influencia encubierta del Kremlin para sabotear las tres últimas elecciones estadounidenses. La preocupación de los líderes estadounidenses ha sido que Putin lanzara un ciberataque destructivo contra Estados Unidos -que depende mucho más que Rusia de la tecnología para su existencia diaria-, paralizando la economía y las actividades cotidianas de Estados Unidos.
La decisión de Putin de mejorar su centro de mando y control nuclear (NC2) en el cielo se debe a la preocupación de que él y sus designados con autoridad para la liberación nuclear -el ministro de Defensa y el jefe del Estado Mayor- puedan necesitar ser evacuados en caso de que los segmentos terrestre y espacial del NC2 sean destruidos por el ataque del adversario. Incluso en este escenario, Putin quiere ser capaz de devastar a Estados Unidos, teniendo el control total de las tres patas de la tríada nuclear rusa: bombarderos, submarinos y misiles móviles, así como los basados en silos. Para hacer operativa su doctrina nuclear en tiempos de guerra, a principios de 2017 Rusia desplegó, violando el Tratado de Fuerzas Nucleares de Alcance Intermedio, un misil de crucero con base en tierra denominado SSC-X-8. El ex vicepresidente del Estado Mayor Conjunto, el general Paul Selva, advirtió que este misil “representa un riesgo para la mayoría de nuestras instalaciones [estadounidenses] en Europa” y es “parte de un despliegue más amplio por parte de Rusia de misiles con capacidad nuclear lanzados por mar, aire y tierra”.
Putin invierte sistemáticamente en la modernización del arsenal nuclear ruso y en la formación de su personal nuclear, las Fuerzas de Cohetes Estratégicos. Aunque el Tratado de Prohibición Completa de los Ensayos Nucleares no permite las pruebas nucleares en vivo, la comunidad de inteligencia de Estados Unidos ha descubierto que Rusia viola el acuerdo. Según el antiguo director de la Agencia de Inteligencia de Defensa, el teniente general Robert Ashley, Rusia “probablemente viola el tratado al realizar en secreto pruebas nucleares con una potencia explosiva muy baja… creando un rendimiento nuclear”.
Rusia despliega periódicamente bombarderos estratégicos en misiones de sobrevuelo cerca de las fronteras de Estados Unidos para practicar y probar las respuestas estadounidenses a su violación de la zona de identificación de defensa aérea (ADIZ) de Estados Unidos. Moscú también ha llevado a cabo simulacros de ataques nucleares contra el territorio estadounidense. Los rusos practican regularmente lanzamientos nucleares en ejercicios de simulación, con Putin “apretando el botón”.
Rusia es el único país que posee la capacidad de devastar la patria estadounidense destruyendo numerosos objetivos mediante ataques nucleares que pueden ser lanzados desde tierra, mar y aire. No hay duda de que Rusia se está preparando para un conflicto nuclear con Estados Unidos y la OTAN. La única cuestión es si este conflicto puede ser disuadido o combatido.
Rebekah Koffler es una ex oficial de inteligencia de la Agencia de Inteligencia de Defensa (DIA) y autora del nuevo libro “Putin’s Playbook: El plan secreto de Rusia para derrotar a Estados Unidos”. Síguela en Twitter @rebekah0132.